Taipei City Mall (台北地下街) es una calle subterránea ideal para hacer compras en días
lluviosos. Se puede acceder a ella a través de la Taipei Main Station o
Beimen MRT Station, y aunque se trata de una calle grande yo solo voy a tratar
el área Y o Y區qu1.
Mi primera impresión de este sitio no fue muy profunda. Visité por
primera vez hace ya más de un año, antes de mi vuelta a Galicia por Navidad,
porque se me había antojado un qipao por Fin de Año. Muy pocas tiendas los
venden, pero Taipei City Mall cuenta con al menos tres. Por aquel entonces me
pareció que Taipei City Mall dejaba mucho que desear en comparación con los glamurosos
centros comerciales que abundan en la ciudad. Creí que era un sitio viejo con ambiente
de mercadillo vulgar y en seguida perdí interés.
Unos meses después, cuando buscaba tiendas de productos
sudasiáticos, terminé aquí otra vez, aproveché para explorar la calle entera y
me llevé una grata sorpresa. Aparte de EEC, la tienda de productos sudasiáticos
por antonomasia que recomiendo a todo el mundo, en la Taipei City Mall
encontraréis máquinas caza muñecos, mini centros recreativos, tiendas de
figurillas de los manga de moda, hileras interminables de capsule toys, tiendas
de ropa barata, tiendas de regalo con sobrecarga kawaii, adivinos o lo que en mandarín
se conoce como 算命suan4 ming4, un establecimiento que ofrece masajes con
cuchillos, una tienda de productos tibetanos, tiendas de qipao y demás ropa
tradicional, y hasta un pequeño maiden café.
Aquí se concentran los fans del manga de Taipei, y de hecho a
menudo se organizan eventos relacionados con manga. Durante los fines de
semana, este sitio se llena de familias con niños, parejas de compras y, sobre todo, indonesios. Mi
amiga indonesia me explicó que durante los fines de semana muchos indonesios
que viven en distintas ciudades de Taiwán se reúnen en la Taipei Main Station, tal
vez por eso los restaurantes indonesios se concentren en esta zona.
Precisamente, para mí lo que hace a Taipei City Mall un sitio
especial son los restaurantes indonesios del fondo, en el área Y26. Aquí no
solo se pueden encontrar platos indonesios auténticos, además también se vende
gran variedad de gorengan, o snacks fritos, y postres típicos indonesios (los
postres solo están a la venta los fines de semana). En total hay tres o cuatro
restaurantes, pero yo de momento solo he probado Indo Arema, que siempre está
lleno de clientes indonesios, especialmente los fines de semana. De todas
maneras, todos tienen buena reputación, y una amiga indonesia me aseguró que la
comida es muy auténtica. Yo me acerco todos los fines de semana para al menos
comprar algún postre o pequeño snack, hay muchísimos entre los que escoger y todos
son siempre deliciosos. Los dueños de los establecimientos hablan chino o
inglés, aunque en alguna ocasión di con alguno que solo sabía indonesio. No es
de extrañar: rara vez tratan con clientes de otra nacionalidad. En una entrada
futura explicaré con más detalle los platos y postres de estos restaurantes.
En Taipei City Mall conviven una mezcla de tradición (las tiendas
de ropa tradicional, los adivinos, etc.) y modernidad (el centro recreativo, el
maiden café, etc.) única en la ciudad,
y recuerda, en parte, a Ikebukuro en Tokio por su gran variedad de tiendas de
figurillas manga. Por cierto: ahora da la casualidad de que vivo muy cerquita,
así que si os apetece ir pero vuestros amigos no muestran interés, podéis
poneros en contacto conmigo. No os perdáis esta pequeña área comercial, hay tiendas
para todos los gustos, ¡os sorprenderá!
Hoy me he dado cuenta de que
tengo algunos comentarios de hace literalmente AÑOS sin contestar. Blogger no
envía notificaciones cuando alguien comenta, así que he pensado en daros mi
dirección de correo electrónico por si necesitáis poneros en contacto conmigo (spunkasiouxsie@gmail.com).
Si estáis planeando un viaje a Taipei y no sabéis por dónde empezar, os apetece
estudiar chino en la NTNU pero la información online es insuficiente, o si ya habéis
empezado la vida en Taiwan y os sentís solos o agobiados como yo misma en su
día, a mí me encantaría echar una mano. No dudéis en contactarme si necesitáis
ayuda en Taiwán. Seguro que nadie os entenderá mejor que yo. También me podéis mensajear por Instagram https://www.instagram.com/litttlepinetree/.
Mi primer
cuatrimestre en la NTNU por fin ha terminado y estoy inmersa en unas largas y
tediosas vacaciones de Año Nuevo Chino. En las dos útimas semanas de clase
experimenté una extraña mezcla de sensaciones: por un lado, estaba deseando que
todo terminase de una santa vez y poder vivir como las personas normales. Por
el otro, la llegada de las inevitables vacaciones me atormentaba: no solo porque
me apasione ir a clase, sino porque era consciente de que todas mis amigas más
cercanas volverían a sus países y yo me iba a quedar más sola que la
una. Precisamente acabo de despedir a la última en el aeropuerto.
Como ahora tengo
tiempo de sobra que perder, he hecho una balanza de mis cuatro meses en la
universidad y he llegado a la conclusión de que probablemente hayan sido los
más locos de mi vida. No porque me haya pasado el rato saliendo como si no
hubiera mañana (¡ojalá!), sino porque en mi afán de ser buena alumna he perdido
por completo la cabeza.
Empecemos por el principio.
Como seguramente haya dejado caer en alguna ocasión, yo nunca he sido una
persona competitiva. Antes de Taiwán, mi máxima aspiración en la vida era
graduarme, conformarme con un trabajillo cutre y, si acaso se presentase la
oportunidad, hacer un pequeño viaje a Asia cuando rondase los treinta. Ahora mi
punto de vista ha dado un giro de 180 grados y quiero algo grande, sé que tengo
un potencial que no debo desperdiciar. Pero estudiar en la NTNU es CARO, y
cuando solo llevaba un mes de curso se me ocurrió la
genial idea de alquilar un apartamento sola en el centro de Taipei, que se
convirtió en una gran carga económica.
Así que dependo de la beca de la NTNU para salir adelante, pero en el
segundo año se concede a muy pocas personas (tal vez cuatro o cinco), y los
profesores, obviamente, favorecen a los alumnos con mejores notas.
Por eso decidí que yo iba
a ser la mejor y me volqué en los estudios al 100%. Progresivamente, se
convirtió en una obsesión enfermiza: en cuanto salía de clase empezaba a hacer deberes y a
estudiar en el metro, y a veces incluso los empezaba en el descanso para comer
o en los descansos entre clases. Llegaba a casa a eso de las nueve y
continuaba. Siempre intentaba entregar todo antes de tiempo y si me era posible
hacía ración doble. En época de exámenes, repasaba el día entero y no me
permitía salir de casa bajo ningún concepto, estudiaba una media de doce horas
al día para asegurarme de que memorizaba todo tal cual los libros, pues ya os
podréis imaginar que en chino es muy fácil cometer errores. Mi vida se convirtió en un ir y venir constante y siempre estaba alterada. Si
tenía algo mal en los deberes, en seguida me venía abajo, y sacar menos de un
nueve en un examen era una vergüenza imperdonable. Fui mucho más dura conmigo
misma de lo que fueron los profesores, y mis esfuerzos nunca me parecían
suficientes. Las escasas veces que me permitía el lujo de salir de casa hacían
que me sintiese un ser abominablemente negligente.
También en esta etapa,
descubrí que no solo existen conductores agresivos, sino también peatones
agresivos, y por supuesto, yo soy uno de ellos. Cualquier cosa que no tuviera
relación con las notas era una absurda pérdida de tiempo y tenía una agenda
ridículamente apretada, así que iba por la calle como loca y si me
cuadraba en sitios con mucha gente o personas lentas delante, perdía los
estribos. Perder el metro también se convirtió en una derrota inaceptable, y
esperar por los semáforos me ponía literalmente ansiosa. De hecho, precisamente
durante estos meses he desarrollado un comportamiento ansioso, y cuando se me
acumula mucho estrés noto que mi corazón va a cien por hora y también tengo
dolores esporádicos en el pecho, propios de los ansiosos.
Pero, ¿cómo de terrible es la
competitividad en mi grado? Os contaré el ejemplo más rotundo. Hace un par de
meses tuve un control de la asignatura más difícil que tenemos en primero:
Integrated Chinese. Saqué un 99 en ese examen porque se me olvidó poner un
puntito, y lejos de estar contenta por la nota me sentí muy decepcionada
conmigo misma. Pero la cosa no acaba aquí: mi compañera vietnamita me superó
con creces sacando no un cien, sino un 110, pues contestó una pregunta extra
para añadir puntos que nadie sabía porque no entraba en la materia. Y este es
mi día a día en la NTNU: por mucho que me esfuerce, siempre hay un vietnamita
que me supera. No logro entender su capacidad inhumana para saberlo todo. La última
semana de clase mi nivel de estrés alcanzó cuotas tan delirantes que tuve
pequeñas discusiones con todos los profesores porque creía que mis notas
no eran suficientemente altas, y di las vacaciones con un mal sabor de boca por
culpa de mi actitud. Se me fue completamente de las manos.
Ahora que ya han
terminado los exámenes no me siento realmente satisfecha con los resultados (en
dos asignaturas ni siquiera llegué a una media de nueve). Considero que hice
esfuerzos en vano, y aunque no estoy dispuesta a tirar la toalla sí considero
necesario tomar las cosas con más calma. Concienciarme de que la falta de beca
no es el fin del mundo, pensar en positivo y aprovechar las ofertas de empleo
abundantes de Taipei son mis nuevas metas para el cuatrimestre que viene,
porque el papel de chica diez me viene grande y por momentos siento que está
afectando a mi salud. En resumen, debo adoptar la filosofía de Dennis Brown
y dejar de verlo todo blanco o negro, aceptar las cosas como vienen, buscar
soluciones a los problemas y abandonar mi actitud derrotista y competitividad
exacerbada.
Llevo ya casi tres meses estudiando chino en el Department of Chinese as a Second Language de la NTNU (National Taiwan Normal University) y tengo tantas, tantísimas experiencias que compartir con vosotros, ¡que no sé ni por donde empezar!
Todo empezó el cinco de septiembre. Aunque el curso no se inauguró hasta el once, tuvimos que ir a la universidad una semana antes para participar en un "camping" orientativo. Esperaba cursilerías a tope, ya sabéis: lo típico de formar espíritu de equipo, conocer a los compañeros, etc., pero en realidad solo fuimos a muchas charlas e hicimos tours por el campus. Entre otras cosas, también conocimos a los profesores de nuestro departamento, nos hicieron exámenes de nivel para dividirnos en grupos, y hubo una ceremonia de bienvenida que parecía bastante impresionante, pero a la que no pude ir. Sin embargo, sí fui a otra, más solemne, con charlas del director de la universidad y demás peces gordos, en la que nos tuvimos que levantar para cantar el himno de la universidad y hasta hacer reverencias. Mis compañeros usaban sus teléfinos impasibles. Yo prestaba atención a todo y me aguantaba las lágrimas de la emoción para no parecer tonta. Llevaba tres años esperando aquel momento.
Por lo demás, estaba tan nerviosa que el primer día del camping literalmente vomité en la calle, y me sentí enferma hasta que volví a casa. Estaba hecha un saco de nervios, totamente convencida de que no daba la talla. Hacer amigos tampoco es mi fuerte, y de hecho esas primeras semanas de universidad fueron una tortura para mí: sentía una presión enorme. Pero me impresionó la amabilidad que recibí de todo el mundo: los alumnos de segundo, que fueron los encargados de organizar el camping, los profesores, los orientadores, y la gente de la NTNU en general. A pesar de mis miedos, me sentí protegida en cierto sentido: todos me tendieron su mano, y podía sentir que me ofrecían ayuda de manera sincera y desinteresada. En otras palabras, la bienvenida no podría haber sido más calurosa.
La primera semana no tuvimos clases formales. A pesar de mis nervios, me sentí en el paraíso: no había una sola asignatura que no me entusiasmase. Me pareció que aquella carrera había sido diseñada para mí, y no quería que las clases terminasen.Los profesores son maravillosos. En primero solo tenemos tres, así que todos nos conocemos bien. Esperaba que fueran duros con nosotros, pero en realidad es exactamente lo contrario: no hacen sino darnos facilidades, y su profesionalidad hizo que cayera rendida a sus pies desde el primer día. No tienen nada que ver con los profesorzuchos que tuve en mi antigua universidad, que más de uno parecía que vivía para joder a los alumnos. Los profesores se esfuerzan por crear espíritu de equipo y a menudo nos ponen a hacer debates en pequeños grupos para que las clases sean dinámicas. Aprendemos rápido pero bien (en cada asignatura ya hemos terminado cinco lecciones desde septiembre hasta ahora), y en tan solo unos meses he mejorado a una escala inimaginable, parece cosa de magia. Estoy inmensamente satisfecha con la carrera, y no cambiaría absolutamente nada. A continuación, os voy a contar un poquito sobre algunas de las asignaturas más interesantes de este cuatrimestre:
- Contemporary Chinese: Characters (漢子學習). En un principio, esta era la que más me atormentaba. Creía que se trataba de memorizar caracteres a lo bestia, pero nada más lejos de la realidad: básicamene estudiamos los orígenes de los caracteres, su estructura, y aprendemos a escribirlos correctamente. Es apasionante descubrir la historia de cada uno de ellos. Espero hacer una entrada sobre esto pronto.
- Chinese Traditional Dietary Culture (中國傳統飲食文化) . Me parecía la más misteriosa, y de hecho es también súper interesante. Aprendemos sobre la historia de la comida china, sus orígenes, las variedades de cada región, los modales en la mesa, los festivales chinos relacionados con comida y las leyendas que hay detrás, las comidas y tradiciones de los cumpleaños tradicionales chinos, cultura del alcohol chino, Año Nuevo Chino, etc.
- Chinese for Tourism (觀光華語). Todo lo que aprendemos en esta clase parece obvio y fácil (tipos de hoteles, tipos de turismo, claves para atraer el turismo, etc.), pero a la hora de la verdad no es tan fácil memorizar estas cositas y explicarlas en un examen. (Por suerte, nuestra profesora es muy generosa.) Las asignaturas restantes son todas obligatorias y están más enfocadas hacia la lengua: Integrated Chinese, Training in Listening, Training in Conversation, Training in Reading and Writing, Contemporary Chinese.
Por supuesto, independientemente del nivel de los alumnos, cualquier idioma que no sea el chino está prohibido en clase. Tal vez esto os lleve a pensar que esta carrera debe ser muy estresante. Y en efecto mucha gente me advirtió de lo horrible que sería mi vida una vez empezase a estudiar, pero no comparto su opinión, tal vez porque ya me acostumbré a este ritmo de vida meses antes, en verano: yo era más estricta conmigo misma de lo que mis profesores lo son ahora, así que no siento presión, aunque sí me estreso cuando se me juntan muchas cosas, como es natural. Mis compañeros se quejan a menudo: creen que tenemos demasiados exámenes, 聽寫 ting1 xie2 o dictados, presentaciones, y deberes. A mí no me parece que la carga de trabajo sea excesiva, así que solo caben dos posibilidades: o mis compañeros creen que todavía están en el instituto, o yo soy demasiado trabajadora. Para mí, con un par de excepciones, todo ha sido muy fácil hasta la fecha, y a veces desearía acelerar el ritmo de las clases.
En cuanto a mis compañeros, este año parece que la variedad brilla por su ausencia: de 32 alumnos, doce son vietnamitas. El resto, en su mayoría, son japoneses y coreanos, y también hay una chica alemana, dos rusos y un par de americanos. Es muy fácil hacer amigos y en general son todos muy abiertos.Como ya comenté en una entrada anterior, además estamos divididos en tres grupos pequeños (A, B y C), así que nos conocemos bien y las clases son interesantes y amenas. No conseguí estar en el grupo de nivel alto como me proponía, pero ahora me parece un alivio. Aunque a veces me aburro soberanamente en el grupo medio o B, no creo que yo pudiera encajar en el nivel alto después de abandonar los estudios durante tres años. Aunque mi chino hablado es muy bueno, la parte escrita tiene demasiadas lagunas, y los profesores me lo han dicho sin tapujos. De todas maneras, también me han asegurado que si mejoro cabe la posibilidad de que me asciendan al grupo A (el nivel alto), pero estoy decidida a rechazar si se da el caso: los compañeros del grupo A son todos vietnamitas excepto un americano y una indonesia. A sus clases les falta el ambiente internacional de los demás grupos, y ellos mismos han admitido que son aburridas y que querrían más variedad. Por otro lado, la carga de trabajo es mucho mayor: mientras que nosotros aprendemos nuevas palabras y hacemos una redacción de vez en cuando, ellos ya aprenden poemas clásicos y cómo traducirlos a chino moderno. No me da miedo el trabajo, pero tengo mucho más que hacer aparte de estudiar y sé que sería una locura tener más presión todavía.
También hubo muchas cosas que me chocaron. Una de ellas fue la charla obligatoria con el orientador, un hombre entrado en años que los de segundo han apodado "Liang baba" (papá Liang) porque es el típico que le gusta dar el sermón en cada oportunidad que pilla. Pero se hace querer. En la "entrevista", charla, conversación o lo que fuera que tuvimos, me hizo preguntas sobre mi vida en general e insistió en que hiciera ejercicio y tomase mucha agua, pero me impactó que además de eso me hiciera un cuestionario sobre mi casa y su equipamiento. Cuando terminó, me soltó "bueno, y ¿a qué hora te viene bien que me pase para echar un vistazo y comprobar que tu casa es segura?" Me quedé helada. Se auto invitó a mi casa, y más tarde me enteré de que en realidad fue a las casas de todos mis compañeros. Es una norma de la universidad para protegernos.
Por otro lado, graduarse es mucho más complejo que en España. Aparte de estar obligados a cursar al menos una asignatura de cada bloque (matemáticas, ciencias sociales, un segundo idioma, etc.), la educación física y el inglés son obligatorios hasta terminar tercero. En el primer cuatrimestre, todos vamos a la misma clase de educación física, pero en el siguiente podremos escoger un deporte que nos guste e ir por nuestra cuenta. En cuanto a las clases de inglés, al haber cursado inglés en otra universidad antes, he conseguido convalidarlas y conseguir los créditos directamente. Pero la cosa no acaba aquí: además, también hay que hacer Service Learning. A estas alturas sigo sin tener claro el concepto, pero básicamente son charlas obligatorias sobre las que después tenemos que escribir una reflexión de trescientos caracteres, en chino. Como mínimo hay que ir a cuatro, y yo ya llevo tres este cuatrimestre. Las dos primeras fueron un sinsentido, pero he de reconocer que la última estuvo muy interesante: primero nos pusieron un documental sobre sordomudos poetas (Deaf Jam, creo que se llama) y después una chica sordomuda nos explicó cómo es su día a día.
También tenemos muchas celebraciones: cena de Año Nuevo, celebración de los cumpleaños de todos los alumnos que cumplen de X a Y meses (julio a diciembre la última vez, nos trajeron pizza y Coca Cola), festivales de comida extranjera organizados por los propios alumnos, excursiones, etc.
Además, cada nueva promoción de alumnos debe diseñar su propia camiseta en el primer cuatrimestre, y ésta se usa en ocasiones especiales. La nuestra quedó bastante horrenda, pero fijaos en los países que forman el caracter 華 hua2 (el primer caracter del nombre de nuestro departamento en chino 華語系 hua2 yu2 xi4). No aparece España, sino otra nación que me representa de verdad.
Supongo que os habéis dado cuenta de que estoy enamorada de mi universidad. Pero lo que más me gusta de la NTNU son los clubs. Suenan a americanada, pero la variedad y calidad son realmente imponentes (de hecho este año hay más de cien en total, si no recuerdo mal). La primera semana, cuando montaron la "feria" de clubs, los ojos me hacían chiribitas: me quería apuntar a todos. La NTNU tiene clubs de caligrafía china, cosplay, guitarra, instrumentos clásicos chinos, judo, ópera china, budismo, coches, cultura aborigen de Taiwan, cerámica, café, tarot, danza, marionetas modernas, kungfu, etc. Yo solo me apunté al Childhood Education Club (兒教社) por culpa de mi apretada agenda, y rara vez puedo ir a sus reuniones, pero sí puedo participar en algunas de sus actividades fuera de la universidad. Cuando saco tiempo para ir a las reuniones, no es raro que salga de allí a las nueve y pico de la noche, pero vale la pena: me brinda la oportunidad de hacer estas fotos tan chulas. Por si os pica la curiosidad, podéis ver las listas completas de todos los clubs de la NTNU aquí.
En definitiva, la NTNU es el tipo de sitio donde puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, y hace que una se sienta viva. El departamento de chino ha superado con creces mis expectativas, y me siento bendecida por tener la oportunidad de estudiar en una gran universidad como la NTNU. Soy consciente de que estos serán los mejores años de mi vida, y estoy decidida a vivirlos intensamente.
El Gion Corner es un teatro en plena Hanamikoji dori, la calle más famosa de Kioto, en el corazón de Gion Kobu (el hanamachi o barrio de geishas más prestigioso de Japón). Por un precio módico para estándares japoneses (3150 yenes), los turistas podemos disfrutar de un show cultural japonés bastante completito todos los viernes, sábados y domingos, cuyas estrellas son las maiko (aprendices de geisha) de Gion Kobu, que bailan dos piezas de kyo mai al final.
Había leído sobre el Gion Corner online, pero dada mi naturaleza desconfiada asumí que seguramente las maiko serían falsas y no puse demasiado interés. Por otro lado, fui a Kioto en grupo y no quería dar la lata con mi obsesión por las geishas. Pero en el primer día del viaje, a la hora de comer vi dos mujeres a lo lejos que llevaban el peinado wareshinobu característico de las maiko junior y desde ese momento no pude dejar de llorar. Sí, sabía perfectamente que muchos turistas tienen el atrevimiento de "disfrazarse" de maiko, pero las miré detenidamente y simplemente tuve la certeza de que eran auténticas (y la sigo teniendo ahora). Mis compañeros creían que me había pasado algo grave porque era incapaz de dejar de llorar.
Ese mismo día hicimos la visita obligatoria a la Hanamikoji dori, y me di de bruces con el Gion Corner. Ya era tarde, así que tenía que esperar al día siguiente. Cada vez que recordaba la escena del mediodía volvían a brotar las lágrimas.
Al día siguiente estábamos en el Gion Corner a las cinco de la tarde para ver la función de las seis. Al contrario de lo que yo había predicho, había una buena cola para entrar y me preocupaba enormemente no ser capaz de ver bien a las maiko. Cuando estábamos cerca de la entrada, vi sus nombres en un cartel: Ichiharu y Mamechika. Estaba eufórica: no iba a ver a una sino a dos maiko. Y había más: como en invierno no ofrecían una parte de la función (teatro bunraku, si no recuerdo mal) permitían a los turistas hacerse fotos con las maiko al final de la actuación. Perdí la cuenta de las veces que lloré aquel día, y la espera se me hizo agonizante. La sala no es especialmente grande y aun así conseguimos asientos, pero cuando la función empezó los abandonamos y nos pusimos de pie en una esquina para ver mejor.
El show dura una hora y se compone de siete partes: mini ceremonia de té, koto (un instrumento japonés parecido al harpa), ikebana (arreglo floral), Gagaku (música de la Corte Imperial japonesa), una pieza cómica de teatro Kyogen, una función de teatro bunraku (con marionetas), y dos piezas de kyo mai bailadas por maiko de Gion Kobu. Cada actuación es anunciada en japonés e inglés primero. Este vídeo las resume bastante bien.
Lo primero que vimos fue la ceremonia del té, a la que le faltó la solemnidad que la caracteriza por estar en un sitio lleno de gente. Fue una pequeña demo de unos minutos, acompañada de flauta sakuhachi en directo. La pieza de teatro Kyogen y la música Gagaku me gustaron mucho. A pesar de ser todo en japonés, en el caso del teatro se entiende perfectamente la historia y sus puntillos cómicos. Se centra en dos sirvientes que tienen la mala costumbre de beber a escondidas el sake de su patrón, que decide atarles las manos para deteternerlos. Ellos hurden un plan para beber de todas maneras, pero son pillados con las manos en la masa. Fue una actuación de mucha calidad.
La música imperial Gagaku estuvo acompañada de una danza muy misteriosa, y tenía un plus de exotismo.
Cuando por fin llegó la hora de las maiko, yo estaba casi temblando y aunque me había preparado para grabar, mi vídeo no duró más de diez segundos porque me temblaban las manos descontroladamente. En el momento que el telón bajó, todo fue magia. Mamechika (de kimono naranja) e Ichiharu (de kimono negro) bailaron Gion Kouta, una balada sobre Gion y las maiko, y después, Rokudankuzushi. La actuación duró unos diez minutos y, después, como habían prometido, todos nos hicimos fotos con ellas. Yo me quedé hasta que todo terminó y salí de la sala detrás suyo. Jamás pensé que en mi vida podría estar tan cerca de una maiko, ni mucho menos hacerme fotos con dos de ellas. Fue un momento con el que no me había atrevido ni a soñar. En parte sentí pena al verlas posar con tanto turista tonto que no tenía ni idea de todo el sacrificio y dedicación que hay detrás de sus caras bonitas. Fui la única que se molestó en darles las gracias.
Una vez todo terminó, yo no sabía cómo me sentía. Estaba incrédula, y lo primero que hice al llegar al hotel fue buscar a Mamechika e Ichiharu en la lista de geisha y maiko del tumblr Geimei, y allí estaban sus nombres. Ichiharu (市晴) ya es una maiko senior desde septiembre de 2016, pertenece a la okiya Nakagisi de Gion Kobu y tiene 19 años. Mamechika (豆千佳) es una geisha junior que debutó en febrero de 2015, y está afiliada a la okiya Tama, también de Gion Kobu y una de las más ricas y prestigiosas de Japón. Cuando tan solo habían pasado dos meses desde su debut, fue escogida para participar en las Miyako Odori, las danzas de primavera de Gion Kobu, un gran honor tratándose de una maiko con tan solo dos meses de experiencia. Eso indica que es una bailarina con mucho talento. Os dejo los vídeos de Ichiharu y Mamechika bailando por separado. En el primero podéis ver a Ichiharu bailando Gion Kouta, la canción más famosa en el mundo de las maiko, y también la primera que aprenden. En el segundo vídeo sale la preciosa Mamechika bailando Rokudan Kuzushi.
El Gion Corner ha sido criticado por ser "un circo de cosas japonesas" para turistas, y en parte puedo entender que algunas personas lo sientan así. Pero es una oportunidad estupenda para ver cosas maravillosas.
Supongo que recordaréis mi entrada dedicada a Gudetama, el huevo vago fenómeno de masas en Taiwán que levanta pasiones en gente de todas las edades, incluida yo misma. A finales del año pasado abrieron en Taipei un restaurante temático dedicado exclusivamente a él, y en cuanto lo vi supe que tenía que ir.
Gudetama Chef abrió en Zhongxiao Dunhua, cerca de los grandes almacenes Sogo, hace unos meses y desde su apertura, según dicen, se han formado grandes colas para comer allí los fines de semana, aunque en realidad no es posible entrar sin una reserva. Las reservas se puden hacer cada primero de mes en la página web EZ Table, ¡y es conveniente ser rápido antes de que las mesas se agoten! Solo se permite reservar para el mes siguiente, así que yo reservé el uno de diciembre para comer allí el ocho de enero.
A pesar de los rumores de las colas gigantescas, lo cierto es que no había ninguna cuando yo fui y todo el mundo tenía una reserva. Como buen restaurante temático, la comida no destacaba por su buena relación calidad - precio, pero me pareció la mejor comida de restaurante temático que había probado, y la presentación de cada plato incluía a Gudetama en sus posturas más kawaii. En realidad Gudetama es literalmente omnipresente en el pequeño restaurante: hasta los tenedores tienen su cara. La comida es de estilo occidental, o más bien tal vez debería decir fusion, aunque en su Facebook Gudetama Chef afirma que ofrecen comida italiana y china. Yo me pedí un curri verde que no sabía nada mal y que me dejó con el estómago lleno al tratarse de un plato grande, y mi novio pidió una pizza que por el contrario era minúscula.
En general recomendaría Gudetama Chef, pero solo a los auténticos fans de Gudetama, porque tanto amarillo en un solo espacio puede ser agobiante. La comida es aceptable, pero tal vez no me gustó el hecho de no me sentirme realmente cómoda allí: era un espacio más pequeño del que había imaginado para demasiada gente. De todas maneras lo recomiendo, y si no os gusta Gudetama ahí tenéis el restaurante temático de Rilakkuma o el de One Piece, ambos en Taipei.
Como ya sabréis por mis entradas recientes (o en todo caso, por mi FALTA de entradas recientes), ahora llevo un ritmo de vida frenético. Ya no tengo el tiempo libre de antes, así que he decidido romper con mi tradición de publicar siguiendo el orden de las fechas. Es obvio que no terminaría nunca, así que mejor dejar a un lado mis manías absurdas y publicar directamente sobre lo que me apetezca. Esta semana ha sido la única medianamente relajante en meses, así que espero sacar un tiempecillo para contaros cómo es mi nueva vida universitaria en Taiwán. No me llega el momento de compartir todas mis experiencias con vosotros.
'Eveything works in circles'. Lo dijo Darby Crash, el cantante de The Germs, y para mí es una realidad. Por mucho que me esfuerce, parece que estoy condenada a volver a la misma situación una y otra vez.
Este último mes hubo demasiados cambios bruscos en mi vida. No me refiero a la universidad, sino a muchas otras cosas con las que no contaba. En tan solo unas semanas, he dejado a mi pareja de cuatro años para irme a vivir a un antro infecto de cucarachas que se lleva más de la mitad del dinero que hago en un mes. Me sentía fuerte e independiente. Creí que estar sola, sin que nadie me molestase, me haría muy feliz: nada de aguantar las tonterías de los demás. Ahora no entiendo cómo fui tan tonta. Abandoné un sitio aislado para vivir en pleno centro de Taipei y así estar cerca de mis compañeros de universidad. Mi antigua casa me aislaba demasiado de mis nuevos amigos y me parecía injusto que ellos hicieran cosas divertidas mientras yo me tenía que contentar con ver las fotos en Facebook. Pero lo cierto es que ahora me siento más aislada que nunca.
Aunque siempre esté agotada de ir a clase seis horas diarias y trabajar después, nunca me apetece ir a casa. Tras casi un mes sola en Taipei, me siento tan indefensa que volver me pone ansiosa. A medida que me voy acercando al portal, mi corazón empieza a latir fuerte, a veces tiemblo. Una vez dentro, compruebo obsesivamente que no hay ninguna cucaracha merodeando y empiezo a hacer deberes para pasar la noche entretenida. Los deberes, trabajos y exámenes son mi salvación. Por lo demás, el resto del tiempo solo me agobio recordando viejos tiempos. Querría volver atrás y quedarme para siempre en mi vieja casa de las montañas, y hacer que esta nueva vida se convirtiera en una simple anécdota. Paso las horas agobiada, estresada, con una tristeza profunda que no comparto con nadie, porque la gente es incapaz de ponerse en mi lugar y entender la ansiedad que produce verse sola en el extranjero, muy lejos de la familia, sin dinero y un alquiler y matrícula de universidad de escándalo. No tengo más que obligaciones, gastos, estrés y soledad. De repente, he vuelto a mi primer mes en Taipei. La motivación para seguir se merma cada día, y aparte de la pasión por mi carrera, nada me anima ya a estar aquí.