domingo, 25 de junio de 2017

Uno de octubre de 2016: Quietud en el Templo del Caballo Blanco

Después de una peculiar visita al cementerio de Zhonghe, el padre de mi novio nos llevó a un templo de los alrededores, cuya estructura había llamado mi atención otras veces que merodeé por la zona. Se llama Templo del Caballo Blanco (白馬寺 Baima si) y al parecer solo es conocido por los habitantes de Zhonghe y por la gente más devota. Supongo que esto se debe a su ibicación en las montañas, que en realidad no es nada fuera de lo normal, ya que los templos taiwaneses están literalmente en todas partes. Aun así está medio "escondido" y eso contribuye a que sea lo que muchos turistas llaman una "hidden gem". Por eso, me pareció un remanso de paz en comparación con los ruidosos templos de Taipei centro, que a veces hasta tienen mercadillos que los rodean. 

Sin ánimo de ser cruel, el Templo del Caballo Blanco tiene una elegancia y sencillez que sobrepasa con creces la de la gran mayoría de templos que he visitado en Taiwán. No se puede encontrar mucha información sobre él online, pero a mí me pareció un híbrido de templo taiwanés y japonés (tal vez mucho más japonés que taiwanés). Se veía muy nuevo y estaba impoluto,  pero lo mejor de todo es que allí no había ni un alma. Según la información que encontré en un blog, se construyó en el año 1968 (parece mucho más nuevo y en otros blogs lo sitúan en 1974, así que tal vez se empezasen las obras en 1968 y se inaugurase en 1974) y está dedicado al Buda Shakyamuni. En cuanto llegamos me sentí extraña. Era como si nos estuviéramos colando en la casa de alguien importante: poco le faltaba para parecer una mansión. 









En los blogs también cuentan que el templo se construyó en las montañas de Nanshijiao (una parte del distrito de Zhonghe) porque en esa zona ya existían otros templos importantes (como el de Hongludi) y así tal vez podrían convertir esas montañas en un área de peregrinación. Aunque llama la atención por su diseño y sus dimensiones, lo más extraño de este edificio es que cuenta con un chozuya, que se podría definir como un pequeño pabellón de abluciones para purificarse antes de adorar a los dioses. Se encuentran en todos los santuarios sintoístas y en muchos templos budistas japoneses, pero se trata de una costumbre japonesa y esta fue la primera vez que vi uno en Taiwán. 



A menos que contéis con un buen amigo taiwanés que esté dispuesto a daros una vuelta en moto, la única manera de llegar al templo es en taxi desde la estación de metro de Nanshijiao (南勢角). Lo ideal si no habláis en mandarín es enseñar al taxista la dirección del templo en chino (新北市中和區興南路三段40巷26號). Para cerrar esta entrada, os dejo este link con fotos en las que se pueden apreciar las dimensiones del Templo del Caballo Blanco. 


domingo, 18 de junio de 2017

Uno de octubre de 2016: bullicio en el cementerio

Era una calurosa tarde de octubre. El padre de mi novio nos había propuesto que lo acompañásemos al cementerio a visitar la tumba de su madre y mi respuesta fue muy entusiasta. Me fascinan los cementerios de todos los países, y las tumbas taiwanesas en concreto porque tienen un diseño muy particular. No me imaginaba la estampa con que me iba a encontrar al llegar allí. 

El cementerio que visitamos se encuentra en el distrito de Zhonghe, y se llama 納骨堂 Nagutang. Esperaba tranquilidad, pero al llegar me quedé en shock. Parecía un mercado. A la entrada del edificio había una carpa con mesas donde se habían reunido familias con sus ofrendas. Charlaban animadamente mientras las preparaban y además las dejaban despreocupadamente sobre la mesa mientras se iban a otro lado. Incluso había un escenario con monjes rezando o cantando en alto con un micrófono y algunos fieles se unían a ellos. 





A día de hoy sigo sin tener claro qué clase de celebración era aquella, pero al parecer se trata de un festival que se hace cuatro veces al año, una vez por cada estación. Pero solo uno está dedicado a honrar a los antepasados, el que coincide con otoño y que se llama 秋祭 qiu ji. Normalmente, en Taiwán se escoge una fecha cercana al Doble Nueve, aunque en una fuente que encontré en inglés afirman que se hace en el mismo día y que en chino "doble nueve" es un homófono de "eterno", por eso se decidió venerar a los ancestros en esa fecha. Debe haber mucho más detrás, pero nadie ha sabido explicármelo, de modo que me he valido de dos fuentes en chino para informarme. Están aquí y aquí

Las ofrendas a los muertos en Taiwán casi siempre son comida y dinero fantasma, que según sus creencias los difuntos pueden usar en el Más Allá. Cuando llegamos, buscamos un huequito para nuestras propias ofrendas, seguí a mi novio y su padre y observé sus movimientos. Primero, cogieron tres palitos de incienso y ofrecieron uno a cada dios que había allí. Solo pude identificar a uno de ellos, el famoso Tudigong o Dios de la Tierra. 

Después, entramos en el edificio, ya que en lugar de las típicas tumbas de montaña este cementerio era interior. Las tumbas tan solo eran hileras interminables de pequeñas urnas que contenían las cenizas de los muertos. Para abrirlas, había que pedir las llaves y enseñar una identificación para demostrar los lazos familiares. Me chocó inmensamente ver aquello, y llegué a la conclusión de que los taiwaneses mueren de la misma manera que viven: apelotonados. En las urnas, además de las cenizas hay una foto en blanco y negro y también unas palabritas que supongo que serán epitafios o algo relacionado con religión. Una vez abierta la urna de la abuela de mi novio, ambos hicieron una pequeña reverencia, se quedaron en silencio un par de minutos y nos fuimos. Mientras salíamos del edificio me explicaron que el incienso no solo era una ofrenda, sino también una manera de medir el tiempo: cuando el palito ya está quemado por la mitad, es hora de volver a casa. No hice ninguna foto del cementerio por dentro en señal de respeto, así que he tomado esta foto prestada de esta página web



Pero antes de irnos hicimos una cosa más. Yo había observado que todas las familias tenían unas misteriosas bolsas rojas de papel cuyo contenido me intrigaba un montón. Pronto supe de qué se trataba. Las daban en el cementerio y se usan para depositar las ofrendas de dinero fantasma, pues ese día era tanta la gente con ofrendas que el quemador no daba abasto. Así pues, fui testigo de cómo las preparaban: primero, se deposita el papel fantasma en las bolsas. Después, se escribe el nombre de la persona que envía el dinero y el de la persona que lo va a recibir. Cuando está todo listo, la bolsa se deposita en una especie de contenedor común a la espera de ser quemado. 




Esta experiencia fue una de las más memorables que tuve en Taiwán en mucho tiempo, y espero repetirla algún día. Es curioso cómo un acto que para los europeos es de lo más solemne es tan estrepitoso en Taiwán. 


Preparativos para la universidad: cómo me preparé para ser aceptada en la carrera de chino de la NTNU

Ahora que todo ha terminado, y aprovechando el mal tiempo que asedia a Nuevo Taipei desde hace una semana, os voy a contar mis andazas estos últimos meses y el por qué de mi repentino abandono del blog.

En realidad esta historia se remonta a mucho atrás, concretamente el 2014. Por aquel entonces yo estaba en el segundo cuatrimestre de mi intercambio en la National Taiwan Normal University (NTNU) de Taipei y ya había decidido que quería que Taiwán fuese mi hogar para siempre. Pero necesitaba una "excusa" para quedarme, y la encontré un buen día en clase de italiano. Una compañera española me comentó que ella no era estudiante de intercambio, como yo había asumido desde que la conocí, y me contó que estaba haciendo la carrera de chino para extranjeros en la universidad. En ese momento vi la luz. Al salir de clase me dirijí inmediatamente al Centro Chino o MTC, donde yo también era estudiante, y pregunté por la carrera. Ellos se limitaron a darme un panfleto y el prospectus, y volví a casa con una alegría inmensa, aunque decidí no compartir mi idea con nadie por algún tiempo y preferí informarme antes en la ORI, la Oficina de Relaciones Internacionales. Ellos me explicaron todo lo relacionado con la carrera, me aconsejaron y también me advirtieron que es difícil entrar, pues el proceso de selección es diferente al español y solo se aceptan 50 estudiantes cada año (normalmente reciben unas cien solicitudes). Aunque no se hace selectividad, es recomendable tener algo que te avale, y pusieron énfasis en que hiciese el examen TOCFL (Test of Chinese as a Foreign Language o 華語文能力測驗 huayuwen nengli ceyan), un examen de chino que me daría el empujoncito que necesitaba. Cuando esto sucedió, el plazo para matricularse en las asignaturas del segundo cuatrimestre aún estaba abierto, así que no me lo pensé dos veces y me apunté a la clase Chinese Dialogue de la NTNU para hacerme una idea de cómo era la carrera. Fue la decisión más acertada que podría tomar y me abrió las puertas de la universidad en el futuro, pero de aquella no tenía ni idea. 

El nombre completo de la carrera en inglés es Chinese as a Second Language (華語文教學系 Huayuwen jiaoxue xi) y fue fundada en 2007. Podría decirse que es parecida a una filología. Los dos primeros años se dedican al aprendizaje del idioma mientras que durante los dos restantes se enseña historia, literatura y cultura de China y Taiwán. Hay muchas asignaturas interesantes como caligrafía china, traducción básica chino - inglés, Business Chinese, y Traditional Taiwanese Festivals. Aunque para mí la más bizarra es Chinese Traditional Dietary Culture. La carrera es muy completa y, sobre todo, muy exigente. En lugar de hacer selectividad, los alumnos potenciales deben matricularse directamente y enviar cierta información a la universidad para que los profesores de la facultad decidan quiénes merecen ser aceptados y quiénes no. Además, una vez comienza el curso, los estudiantes son divididos en tres grupos: A, B y C, siendo el A el grupo con el nivel más bajo, mientras que el B corresponde, grosso modo, con un nivel intermedio alto y el C con el nivel alto. Si el rendimiento de los estudiantes es bueno, pueden ascender de nivel.  Al tratarse de una carrera exclusiva para extranjeros, el Departamento (o facultad, según se mire) de Chino como Segunda Lengua presume de ser el más multicultural de Taiwán. Podéis leer más información en español sobre la carrera aquí


El TOCFL, sobre el que hablaré con detalle en una entrada futura, solo se hace dos veces al año en Taipei, en mayo y noviembre, así que unos meses después de ir a la ORI hice el examen, convencidísima de que aprobaría porque había hecho los exámenes de prueba de su página web y me habían parecido extremadamente fáciles. Craso error. Suspendí y me sentí avergonzada y decepcionada. El examen resultó mucho más difícil que las pruebas online y abandoné la idea de la universidad: no estaba preparada. Y en efecto, ahora miro hacia atrás y la seguridad que tenía en mí misma me parece casi infantil. ¡Había estado estudiando chino por tan solo nueve meses y pretendía aprobar un TOCFL!

Dejé que pasaran unos años, el asunto de la universidad me daba pereza. Llevaba una vida cómoda y no me apetecía abandonarla para llevarme otra decepción. Aun así, la idea rondaba mi cabeza vagamente. De repente, el 26 de agosto del año pasado, reaccioné y tomé la decisión de golpe. Volví a pensar en la universidad y me alarmé, ya que los TOCFL no tienen tantas plazas y temía que ya estuvieran llenas para el examen de noviembre. Era por la mañana y estaba en el bus de camino a Yonghe. En cuanto llegué a mi destino, busqué las fechas de los exámenes como si me fuera la vida en ello y me llevé una alegría, ya que el plazo para alistarse ni siquiera estaba abierto todavía. Me apunté las fechas y además me alisté a otro examen, también un TOCFL, llamado pilot test, cuya única diferencia respecto al examen que hice más tarde fue que no contaba, es decir, no era oficial sino un examen para tener una idea del nivel y también para familiarizarse con el sistema.

Los siguientes meses los pasé como una monja en el claustro (por eso no hay entradas sobre septiembre y muy pocas de octubre) y solo viví para estudiar. Se convirtió en algo obsesivo y hacía todo tipo de prácticas de lectura con periódicos (normalmente me decantaba por el sensacionalista Apple Daily, que es una basura pero trata noticias que puedo entender con mi nivel de chino) y vídeos de Youtube en este canal, que usa un montón de slang con el que no estoy familiarizada. Solo escuchaba los vídeos, jamás los veía para no tener "pistas". Intentaba que mis prácticas fueran lo más difíciles y parecidas al examen posible. Por las noches, veía dibujos animados en Youtube, y apuntaba todas las palabras que no sabía para estudiarlas después en una senda lista de vocabulario. También repasé todos los caracteres que había aprendido durante mi etapa en el MTC, y compré dos libros más. Hice las prácticas de la página del TOCFL otra vez y me puse límite de tiempo para contestar a las preguntas (igual que se hace en el examen) y también hice los exámenes de HSK, otro examen de chino que procede de China y que se divide en seis niveles (yo hice los niveles cuatro, cinco y seis y me resultó un poco difícil porque no entiendo bien el chino simplificado). A pesar de mis esfuerzos, las pruebas que hacía en casa siempre me daban suspenso o notas mediocres. Solo me sentí un poco más aliviada cuando aprobé el pilot test en octubre, pero seguí estudiando como si nada pasara hasta que una amiga vino a visitarme a finales de mes.  

Habíamos reservado un viaje a Seúl y poco después de ello me di cuenta de que las fechas coincidían con el examen "formal" de TOCFL. Se me cayó el alma a los pies. Al final, tuve que apoquinar 8000 NTD (más de 200 euros) para cambiar las fechas y llegué a Taipei tan solo una noche antes del examen, que no solo aprobé sino que además lo hice en el nivel que quería.


Un mes después, en diciembre, abrió el plazo para alistarse en la carrera, que está abierto hasta el último día de marzo. Aparte de descargar el prospectus de la página web de la NTNU, que explica el proceso para matricularse en todas las carreras, lo ideal es preguntar en la ORI, donde siempre están dispuestos a dar algunos consejillos. Yo ya había visitado antes de hacer el examen. Allí me explicaron el proceso de selección y me ayudaron a entender el perfil de estudiante que buscan en el departamento de chino. Mostrar ambición es imprescindible, transmitir que uno es trabajador es indispensable; y haber estudiado en el MTC ayuda mucho, ya que pertenece a la universidad. Un buen expediente académico también es primordial, y precisamente ese era mi punto flaco. Es una grado muy exclusivo y los profesores no están dispuestos a aceptar a cualquiera, sino a gente con potencial y que pretenda utilizar el chino a lo largo de su carrera. Pronto comprobé que era cierto en una especie de interrogatorio que me hicieron más tarde. 

Así pues, aparte de matricularse online, es necesario enviar todo esto por correo a la universidad: 

- Un financial statement (para demostrar que se pueden cubrir los gastos de vivir en Taiwán. Se puede usar la cuenta bancaria de otra persona, que debe firmar un papel haciéndose responsable) 

- Copias de expedientes académicos de la ESO y bachillerato (los profesores les dan mucha importancia, pues a través de ellos se hacen una idea de si los estudiantes son trabajadores o no. Deben ir acompañados de una traducción jurada al chino o inglés) 

- Copia de título de bachillerato (con traducción jurada) 

- Plan de estudios (para explicar los motivos de la elección de grado y universidad, dar a conocer los planes del estudiante tras graduarse, y hablar del background del estudiante, es decir, de los estudios previos. Es la oportunidad perfecta para venderse. Puede estar en chino o inglés) 

- Dos cartas de recomendación 

- Resumé 

- Autobiografía (se recomienda hacerla en chino y a mano, pues la idea es que los profesores evalúen al alumno) 

- Chinese proficiency certificate o una explicación de la anterior experiencia de aprendizaje en chino (yo incluí una copia del diploma de mi TOCFL y el expediente académico del MTC) 

- Grabación de audio de un minuto en chino 


Como podéis ver, uno de los requisitos son dos cartas de recomendación y, guiada una vez más por la ORI, pedí las cartas a dos de mis antiguas profesoras de chino, por dos motivos: el primero, que un profesor taiwanés siempre tendrá más influencia que un desconocido, el segundo, que muchos de los profesores del MTC también dan clase en la universidad, y eso facilitaría mucho mi entrada porque sería recomendada por un profesor de la propia facultad. Una de las cartas la pedí a mi antigua profesora del MTC, la que me pareció mas veterana e influyente. Otra la pedí a la profesora que había tenido en la universidad cuando iba a clase de Chinese Dialogue, y quise verla en persona. De esta manera, ella podría ver con sus propios ojos que merecía su ayuda. No fui a su oficina con más pretensiones que esas: ser convincente y que al menos al verme se acordase de mí, ya que habían pasado muchos años. Tardó un poco en reconocerme, pero una vez lo hizo me dio una bienvenida muy calurosa y, después de hacerme un pequeño interrogatorio para testar mi actitud (intentó asustarme asegurando que es una carrera muy dura con unos profesores súper estrictos, que muchos renuncian y que además es muy cara), me anunció sonriendo que le parecía que estaba más que preparada para la carrera porque tenía un buen nivel de chino, había mejorado de una manera espectacular y no me daba miedo el trabajo. Ella me aseguró que mucha gente es aceptada con un nivel mucho más bajo y bromeó diciendo que "si solo aceptásemos a los alumnos con más nivel, en este departamento solo habría vietnamitas". Yo le dejé caer que mis expedientes académicos eran mediocres, y ella admitió que las buenas notas son muy importantes pero al tratarse de una vieja conocida yo tenía las puertas abiertas. La guinda en el pastel fue cuando una de sus compañeras pasó por nosotras y ella dijo "mira, te presento a nuestra futura alumna". Fue un día muy feliz para mí. 


Pronto empecé a preparar el papeleo. Aproveché un viaje a España para hacer mis traducciones juradas allí, ya que los traductores que contacté en Taiwán solo me daban respuestas automáticas y me parecieron muy poco profesionales. Pronto estuvo todo listo y a pesar de la pereza que había sentido hace unos meses, lo cierto es que disfruté con algunos de los preparativos, por ejemplo, con mi plan de estudios. Me sentía más motivada y con más ganas de estudiar que nunca. Lo único que me dio dolor de cabeza fue la biografía en chino, en primer lugar porque no sabía si los profesores buscaban un texto corto e informal o un texto más formal y largo. Al final me decanté por lo simple y breve e hice una biografía de una página y media. Primero la redacté en el ordenador y después de perfeccionarla me dispuse a escribirla a mano. Esta fue la parte complicada. Creo que las primeras impresiones son cruciales, así que antes de dar el paso y empezar la versión a mano, practiqué todos los caracteres con los que no estaba familiarizada del todo. Practiqué durante días (exámenes caseros incluidos) hasta que los dominé, pero cada vez que llegaba la hora de escribir me ponía demasiado nerviosa: un solo fallo me obligaría a tirar a la basura todo lo que ya había escrito y volver a empezar. Me lo tomaba tan en serio que me bloqueba y hasta los caracteres más básicos se me olvidaban o los escribía mal. Fue un caos. 

Cuando por fin estuvo todo listo, escogí un día para entregarlo en persona en la ORI. Como ya había empezado febrero, decidí escoger una fecha que me parecía "auspiciosa": el ocho de febrero. El mismo día hacía cuatro años había ido a mi antigua universidad a entregar los papeles para solicitar el intercambio con la NTNU, así que me pareció un día de buena suerte. Después, solo quedaba esperar hasta el doce de mayo, día que anunciarían la lista de alumnos seleccionados. Me lo tomé con calma al principio, pero he de admitir que en la última semana estaba impaciente. El doce de mayo a las 00.00 por fin recibí la buena noticia de mi admisión en el departamento de chino, y empezaré las clases el once de septiembre. 

Lo que empezó como una mera excusa para alargar mi estancia en Taiwán se ha convertido en mi gran sueño y motivación. Y aunque sé que esta entrada me ha quedado demasiado larga, quiero cerrarla con una anécdota que me persigue estos últimos años. Antes de plantearme si quiera la posibilidad de ser estudiante de intercambio en Taiwán, en diciembre de 2012, una amiga y yo estábamos charlando en la biblioteca de la universidad. Ella me comentó que le gustaría aprender chino porque es la lengua del futuro. Mi respuesta fue la siguiente: "¡Estás loca! el chino es un idioma imposible, hay que memorizar miles de caracteres. Yo nunca jamás intentaré aprender chino". Imaginaos la risa que me da cada vez que recuerdo mi rechazo absoluto a aprender un idioma que ahora forma parte de mí. He conseguido más de lo que jamás podría haber soñado y me siento inmensamente orgullosa. No me llega la hora de empezar mi nueva vida y perfeccionar el idioma que amo y que ha mejorado mi autoestima y motivación a niveles agigantados. 

sábado, 17 de junio de 2017

21 de agosto de 2016: de vuelta en Yangminshan

Yangminshan, uno de los parques nacionales de Taiwán, es tan extenso que es posible visitarlo a menudo sin aburrirse. Esta vez aprovechamos una tarde soleada para conocer Xiaoyou keng, uno de los hot spots de la zona, famosa por su actividad volcánica. 

Una vez en Yangminshan, dimos un agradable paseo que nos llevó a un mirador desde el que pudimos ver el monte Xiao Guanyin y el monte Zhuzi, que no estoy segura de si se corresponden con mis fotos o no. 





Dicen que el olor a azufre es insoportablemente intenso en Xiaoyou keng, pero he de confesar que yo apenas me percaté de él. Xiaoyou keng es famoso por las pequeñas neblinas que forma, o más bien, por el humo que expulsa a causa de su actividad volcánica, ya que se trata de un volcán durmiente. 





Habíamos salido de casa tarde y pronto llegó la hora de cenar. Yangminshan es conocido por sus restaurantes, que sirven comida cultivada allí mismo, especialmente verduras y hortalizas. Se trata de una especie de restaurantes - granja y decidimos probar uno. El que escogimos, recomendado por una conocida, se llama Qingcai yuan 青菜園 o "jardín de las verduras". El restaurante en sí mismo parecía un garaje de barrio con las mesas y sillas más cutres y el alboroto era insufrible. Un caos total, y estaba abarrotado. En lugar de un menú, había unos papeles mugrientos pegados a la pared con los nombres de los platos y para pedir comida había que dirigirse directamente a los cocineros. Yo estaba tan confusa y agobiada en aquel sitio que dejé que pidiesen la comida por mí, a fin de cuentas en este tipo de restaurante lo normal es no pedir platos individuales sino compartir todo lo que se sirve. Pedimos sopa de pollo, revuelto de setas, carne de ternera y una verdura que no he sido capaz de identificar. No sabría decir si estaba bueno o malo, para mí no fue nada especial y, como me pasa el 90% de las veces en comidas tradicionales chinas, me morí de hambre, ya que compartíamos la comida entre cuatro. Además el precio, como era de esperarse, no era precisamente módico (creo recordar que pagamos 300 NTD cada uno, o sea, casi nueve euros), pero aun así lo recomendaría para tener una experiencia diferente. 







20 de agosto de 2016: bufet de sushi en Taipei

Los bufets de sushi no son realmente comunes en Japón, cuanto menos en Taiwán. Pero cansados de satisfacer a medias nuestros antojos de suhi en cadenas de poca calidad como Sushi Express, un día decidimos tirar la casa por la ventana y buscar un bufet de sushi en Taipei. 

Nuestra búsqueda nos llevó a Qiu Liaoli 秋料理 (Aki Japanese Sushi en inglés, cuya página web podéis encontrar aquí) que significa "cocina de otoño". Se trata de un restaurante elegante y tranquilo en el distrito de Daan, cuyo precio lo hace especialmente atractivo: solo cuesta 600 NTD por persona, es decir, unos 17 euros, que es un regalo tratándose de sushi. Puesto que en realidad no es un restaurante bufet, su sistema de "todo lo que pueda comer" es curioso. Una vez llegamos, nos acomodaron en el sushi bar y nos sirvieron sopa miso, pescado, ensalada, té y otros entrantes típicos de Japón. Después, el dueño, un señor entrado en años, nos explicó que primero nos servirían un par de cada pieza de sushi que ofrece el restaurante para que probásemos todas las variedades. De esta manera, cuando llegase el momento de pedir nuestra comida sabríamos cuáles nos gustaban y sería más fácil decidir y evitar el desperdicio de comida. Más tarde, nos trajeron el menú e hicimos nuestro propio pedido, pero no fue tan sencillo, pues el sushi solo se puede pedir de una vez, aunque sin límite (es decir, puedes pedir cien piezas si se te antoja). En Tokio nos habíamos terminado 80 piezas entre mi novio y yo pero había sido una tortura, así que esta vez fuimos prudentes, ya que las piezas que se dejan sin comer deben ser pagadas aparte. Aunque pedimos entre 60 y 50 en total, al final fue inevitable sentirse como si estuviéramos en uno de esos famosos concursos de comida japoneses. 






A pesar del buen servicio del atento dueño del restaurante, ambos salimos de allí aborreciendo el sushi, y hasta fuimos testigos de cómo la pareja de al lado, que había pedido más que nosotros, fue al baño a vomitar para seguir comiendo. ¿Lo recomendaría? No lo sé. Buena relación calidad - precio no le falta, pero no es para cualquiera. 


domingo, 11 de junio de 2017

Las auténticas memorias de una geisha

Muchos mitos rodean al misterioso mundo de las geishas japonesas, tanto en Japón como en el extranjero. Existe demasiada confusión sobre sus verdaderas funciones y a menudo son confundidas con oiran (prostitutas de lujo populares en el período Edo) o con prostitutas que se disfrazaban de ellas. Por si esta confusión no fuera suficiente, un día a un señor americano llamado Arthur Golden se le ocurrió la genial idea de escribir una bazofia titulada Memorias de una Geisha. A pesar de haberse documentado a conciencia para tal responsabilidad, se tomó la libertad de manipular por completo la verdad, favoreciendo todavía más los prejuicios contra las geishas en el extranjero, sexualizando por completo su mundo. Entre otras cosas, el escritor tuvo el gran atrevimiento de narrar cómo las geishas venden su virginidad al mejor postor en su mizuage (esto es falso, solo las oiran llevaban a cabo esta práctica) una ceremonia que celebra el paso de la maiko o aprendiz de geisha a la edad adulta. El libro se convirtió en best seller y, por si esto no fuera suficiente, al cabo de unos años se rodó una película con el mismo nombre, todavía más insultante, vulgar; con fallos vergonzosos en maquillaje y vestuario, bailes inventados que nada tienen que ver con las delicadas danzas japonesas de las geishas verdaderas, con actrices chinas en los roles de protagonistas y un director americano que obviamente no tenían conocimientos sobre geishas. 

Aunque en esta entrada me proponía centrarme exclusivamente en los libros de Arthur Golden y Mineko Iwasaki, no pude evitar tomarme la molestia de explicar, en un breve resumen, las deficiencias de maquillaje y vestuario en la película. En el primer vídeo que he puesto debajo de este párrafo podéis ver una​ danza de geishas de la película y compararla con las verdaderas danzas de geishas del segundo vídeo. Huelga decir que el baile de "nieve" es un invento moderno que  no guarda relación alguna con la realidad. Pero personalmente para mí lo más horrible es que la actriz lleva geta (los zapatos de madera) de plataforma alta, como  los de  las prostitutas que mencioné en el primer párrafo y que las geishas no  pueden calzar bajo ningún concepto. Fijaos también en el kimono y, sobre todo, el maquillaje.








En efecto, los fallos de la película Memorias de una Geisha son demasiados para dar cuenta de todos ellos en esta entrada. No soy una experta en geishas, pero tengo ciertas nociones básicas sobre ellas y aun sin tenerlas creo que las diferencias en el vestuario y el maquillaje son obvias en tan solo una foto. La primera foto, que he cogido prestada de esta pagina web, muestra a la actriz china Zhang Ziyi vestida como maiko o aprendiz de geisha en una escena de Memorias de una Geisha. Aunque no me he molestado en volver a ver la película, deduzco que su debut como geisha es reciente y que debería lucir un wareshinobu, el peinado tradicional que llevan todas las maiko cuando todavía son junior, o alguno de los otros peinados que lucen las maiko a lo largo de su carrera. Sin embargo, la actriz lleva un moño corriente que no se corresponde en absoluto con ninguno de los elaborados estilos de las maiko, que podéis consultar en esta página. Pasemos al maquillaje. Las maiko junior, es decir, las que todavía no han cumplido un año como maiko, solo se pintan de rojo la parte inferior del labio y, cuando transcurre el año, se pintan la parte inferior y superior, pero no lo hacen por completo, es decir, dejan parte de los labios sin pintar para crear la ilusión de una boca pequeña, que es parte de la estética de las geishas y maiko. Zhang Ziyi se pinta los labios enteros y tampoco lleva el característico maquillaje rojo en los ojos y cejas; además su cara no está pintada de blanco por completo como una verdadera maiko. Por otro lado, su kimono es, simplemente, de risa. Para las geishas, los kimonos son sagrados, cada uno está hecho a mano y se consideran auténticas obras de arte. Se hacen de seda y a veces incluso son diseñados por las propias geishas. El kimono de Zhang Ziyi es, simplemente, vulgar. Parece un trapo que se ha comprado en una feria. Salta a la vista que NO es de seda (y si lo es, desde luego, se trata de seda de la peor calidad) las mangas son demasiado cortas (deberían llegarle casi hasta los pies) y aun por encima su obi no tiene obijime (una especie de cordón que se utiliza para que el nudo del obi de la maiko no se deshaga) ni pocchiri (una joya que se coloca en el obijime, el objeto más caro del ostentoso vestuario de las maiko), dos piezas imprescindibles en el vestuario de una maiko. La segunda foto muestra a la encantadora maiko Ichiharu, una auténtica maiko de Gion Kobu, el distrito de geishas más prestigioso de Japón. En la foto de Ichiharu se aprecia claramente el pocchiri, que está más o menos a la altura de su ombligo.





Desde un punto de vista occidental estos detalles podrían​ parecer insignificantes pero el vestuario de una geisha está​ muy estudiado, se prepara minuciosamente, cuesta grandes sumas de dinero e incluso se ajusta a cada estación del año.

Ahora que he terminado de desahogarme contra el desastre de la película, pasemos al libro, del que por suerte tengo recuerdos muy vagos. En esta entrada me propongo dar a conocer la verdadera historia detrás de Memorias de una Geisha, que debería considerarse una novela de ficción. Para escribir Memorias de una Geisha, Arthur Golden entrevistó a Mineko Iwasaki, una geisha retirada que fue la más famosa de Japón. Aparte de manipular totalmente la información proporcionada por ella, el escritor incluyó su nombre en los agradecimientos del libro, violando la intimidad de Mineko Iwasaki, que más tarde lo denunció, pues él había prometido no desvelar su nombre, ya que el mundo de las geishas es muy hermético  y aunque no exista ninguna norma escrita, en teoría ella no debería conceder ese tipo de entrevistas. Por si esto fuera poco, el libro propaga tantas mentiras injustas sobre las geishas que prácticamente se podría considerar una campaña de desprestigio contra ellas, cuya reputación es muy importante. Por lo tanto, la publicación de esta novela y la colaboración de Mineko Iwasaki fue tomada como una gran ofensa en el karyukai (que grosso modo se podría definir como "comunidad de maikos y geishas" aunque su traducción literal es diferente) y Mineko Iwasaki no solo perdió amistades, sino que hasta recibió amenazas de muerte. Por eso, decidió tomar la revancha y contar su verdadera historia en un libro titulado Vida de una geisha, que salió a la luz en el 2003.


En general, Vida de una Geisha ha recibido buenas críticas. Personalmente, a mí me decepcionó bastante. Carece en absoluto de calidad literaria, los primeros capítulos sobre la infancia son pesados y no guardan demasiada relación con la vida de geisha, y por momentos incluso me pareció que faltaba cierta coherencia (tal vez se deba a que la versión online que encontré, traducida al español, no era demasiado buena). Por otro lado, no me agradó especialmente enterarme de que la geisha más famosa y admirada de Japón no se esforzó para llegar a ser la número uno por vocación, sino más bien por orgullo; y que de hecho ella al comienzo de su carrera ni siquiera sentía gran interés por ser geisha y solo le interesaba el baile. Aunque detesto las novelas que pretenden conmover al lector, la lectura del libro de Iwasaki se me hizo muy fría y falta de sentimiento. Tampoco me resultó especialmente informativa y no leí nada que ya no supiese sobre geishas. Esperaba más detalles, vaya. Pero a fin de cuentas se trata, tan solo, de una autobiografía y a pesar de mi decepción recomendaría leerla a quienes quieran saber la verdad sobre las geishas, sus carreras, y sus ajetreados estilos de vida. Si habéis leído Memorias de una Geisha os sorprenderá lo diferentes que son ambas historias. Podéis descargar Vida de una geisha gratis en este link.

No me voy a molestar en comentar nada sobre la versión del sinvergüenza de Arthur Golden. Por desgracia, años atrás, yo también fui víctima de su novelita mediocre, y de hecho fue gracias a ella y a un pésimo documental que empecé a interesarme y a admirar a las geishas, que hoy en día siguen siendo mi inspiración y ejemplo a seguir. Mi consejo: por favor, tirad Memorias de una Geisha a la basura y no veáis su horrible película. Es un insulto a las geishas y maiko y a todo lo que representan. Arthur Golden no es más que un charlatán que solo buscaba dinero y fama y no dudó en distorsionar la realidad a su antojo para escribir una historia morbosa que intrigase a los lectores para vender. Tanto el libro como la película son apropiación cultural en su más puro estilo y han sido creados desde un punto de vista occidental para satisfacer gustos y fantasías occidentales. Leed a Mineko Iwasaki o, si os apetece ir más allá, el libro Geisha de la antropóloga Liza Dalby, que yo aún no he leído pero que está considerado la gran "enciclopedia" sobre geishas.