Era una soleada tarde de invierno cuando mi novio y yo decidimos pasar la tarde en Tamsui y visitar el famoso fuerte de Santo Domingo, apodado Hongmaocheng (紅毛城) o "Castillo de los Pelirrojos" por los taiwaneses. Se trata de uno de los edificios más antiguos de Taiwán, y adyacente a él se encuentra el antiguo Consulado Británico, una estructura única por su estilo occidental.
El fuerte constituye un edificio muy especial con una historia interesante y turbulenta, ya que fue destruido en varias ocasiones. Originalmente se trataba de una estructura de madera construida por los colonos españoles en 1629, que controlaban algunas zonas del norte de la isla y lo utilizaban como base militar. Sin embargo, pocos años después fue demolido, primero por los locales de Tamsui y más tarde por los propios españoles, que fueron atacados por los holandeses. Éstos últimos se habían adueñado del sur de la isla y no parecían tener ganas de compartir. Expulsaron a los españoles, y reconstruyeron y rebautizaron la fortaleza como Fuerte Antonio. Fue a partir de entonces que se empezó a conocer como el Castillo o Fuerte de los Pelirrojos por razones obvias. La estructura que podemos ver hoy data del año 1644.
Pero los holandeses tampoco duraron demasiado, ya que fueron expulsados por el famoso pirata chino Koxinga en 1662. Como consecuencia, el edificio volvió a ser destruido, esta vez por los holandeses, y cayó en el abandono por falta de medios para reconstruirlo hasta 1724, año en que se decidió añadir una muralla con cuatro puertas de estilo chino, de las cuales solo queda una hoy en día.
Un siglo más tarde, cuando Taiwán se vio obligada a abrirse al comercio con los países de Occidente, el Castillo de los Pelirrojos se convirtió en la oficina y residencia del consulado británico. Los británicos lo renovaron una vez más, y además lo pintaron del color rojo actual (originalmente era de color blanco). Continuó en manos de los ingleses hasta que éstos rompieron sus relaciones diplomáticas con Taiwán en 1972, y fue cedido a otros países como Australia y Estados Unidos hasta que finalmente se decidió que debería pertenecer a los propios taiwaneses en el año 1980.
Por desgracia, el día de mi visita el fuerte estaba en obras y solo pude visitar el que fue en su día el Consulado Británico de Taiwán. Me cautivó en cuanto lo vi por su estilo occidental, que de alguna manera me transportó a mi añorada Europa. Es un edificio simple y elegante perteneciente a la época victoriana, de hecho, en sus ladrillos se pueden ver talladas las iniciales VR (Victoria Regina) y el número 1891, que es el año de su construcción. También se pueden ver una rosa y un cardo, que representan a Inglaterra y Escocia respectivamente. Se puede visitar y la entrada es gratuita.
Cuando terminé mi visita, di de pura casualidad con un edificio que supone una mezcla de arquitectura occidental y oriental humilde pero fascinante. Está detrás del Consulado y a dos minutos andando, y se lo conoce como el Oxford College. Se trata de una escuela fundada en 1882 por el misionero y profesor canadiense George Mackay, una figura muy importante en la historia de Tamsui. La escuela se fundó con dinero donado por el pueblo natal de Mackay, Oxford, de ahí su nombre.
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Foto de Wikipedia |
Pero los holandeses tampoco duraron demasiado, ya que fueron expulsados por el famoso pirata chino Koxinga en 1662. Como consecuencia, el edificio volvió a ser destruido, esta vez por los holandeses, y cayó en el abandono por falta de medios para reconstruirlo hasta 1724, año en que se decidió añadir una muralla con cuatro puertas de estilo chino, de las cuales solo queda una hoy en día.
Un siglo más tarde, cuando Taiwán se vio obligada a abrirse al comercio con los países de Occidente, el Castillo de los Pelirrojos se convirtió en la oficina y residencia del consulado británico. Los británicos lo renovaron una vez más, y además lo pintaron del color rojo actual (originalmente era de color blanco). Continuó en manos de los ingleses hasta que éstos rompieron sus relaciones diplomáticas con Taiwán en 1972, y fue cedido a otros países como Australia y Estados Unidos hasta que finalmente se decidió que debería pertenecer a los propios taiwaneses en el año 1980.
Por desgracia, el día de mi visita el fuerte estaba en obras y solo pude visitar el que fue en su día el Consulado Británico de Taiwán. Me cautivó en cuanto lo vi por su estilo occidental, que de alguna manera me transportó a mi añorada Europa. Es un edificio simple y elegante perteneciente a la época victoriana, de hecho, en sus ladrillos se pueden ver talladas las iniciales VR (Victoria Regina) y el número 1891, que es el año de su construcción. También se pueden ver una rosa y un cardo, que representan a Inglaterra y Escocia respectivamente. Se puede visitar y la entrada es gratuita.
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