En los diez días que pasé en Tokio descubrí pequeños aspectos culturales y normas que me parecieron un poco chocantes. En esta entrada he compilado algunos de ellos.
Fumar en la calle está prohibido. Sólo se permite en zonas de fumadores. Sin embargo, existen restaurantes sin zona de fumadores en los que se puede fumar.
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A las chicas japonesas les gustan los uniformes. Los famosísimos uniformes de colegialas japonesas son una parte importante de la cultura nipona, tanto así que de hecho son populares en las tiendas y muchas chicas los llevan por la calle los fines de semana. Algunas les dan un toque personal, y por regla general predominan los colores oscuros y las minifaldas muy cortas.
Shower toilets por todas partes. Casi todos los baños que usé en Tokio disponían de esos retretes sofisticados con bidet y regulador de temperatura para la tapa.
Los japoneses hacen reverencias para todo. Es bien sabido que en Japón son todos muy educados y que las reverencias son muy comunes, pero en Tokio descubrí que esta costumbre es mucho más exagerada de lo que creía. Por ejemplo, una vez, en un ascensor, mi novio abrió la puerta y dejó que todas las personas que estaban dentro salieran antes que nosotros. Cada una de ellas le dio las gracias y le hizo una reverencia.
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La tranquilidad. Tal vez muchos penséis que es una locura, pero en comparación con otras ciudades asiáticas como Hong Kong, Bangkok o Taipei, Tokio me pareció un remanso de paz y tranquilidad, entre otras cosas por su buena planificación urbana y por sus numerosos espacios verdes, que escasean en Taiwán (y de haberlos siempre están abarrotados de gente).
Máquinas para pedir comida y puertas de taxis automáticas. La tecnología está presente en pequeños aspectos de la vida cotidiana de Tokio. Por ejemplo, en muchos restaurantes de comida rápida es imprescindible usar unas máquinas para pedir la comida. Primero se escoge en el menú de la pantalla, se mete el dinero, y la máquina echa un tique que se entrega a los camareros.
También observé que las puertas de los taxis se abren solas.
Todo está hecho con mimo y dedicación. En general, dejando a un lado las tiendas "todo a cien yen", en Tokio predominan los productos de buena calidad, y la buena presentación es muy importante. Por eso no me parece tan caro como algunos dicen.
Caracteres chinos. Para mi gran sorpresa, en Japón se usan muchos kanji (caracteres chinos) mezclados con el hiragana y el katakana (silabarios japoneses). Esto me permitió ser capaz de leer y entender algunas cosas, y me sorprendió descubrir que los nombres escritos en kanji de algunos sitios suenan parecidos a la pronunciación de esos kanji en chino. Un buen ejemplo es el nombre de la estación de metro Suitengumae (水天宫 - Shuitiangong).
A los japoneses no les da miedo hablar con extranjeros... en japonés. No les importa si los entiendes o no. Por mucho que te esfuerces en poner cara de turista confundido, ellos siguen echándote el rollo en japonés, sobre todo si estás en una tienda y el dependiente está intentando venderte algo. Esto crea situaciones muy extrañas e incómodas. No les pido que intenten usar inglés, pero al menos deberían dejar de insistir y pretender que se les entienda.
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Mascotas extrañas. En Tokio todo es posible, pero aun así cuando fui testigo de cómo una señora paseaba a su conejo, o de cómo otro señor paseaba a una pareja de hurones, no pude evitar una sonrisa de incredulidad.
Matcha. El té verde japonés es la bebida nacional por excelencia y se usa en todo: chocolates, helados, golosinas, mochi, Kit Kat, galletas, etc. Es obsesión.
Los aparcamientos de coches. Las imágenes valen más que mil palabras. Mirad el vídeo y entenderéis a qué me refiero.
Cuervos gigantescos por todas partes. Tienen unos picos enormes y afilados, pero no parecen perturbar a nadie y campan a sus anchas por la ciudad.
Patatas fritas con chocolate. Son un producto único del MacDonald's de Japón. Lo probamos una vez por curiosidad y nos gustó tanto que la curiosidad se convirtió en adicción.
Y aquí termina mi lista. Probablemente me haya dejado muchas cosas en el tintero, pero eso es lo que tiene pasar más de dos años en un país ligeramente parecido a Japón: el choque cultural ha sido mínimo.
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