domingo, 28 de febrero de 2016

Unas vacaciones inolvidables en Tokio

Con 37 millones de habitantes, Tokio está considerada la metrópoli más grande del mundo. Como os podréis imaginar, un viaje a un sitio tan vasto es difícil de organizar, y más difícil todavía de compartir, de modo que en esta entrada he intentado resumir todo lo que visité y, ocasionalmente, las impresiones que tuve de cada barrio. 


Día 1: Senso-ji y el mercado Nakamise

Sensoji es uno de los templos budistas más grandes y famosos de Tokio. Dedicado a la diosa Kannon o Guanying, y fundado en 675, es el más antiguo de la ciudad. Para llegar a él, primero hay que atravesar la famosa puerta Kaminarimon, y después el mercado tradicional Nakamise, ideal para comprar souvenirs y probar postres tradicionales.










Día 2: mezquita Camii, barrios de Shibuya y Shinjuku

La mezquita Camii, fundada en el año 1938 y reconstruida en el 1998, está un poco arrinconada y es difícil de encontrar, pero supone un contraste interesante con los rascacielos y casas de estilo japonés que la rodean. Fue construida con material importado de Turquía, y es desconocida por la mayoría de los turistas, por lo que se podría considerar una pequeña joya escondida en la ciudad. 




Shibuya es una visita obligatoria incluida en cualquier guía básica de Tokio, sin embargo no causó una gran impresión en mí. Es famosa principalmente por tres cosas: la estatua del perro Hachiko, el centro comercial Shibuya 109, y Shibuya Scramble Crossing. El Shibuya Scramble Crossing se refiere  a la masa de gente que cruza en el paso de cebra cercano a la estación de metro, mientras que Shibuya 109 está considerado un importante centro de moda en que surgieron muchas tendencias únicas de Japón. Según dicen, en este edificio se puede encontrar ropa extravagante, pero para mí fue decepcionantemente soso. En su lugar, recomendaría el centro comercial Loft





Shinjuku es parecido a Shibuya pero mucho más grande e interesante. Se divide en varios barrios, pero obviamente no pudimos terminarlos. Primero subimos al Metropolitan Government Building, desde donde se pueden disfrutar unas buenas vistas de Tokio gratis. Después, deambulamos por el barrio rojo Kabukicho, que nos cautivó con sus edificios altos y sus luces. 







Día 3: Harajuku - Santuario Meiji, Takeshita Dori, Santuario Togo, Omotesando


Situado en pleno corazón de Tokio, el santuario Meiji es uno de los pulmones de la ciudad. Rodeado de un vasto bosque, es una válvula de escape a la agobiante vida de selva de asfalto. Fue construido en 1926  para honrar a los espíritus deificados del emperador Meiji y su mujer, aunque el edificio actual data de 1948. Si se visita en domingo hay altas probabilidades de tener la suerte de ver una o más bodas shinto japonesas. 






A unos minutos andando desde el santuario Meiji se encuentra Takeshita Dori, la calle más famosa del barrio Harajuku, donde se dan cita los jóvenes con estilos más atrevidos de la cultura urbana japonesa, como decoras o lolitas. Es un sitio ideal para comprar ropa alternativa, snacks, y mezclarse con la gente más estilosa de Tokio. Aunque su tamaño es pequeño no es difícil pasar horas explorando sus interesantísimas tiendas.




En una calle cercana a Takeshita se puede visitar el pequeño santuario Togo, construido en 1940 para honrar al marqués Togo Heihachiro, considerado un héroe naval. En febrero se pueden admirar sus ume o albaricoques en flor.





Omotesando está considerada una de las zonas más exclusivas de Tokio, y es muy interesante arquitectónicamente. A menudo se la compara con los Campos Elíseos de París, y en sus calles se pueden encontrar muchas tiendas interesantes como Kiddy Land, el Kawaii Monster Cafe, y el centro comercial Laforet, mi favorito en Tokio y sobre el que me explayaré en una entrada futura. 







Día 4: vuelta al pasado en Kawagoe*

Día 5: jardín de Rikugien, Parque Ueno, Ameyoko y Akihabara

Rikugien es uno de los muchos jardines de estilo japonés que se pueden visitar en Tokio. Junto a Shinjuku Gyoen, está considerado el más bonito de la ciudad, y arrastra más de 300 años de historia. En su interior hay una pequeña casa de té en la que se puede probar té verde japonés (matcha) con un dulce tradicional relleno de judías rojas. 





El parque Ueno es un enorme espacio verde lleno de monumentos, museos, templos y santuarios, un mini parque de atracciones para niños, un lago, y hasta un zoo. Además, cuenta con una generosa cantidad de árboles de flor de cerezo o sakura, que atraen a masas de gente cada primavera.






Cercana al parque se encuentra Ameyoko, una calle que recuerda en cierto modo a los típicos night markets asiáticos y en la que se puede encontrar un poco de todo: restaurantes, snacks callejeros, marisco, ropa, etc. 




Para terminar el día nos dejamos caer por Akihabara, una importante área comercial especializada en productos electrónicos y anime (no por nada algunos la llaman "paraíso otaku"). Además de las tiendas, los conocidos como maid cafés, dedicados a clientela masculina y con chicas vestidas de sirvientas francesas, son muy comunes en la zona. Amantes del manga o no, es imposible que os deje indiferentes. 








Día 6: Palacio Imperial, Ginza, Shiodome, Torre de Tokyo, Roppongi

El Palacio Imperial actual se encuentra en la anterior ubicación del castillo Edo de Tokio y fue construido en 1888, poco después de que Tokio se convirtiera en la capital de Japón. Normalmente está cerrado al público, ya que sigue siendo la residencia oficial del Emperador de Japón y su familia. 




No demasiado lejos del Palacio se encuentra Ginza, el barrio más caro y exclusivo de la ciudad, que me recordó vagamente a la Gran Vía de Madrid. Su edificio más conocido es Ginza Wako, construido en 1932 y considerado el símbolo de Ginza.  




Shiodome es un barrio de negocios lleno de interesantes rascacielos que acogen oficinas de importantes compañías y centros comerciales. Fue abierto al público en 2002, y es una de las zonas más nuevas y modernas de Tokio. 




La famosa torre de Tokio fue inspirada en la Torre Eiffel y es un símbolo de la prosperidad económica de Japón tras la guerra. Mide 333 metros y fue el edificio más alto de Japón hasta 2012. 


Terminamos el día en uno de los barrios más nuevos de Tokio, Roppongi, famoso por sus centros comerciales y su zona de copas, y habitada por la gente más rica de la ciudad. No lo recomendaría a menos que se disponga de demasiado tiempo libre. 




Día 7: Museo Edo, Yanaka, Estación de Tokio

Decidimos empezar el día en el Museo Edo. El edificio cuenta con muchas exposiciones, y la exhibición permanente se encuentra en el sexto y quinto pisos. Ambos cubren la historia de Tokio durante el período Edo hasta hoy, y están llenos de datos curiosos, así como reconstrucciones de casas, teatros, etc. Fue interesantísimo y aunque pareciera pequeño no pudimos terminarlo. 



Yanaka Ginza es una pequeña calle en la que todavía se conserva el ambiente del Tokio de hace décadas, y a menudo es descrita como un sitio en el que reina "un ambiente rústico". Yo no estoy completamente de acuerdo, pero es cierto que no se parece en nada al resto de la ciudad. En ella se puede encontrar un poco de todo, pero a mí lo que más me gustó fue su comida callejera. 






La estación de Tokio es una de las más grandes e importantes de la ciudad. Es famosa por muchas cosas, pero yo fui allí por dos razones: ver su enorme fachada de ladrillos rojos e ir de compras en la Character Street, que se encuentra en el interior de la estación y es un conjunto de tiendas de personajes de dibujos animados como Pokémon, Hello Kitty, y Rilakkuma. 







Día 8: mercado y santuario Tsukiji, jardín Hama Rikyu, Odaiba

Cuando me estaba quedando sin sitios interesantes que visitar, me rendí a los consejos de las guías de Internet y le di una oportunidad al famoso mercado de pescado Tsukiji. Tsukiji es uno de los mercados más grandes e importantes de Japón, y según dicen los mejores chefs compran allí el pescado para preparar el sushi más fresco. El edificio en sí mismo no me parecía realmente interesante, así que no me importó que cuando llegáramos ya hubiera cerrado. Sin embargo, en sus alrededores se pueden encontrar decenas de restaurantes de sushi con precios desorbitados, así como alguna comida callejera interesante y marisco  un tanto extraño y de medidas descomunales. 






A cinco minutos desde el mercado se encuentra el templo de Tsukiji Hongan-ji, una fusión única de estilo oriental y occidental que me atrajo inmediatamente. Construido en 1934, alberga un órgano de estilo occidental en su interior. 





El jardín Hama Rikyu se encuentra a poca distancia de Tsukiji y ofrece unas vistas interesantes con rascacielos al fondo. Al igual que Rikugien, cuenta con siglos de historia, y originalmente fue concebido como la residencia de un señor feudal. 





Odaiba es una isla artificial ideal para pasear por la playa, ver la puesta de sol, ir de compras y admirar las vistas del Rainbow Bridge, especialmente de noche. La colosal estatua de Gundam del centro comercial DiverCity es una visita obligatoria, y está tan bien construida que da la sensación de que podría ponerse a caminar en cualquier momento. Recomiendo ir en barco desde el jardín Hama Rikyu. 






Día 9: Ceremonia del té y parque de Yoyogi

Para hacer más completo nuestro viaje, decidimos participar en la ceremonia del té que ofrece el Imperial Hotel de Tokio. Aunque se trata de una ceremonia auténtica, dura unos escasos 25 minutos y se podría considerar, más bien, una "muestra" para turistas, ya que en teoría debería durar horas. Dura poco y cuesta mucho (unos diez euros por persona, esto es, 1500 yen) pero vale la pena y además es una tradición única de Japón. Grosso modo, podría decirse que la ceremonia consiste en servir té con elegancia y armonía en un ambiente relajado, usando una habitación sencilla en la que todos los participantes se puedan sentir a gusto para poder estrechar relaciones. Cada detalle está cuidado a la perfección y los movimientos de la persona que sirve el té están milimetrados. 






Junto a Ueno, Yoyogi es el parque más popular e interesante de Tokio, especialmente para hacer "people watching". Se puede observar un poco de todo: desde grupos de ejecutivos bailando con sus impecables trajes negros, hasta gente paseando mascotas curiosas, como por ejemplo conejos. Además, cuenta con una zona exclusiva para perros con unas normas muy restrictivas y para la que se necesita una tarjeta de socio.  







Finalmente, pusimos punto final a nuestro viaje en el templo Senso-ji para comprar los últimos souvenirs, tomar los últimos postres y despedirnos de Tokio, una ciudad que nos robó el corazón y a la que esperamos volver en el futuro. 





*Puesto que el quinto día de mi viaje lo pasé fuera de Tokio, preferí escribir sobre esta excursión en una entrada aparte que espero publicar en breves.