lunes, 29 de agosto de 2016

School's not out for summer*

Hoy empezó oficialmente la vuelta al cole en Taiwán y la gran mayoría de escuelas públicas y privadas abrieron sus puertas. Seguramente muchos recordéis con nostalgia los veranos de playa y calor, sin más preocupaciones que hacer la obligatoria digestión de dos horas después del bocadillo o que los diabólicos niños de la toalla de al lado no os destrozasen los castillos de arena. Pero en la Ilha Formosa no todos acumulan recuerdos tan entrañables: las vacaciones veraniegas vienen con trampa. 

Dejando a un lado el grueso cuadernillo de deberes que se lleva a casa cada niño independientemente de los sobresalientes que haya sacado, mandarlos a clases en verano es casi una tradición. Vale, "clases de verano" no suena tan duro, ¿verdad? A fin de cuentas los críos tienen demasiado tiempo libre. Pero, ¿y si os dijera que la mayoría pasan toda la mañana y gran parte de la tarde separados de sus padres, haciendo deberes y teniendo clases? 

Esto es lo que se conoce como summer camp o shujiaban 暑假班, que tal vez suene divertido pero está lejos de serlo, pues su nombre engaña: no se trata de ningún campamento, sino del programa de clases de verano que ofrecen las academias, cram schools o buxiban 補習班 taiwanesas. Normalmente estas clases, de carácter poco formal, se imparten por la mañana para repasar los contenidos del curso y no es raro que incluyan exámenes o se exija a los alumnos que memoricen lecciones. Los summer camp cumplen la función que ocupa el colegio el resto del año: mantener a los niños ocupados. Ya sea porque no se pueden hacer cargo de sus hijos o porque esperan unos deberes de verano impecables en la vuelta al cole, son muchos los padres que deciden confiar sus niños a los profesores. 

Las academias por su parte abren muy temprano por la mañana (tal vez a eso de las 7:30), para que los padres que necesitan ir a trabajar dejen a los niños allí haciendo deberes bajo la atenta mirada de los profesores, que en realidad parecen niñeras, hasta que empiezan las clases. Aparte de deberes, los pequeños hacen su vida en las aulas: toman el almuerzo, la merienda, duermen la siesta de una a dos, se toman sus medicinas, y si es necesario el personal de la academia se encarga de llevarlos al médico o a otras clases en diferentes academias. Pasan más horas entre pupitres y cuadernos que con sus familias y no hay límite de tiempo para recogerlos, lo que significa que muchos permanecen allí pasando horas muertas, esperando por sus padres ansiosamente después de que las clases terminen, sin nada que hacer. Tal vez esto parezca un abuso, pero en general las academias son lo más serviciales posible: no existe la palabra "no". Cualquier servicio que los padres soliciten es una realidad inmediata, ya que la competencia es brutal y nadie quiere perder alumnos. 

Pero no todo es malo: las excursiones también son populares en los summer camp. Barbacoas, piscinas, pistas de patinaje, parques de atracciones y hasta panaderías ocupan el tiempo de los niños, ya que los dueños de las academias consideran muy importante que se lo pasen bien y quieran repetir cada año.






*El título de esta entrada es un guiño a la famosa canción de Alice Cooper, School's out for Summer 

jueves, 18 de agosto de 2016

23 de julio de 2016: Verano azul en la costa de Keelung

El parque de Chaojing es uno de esos tesoros escondidos para los turistas extranjeros en la costa norte de Taiwán. Eclipsado por otros puntos más turísticos como Yehliu, Chaojing es frecuentado por familias con niños para aprender sobre vida marina, de hecho, no está lejos del National Museum of Marine Science and Technology. 

Se encuentra a una hora de Taipei, en la mini ciudad costera de Keelung, famosa por su puerto y su Festival de los Fantasmas en verano. Las vistas se dan un aire con las formaciones rocosas de Yehliu, y pasamos un rato caminando sobre sus resbaladizas rocas, donde descubrimos bebés estrella de mar, pececillos, y cangrejos de tamaño considerable. En los alrededores se vendían cometas, y hasta tuvimos la oportunidad de ver y fotografiar unos loros que estaban cerca de la entrada con sus dueños, probablemente preparándose para algún show. No llegamos a enterarnos de por qué estaban allí, pero todos tenían cadenas y no me quise acercar mucho por miedo a convertirme en cómplice de algo condenable. 









Al terminar nuestro paseo condujimos hacia un mirador próximo, el Badouzi Wangyou Valley, que en realidad parece ser un conjunto de senderos y miradores con vistas al mar y las montañas. Al contrario que en el parque de Chaojing, apenas había visitantes y el ambiente era muy relajado, pues estaba en una colina. Las vistas eran de cinco estrellas: por un lado se podía ver el parque de Chaojing, por otro la ciudad de Keelung, y también el islote de Keelung, que todos confundimos con la isla de Guishan. Nos quedamos hasta el atardecer y nos despedimos de Keelung con unas vistas inolvidables. 






miércoles, 17 de agosto de 2016

Medio mes con las puertas del infierno abiertas

Hoy se cumple medio mes desde que las puertas del infierno se abrieron para permitir a los fantasmas visitar la tierra. Como ya expliqué en una entrada anterior, este fenómeno se conoce como el Mes de los Fantasmas o Zhongyuan jie 中元節 y se celebra cada año en Taiwán y demás países asiáticos influenciados por China. Es un periodo lleno de supersticiones y prohibiciones, pues toda precaución es poca para evitar que los fantasmas se inmiscuyan en los asuntos de los vivos y causen desgracias. Para mantenerlos contentos se hacen incesantes ofrendas de dinero fantasma (que teóricamente se puede usar en el Más Allá), se ofrecen "banquetes" al aire libre a los que no asiste nadie, y según me han contado incluso existen funciones de ópera taiwanesa para entretener a los espíritus. Son muchos los tabúes que se asocian con este mes, así que los resumiré explicando que esta es la peor etapa para hacer cualquier cosa, especialmente empezar algo nuevo como por ejemplo un negocio.  

Esta noche, para seguir con las costumbres del Mes de los Fantasmas, los templos dieron un pequeño desfile por las calles de las ciudades. Por muy solemne que pueda sonar la idea, en realidad es un espectáculo ruidoso, acompañado de música discotequera y camionetas con luces de colores donde van las figuras de algunos dioses. Parece un carnaval. 

             

Sin embargo, la peculiaridad de este desfile es apenas imperceptible para un extranjero: cada templo transporta consigo faroles con su nombre escrito. Ante tal estampa, no me pude resistir a preguntar a mi familia taiwanesa a qué se debía aquel cambio (normalmente los desfiles religiosos en Taiwán se hacen de día y no incluyen faroles), así que me explicaron que los faroles estaban allí porque esta noche es el Festival de los Faroles de Agua. Los faroles de agua son radicalmente diferentes de los que normalmente se encuentran en los templos, ya que están hechos de papel y tienen forma de casas, barcos o templetes. Al parecer, se ofrecen a los fantasmas de manera simbólica para guiarlos con sus luces, pues la tradición es lanzarlos al mar y quemarlos después de los desfiles. Cada templo hace una ofrenda de faroles de agua a los fantasmas y en el mismo día cambia los suyos, es decir, los faroles que normalmente se encuentran en los templos. Por eso los faroles tanto de plástico como de papel pueden formar parte del desfile y llevan el nombre del templo al que pertenecen: los fantasmas deben saber de donde proceden las ofrendas. Esto es lo que me han contado, sin embargo otras versiones de Internet aseguran que, por ejemplo, en el famoso festival de Keelung los faroles de papel son entregados por familias, así que tal vez sea diferente en cada lugar. 

Además de los faroles, se utilizan unas plantas (según mis fuentes, ramas de bambú) para atraer a los fantasmas, invitarlos al desfile y asegurarse de que están presentes en el momento de dejar los faroles de agua en el mar. 

El Festival de los Faroles de Agua está considerado el clímax del Mes de los Fantasmas, pero eso no significa nada: aún queda medio mes de convivencia con los espíritus. 




martes, 16 de agosto de 2016

16 de julio de 2016: De excursión en el parque Yangminshan

El popular parque nacional Yangmingshan fue hasta hace muy poco un gran desconocido para mí, tal vez porque las pocas veces que me había aventurado a hacer el viajecito hasta la montaña siempre me había parecido agotador y poco gratificante, especialmente por culpa de los horribles atascos que se forman los fines de semana. 

Esta vez nos desplazamos allí para subir a la montaña Datun o Datun Shan (Shan significa montaña en mandarín), famosa por sus vistas. Llegamos tarde, a eso de las tres del mediodía, y como no podía ser de otra manera estábamos deshidratados, quemados y sudados por todo el cuerpo, pues aquella semana había sido una de las más calurosas del año. 

Datun, que es en realidad un volcán, es uno de los muchos picos de Yangminshan, sin embargo en su día fue el primer parque nacional taiwanés, fundado por los japoneses en los años treinta. Antes de llegar pasamos un par de puntos interesantes, uno de ellos Lengshuikeng, cuyo nombre se traduce como "hoyo de agua fría". Apenas paramos unos minutos para admirar las vistas y seguir con nuestro camino, pero según parece Lengshuikeng es famoso por sus aguas termales, ligeramente más frías que las demás y a las que se puede acceder gratis. También hay un mirador, baños públicos y una cafetería, cosas que se agradecen en un día caluroso. 






Las montañas que vimos al pasar Lengshuikeng nos parecieron alucinantes, y en pocos minutos llegamos a una pequeña estación de servicio desde la que partimos a Datun, no sin antes parar en Erziping, que nos pillaba de paso. Erziping es un sendero muy concurrido en Yangminshan, pero era tarde y tan solo nos detuvimos en uno de sus pequeños lagos, donde había algunas familias de picnic. Era agradable, pero nada especial y no perdimos demasiado tiempo allí. 





En pocos minutos llegamos al plato fuerte de nuestra pequeña excursión, el mirador de la autopista Bailaka, a los pies de Datun. Las vistas son realmente increíbles, y el canto de las cigarras invitaba a disfrutar el paisaje y dejar la mente en blanco. Nuestro mayor objetivo, la cima de la montaña, parecía cercano, así que dejamos las motos aparcadas y nos dispusimos a subir un caminito estrecho y lleno de bichos del que pronto desistimos: a medida que caminábamos parecía más empinado e interminable. Eso sí, una vez más fuimos recompensados con un precioso panorama. Finalmente llegamos a la cima de Datun en moto, y aunque me gustó más Bailaka, reconozco que Datun también es bonito. Estaba lleno de fotógrafos esperando la puesta de sol, y pudimos ver el barrio de Shilin, parte de Tamsui, y Sanzhi. Terminamos la tarde con la puesta de sol y volvimos a la ciudad. 










lunes, 15 de agosto de 2016

Diez de julio de 2016: En la cafetería de gatos

Aunque el mérito se lo haya llevado Japón, la primera cafetería de gatos surgió en Taipei hace más de una década, allá por 1998. El éxito fue abrumador y en seguida atrajo a turistas, especialmente japoneses, que no perdieron el tiempo e importaron la idea a su país, ayudando de esta manera a popularizarla en todo el mundo. 

En Taiwán sigue habiendo muchas, y nosotros de casualidad dimos con Miao, una cafetería pequeña y discreta en un rincón de Xinyi, la zona de compras por excelencia de Taipei. Me chocó que fuese obligatorio lavarse las manos al entrar y que antes de darnos el menú nos entregaran un folleto con las normas de la casa. El edificio se compone de dos pisos, uno de ellos un bajo exclusivo para los gatos donde tienen comida, juguetes, sofás, etc. Para acceder a esta sala es imprescindible quitarse los zapatos y no hay límite de tiempo ni tampoco ningún tipo de vigilancia. En resumen, describiría a Miao como  el tipo de cafetería acogedora y hogareña, de tamaño pequeño, como es habitual en Asia, y con unas bebidas y comida a precios inflados y de pésima calidad, aunque al tratarse de una especie de restaurante temático no tenía grandes expectativas. 






Los gatos son más bien indiferentes a los visitantes, pero al margen de eso son preciosos y está permitido fotografiarlos siempre que el flash esté desactivado. Personalmente, mi favorito fue un majestuoso bengala, una raza resultado de un cruce de gato doméstico y gato leopardo salvaje en los laboratorios estadounidenses en los sesenta. Lo había visto antes en los escaparates de las tiendas de animales de Taipei y siempre había llamado mucho mi atención: es ligeramente más grande que las demás razas, tiene unos penetrantes ojos amarillos, pelaje moteado, y básicamente parece un leopardo en miniatura. Esta fue mi primera oportunidad para interactuar con uno. Además de los gatos, también había un pequeño shiba inu, una raza de perro japonés muy popular en Taiwán. 


Miao me pareció una experiencia positiva en general, pero la próxima vez que se me antoje compañía felina intentaré buscar un sitio donde la comida y las bebidas sean más decentes. 





lunes, 8 de agosto de 2016

Nueve de julio de 2016: De compras en el paraíso de la electrónica

Los aparatos electrónicos nunca han sido mi fuerte, así que a pesar de haber ido al mercado Guanghua muchas veces en Taipei (o centro comercial, según se mire) nunca había llamado mi atención hasta hace relativamente poco. 





Su nombre oficial en inglés es Guanghua Digital Plaza y atrae a hordas de turistas y taiwaneses ávidos de gangas cada fin de semana. Se compone de un total de seis pisos que teóricamente están divididos en secciones, sin embargo solo el primero y el último tienen funciones definidas. El primero se centra en exhibiciones y venta de ordenadores, tiene algunos restaurantes con food court y dos cafeterías; el sexto carece de tiendas al tratarse de un centro de reparación. Aunque parezca increíble por su tamaño, en su interior se pueden encontrar alrededor de unas 196 tiendas, cada una de las cuales ocupa un espacio muy limitado, como es común en Asia. Existe cierta competitividad entre los vendedores, ya que la mayoría ofrecen los mismos productos a precios similares e intentan conseguir la atención de los clientes potenciales con ofertas jugosas y anuncios que, para mí, junto con el mini tamaño de las tiendas y las muñequitas de anime que dan la bienvenida a los visitantes, le da un toque caótico e interesantemente taiwanés.








El edificio que se puede ver en la actualidad es relativamente nuevo, sin embargo el mercado data de 1973, empezó como un mercadillo de libros y fue abierto por iniciativa del gobierno de Taipei.  Dejando a un lado ordenadores y teléfonos móviles, en Guanghua se pueden encontrar DVDs, cámaras de fotos, accesorios de toda clase, piezas de ordenador, etc. Por si los seis pisos no fueran suficientes, en las calles que lo rodean también hay tiendas de aparatos electrónicos en abundancia como Sony, Samsung, Asus, MSI, Acer, HTC y otras (estas cuatro últimas son empresas taiwanesas) así que es recomendable echar un vistazo tanto por dentro como por fuera. Merece una mención especial la tienda de electrónica Jinhua (今華電子 Jinghua dianzi) un universo aparte donde se pueden encontrar todo tipo de pequeños objetos, especialmente clavijas. En su interior una se siente como si hubiera entrado en una diminuta sala de coleccionista. 



domingo, 7 de agosto de 2016

Dos de julio de 2016: Un mundo de color y fantasía en Lolita Wonderland

Lolita Wonderland fue una pequeña exposición y mercado dedicado a la subcutura japonesa de las lolitas. El lugar escogido para celebrarlo fue el Taichung Cultural and Creative Center, cercano a la estación de tren de la ciudad.





La subcultura lolita surgió en Japón en los años ochenta como una manera de manifestar admiración e interés por la moda europea de la época victoriana. Así pues, a las que se hacen llamar lolitas les gustan los encajes, corsés apretados, etc., aunque hoy en día el estilo ha evolucionado y casi todo está permitido. Existen muchos estilos diferentes, pero los más populares son el goth loli (estilo lolita gótico en el que los tonos oscuros son protagonistas) y el sweet lolita (apariencia angelical y ropa de tonos pastel). 

Nos metimos en el bus de la compañía más barata de Taipei y por apenas 180 míseros NTD nos hicimos las dos horas de autobús de Taipei a Taichung. No estaba preparada para lo que me esperaba: un gran número de fotógrafos se habían reunido allí con la esperanza de hacer fotos de lolitas o chicas de estilo similar, entre las que me encontraba yo misma. Estaban al acecho en cada esquina, y no era para menos: lolitas preciosas iban y venían a cada minuto. Me sorprendió que pudiera haber tantas. 







En la exposición se podían ver vestidos lolita, fotos y algunas explicaciones en chino sobre su historia. El mercado, de tamaño muy modesto, era de pago (100 NTD por persona) y me dejó un sabor amargo. Todos los productos disponibles eran taiwaneses, pero dejaban mucho que desear en comparación con las sofisticadas marcas japonesas, tanto en diseño como en calidad (con algunas excepciones como Figlia X Hanako). Me fui con las manos vacías, pero a pesar de todo estaba contenta: la cantidad de lolitas que había tenido la suerte de ver fue considerable.