domingo, 30 de agosto de 2015

Agosto de 2015: un fin de semana en Bangkok

Tailandia es uno de los destinos más populares entre los taiwaneses que quieren viajar al extranjero y, desde hace unos meses, con las generosas ofertas de V Air, Bangkok parece estar más cerca de Taipei que nunca. Es una ciudad de la que habíamos oído hablar muy bien y que siempre habíamos querido visitar. 

Tras tres horas y media de vuelo, llegamos a la ciudad y en seguida nos dimos cuenta de que las fotos de los reyes de Tailandia son omnipresentes: están en los taxis, en las tiendas, en los centros comerciales, y hasta en las rotondas y el aeropuerto viejo de Bangkok (Don Mueang).




Llegamos al mediodía y, después de una comida con prisas, nos dirigimos a uno de los templos más famosos de la ciudad: el Wat Pho. Como estábamos recién llegados y no teníamos tiempo que perder, cogimos un taxi para llegar allí, ya que la zona no tiene metro. El taxista nos tomó el pelo y nos dejó en la entrada del Palacio Real asegurando que se trataba del Wat Pho. Aunque queríamos evitar caminar bajo el sol, al final no nos quedó más remedio que andar hasta llegar al templo.




El Wat Pho es uno de los centros religiosos más importantes de Tailandia y es famoso por ser la cuna del masaje tailandés en la ciudad, además de estar considerado por algunos como la primera universidad tailandesa. Sin embargo, lo que realmente atrae a las masas es su Buda Reclinado, que mide 46 m. de largo y 15 de ancho. Construido en el año 1832, su majestuosidad y tamaño pueden dejar con la boca abierta al más escéptico de los turistas.





El templo se divide en varios edificios, y hay uno exclusivamente para el Buda. En la entrada, hay mujeres que ofrecen batas a las chicas que llevan escotes o pantalones cortos, ya que es obligatorio taparse para mostrar respeto. También ofrecen bolsas para llevar los zapatos, que hay que quitarse antes de entrar. Tras pagar la entrada, cada visitante tiene derecho a una botella de agua fría gratis (parece una tontería, pero se agradece). El complejo cuenta con algunos patios llenos de figuras de budas, y también otros edificios con altares a budas impresionantes.














Una vez terminada nuestra visita nos sentimos muy perdidos. La opción más fácil era hacer el típico paseo en barco en el río Chao Phraya, que posee varios puntos turísticos interesantes. Sin embargo, a mi novio no le apetecía el paseo y tuvimos que pensar una alternativa. Después de pensarlo mucho optamos por la famosa calle de Khao Shan, que es el paraíso de todo turista porque a pesar de no tener ningún atractivo histórico ofrece todo tipo de baratijas exóticas, especialmente ropa. Aunque es pequeña, tiene un ambiente muy animado. Allí tomamos uno de los pocos snacks callejeros que pudimos probar en Bangkok: helado de coco, servido con trozos de coco real, cacahuetes, y un poco de chocolate. Los zumos frescos también se pueden encontrar por todas partes.






Puesto que nos habíamos levantado a las tres de la mañana para coger el avión, cuando terminamos Khao Shan decidimos volver al hotel para descansar un poco y prepararnos para nuestra siguiente parada: el night market Chatuchak. Acostumbrados a la variedad y abundancia de comida de los night markets taiwaneses, Chatuchak resultó decepcionante: a pesar de ser un mercado enorme casi todos los productos eran ropa o complementos. Lo terminamos rápido y aunque teníamos ganas de explorar Bangkok, necesitábamos un descanso, así que nos rendimos y volvimos a nuestro hotel. Entre las pocas cosas interesantes que encontramos había tostadas con azúcar, perritos calientes cubiertos de huevo en vez de pan, helado con barquillos, y yogur con frutas, cereales y otros ingredientes.






Día 2

Al día siguiente nos levantamos temprano para visitar la atracción turística por excelencia de Bangkok: el Palacio Real, dentro de cuyo recinto se pueden admirar las pagodas y templos más hermosos imaginables. El templo más famoso se llama Wat Phra Kaew, y debe su fama al Buda Esmeralda, una pequeña figura hecha de jade verde que representa a un buda sentado. Su ropa está hecha de oro y es cambiada cada estación por el rey. Su origen es supuestamente incierto, y cuenta la leyenda que pasó por muchos países antes de llegar a su destino actual, sin embargo los historiadores creen que la estatua fue hecha en Tailandia. Pese a su corta existencia (fue fundado en 1875), este edificio religioso es el más importante del país. Al igual que en Wat Pho, para entrar es imprescindible estar cubierto de los pies a la cabeza, aunque en realidad no vi que nadie controlase la vestimenta.






Me gustó cada rincón del Palacio Real y el Templo del Buda Esmeralda, pero además me encantaron los impresionantes murales de sus corredores. Por desgracia, el calor y las masas de gente impidieron que disfrutáramos de estas maravillas como era debido. Delante del templo había unas flores de loto que todavía no habían florecido junto a agua sagrada. Para recibir una bendición, mucha gente mojaba las flores en el agua y se daba un golpecito suave con ellas sobre su cabeza durante unos segundos.


















Por otro lado, el edificio del Palacio Real parece simple pero también es precioso. Aunque el rey actual no vive allí, está cerrado al público. Su estilo es, en cierto modo, sobrio y tiene un toque occidental. Se construyó cuando el rey de Tailandia decidió trasladar la capital del país a Bangkok en 1782.






Tras refrescarnos en el único bar que había en el recinto del Palacio, salimos de allí y nos dimos cuenta de que una vez más no sabíamos cómo llegar a nuestra próxima parada, que en esta ocasión era la estación de barcos del río Chao Phraya. Muchos conductores de tuk tuk se ofrecieron a llevarnos, pero yo no me fiaba de ellos porque tienen fama de llevar a los turistas a los sitios que a ellos les convienen. Pero como los taxis eran más caros, me dejé convencer y aclaré varias veces que quería ir al puerto. Y efectivamente, nos llevaron al puerto. Concretamente, nos llevaron a una esquina en la que sólo había "tours privados" de una hora por el río, que valían treinta euros y pico por persona. Los dueños de los barcos eran amigos del conductor de nuestro tuk tuk, que insistió en que nos estaba ofreciendo lo más barato. Por suerte, yo sabía que era una trampa, y salimos de allí en busca de la verdadera estación del puerto. Encontramos un punto de información donde confirmé que, efectivamente, habían intentado timarnos, ya que de habernos llevado a la verdadera estación sólo nos cobrarían un euro y poco por el trayecto. Por desgracia, no la pudimos encontrar y nos desesperamos. El cielo amenazaba con una tormenta, así que nos rendimos y nos dirigimos a un sitio que parecía más seguro en un día tormentoso: Siam Square.





Siam Square es famoso por ser una de las zonas de tiendas más concurridas de Bangkok. Esperaba toparme con un sitio lleno de luces y rascacielos, pero en realidad resultó bastante aburrido. Caminamos un poco y nos metimos en el MBK, un centro comercial que tal vez fuera el más grande de la zona, ya que cuenta con más de 2000 tiendas en sólo ocho pisos y cuando abrió sus puertas, en 1985, era el más grande de Asia. Aunque era enorme, no me transmitió la sensación de grandeza que a menudo me transmiten los centros comerciales de Taipei. De hecho, algunos pisos me recordaban más a un mercadillo. Lo que realmente me gustó de este centro comercial fueron sus corredores, que están conectados con el metro y que ofrecen un buen panorama del caótico tráfico de la ciudad. Por lo demás, Siam es más bien feo y parece una masa de cemento. Otros centros comerciales famosos de la zona son el lujoso Siam Paragon y el Siam Center.









Tras un breve descanso en el hotel, dimos un paseo por Pat Pong, una de las muchas zonas rojas de Bangkok. Esperábamos un sitio lleno de luces y vida, pero en realidad sólo encontramos un mercadillo corriente cuya calle tenía algunos bares de strippers y mucha gente que ofrecía entradas para ver "shows" con bolas de ping pong. Seguramente nos hubiera gustado más visitar Soi Cowboy, pero el tiempo estaba en nuestra contra y nos dejamos caer en Pat Pong por su cercanía a nuestro hotel.






Por la noche, para despedirnos de Bangkok, buscamos el Red Sky, uno de los edificios más altos de la ciudad, desde el que se pueden disfrutar unas vistas muy buenas. Al tratarse de un hotel no es necesario pagar entrada para subir, sino pedir una bebida en su bar, cuyos precios desorbitados cuentan como entrada.





Los que conozcáis Bangkok seguramente habréis notado que mi viaje fue muy incompleto, pero no nos dio tiempo a hacer demasiadas cosas en solo dos días. Me fui con un mal sabor de boca por su pésimo transporte público y por los problemas que tuvimos con algunos timadores como los conductores de tuk tuk, pero sobre todo porque la estancia fue demasiado corta y me quedé con ganas de más. 

domingo, 23 de agosto de 2015

¡Cuidado con los sobres rojos!

Los sobres rojos son una parte muy importante de la cultura china y taiwanesa. Su color representa riqueza y felicidad y normalmente se utilizan para ofrecer dinero como regalo, sobre todo en Año Nuevo. Sin embargo, al parecer no siempre traen cosas buenas. 

Aunque haya una probabilidad entre un millón, en el sur de China y Taiwán es posible encontrarlos en la calle, pero no están allí por azar, pues tienen un propósito un tanto macabro: encontrar un cónyuge para una persona muerta. Puesto que estos sobres siempre contienen dinero, no es difícil que cualquier transeúnte despistado los recoja, ya sea por avaricia o curiosidad, y en cuanto esto sucede, la familia de la persona fallecida interpretará que el receptor del sobre ha aceptado un matrimonio fantasma conocido como minghun (暝婚 - matrimonio "oscuro"). 



Por surrealista que pueda parecer, el matrimonio fantasma incluye una pequeña ceremonia, que se celebra en la casa de la familia del difunto de una manera muy austera. Aunque normalmente se hace para casar a mujeres que murieron antes de casarse, también es posible que el esposo fantasma sea un hombre. Una vez terminada la boda, la persona que encontró el sobre no tiene ninguna obligación, de hecho, puede volver a casarse y llevar una vida totalmente normal. Además, la familia del novio/a fantasma le regala dinero. Durante la boda, el finado/a se representa con un muñeco hecho de papel, una foto o una tablilla con su nombre. 

Esta tradición es muy escasa hoy en día en Taiwán y solo se puede encontrar en zonas rurales. Se conserva gracias a supersticiones varias, tales como apaciguar al espíritu de la persona fallecida, que se siente solo en el Más Allá, o incluso se utiliza como medida desesperada para no tener una hija soltera. Por otro lado, esta práctica  también se lleva a cabo para evitar que el hijo pequeño de una familia contraiga matrimonio antes que su difunto hermano mayor. 


De todas maneras, el minghun es una tradición antigua que puede variar dependiendo de la zona. Si os apetece saber más, existen muchas más formas de minghun en China, que podéis consultar en esta página

sábado, 8 de agosto de 2015

26 de julio de 2015: vuelta a la antigua China en la mansión de los Lin

La mansión de la familia Lin ( 林本源園邸 - Lín běn yuán Yuándǐ) en Banqiao constituye uno de los ejemplos mejor conservados de arquitectura tradicional china de estilo dinastía Qing en TaiwánTestigo de la riqueza de sus antiguos dueños, comerciantes chinos que amasaron una gran fortuna tras establecerse en el norte de Taiwán, se remonta al año 1847, y fue inaugurada como una simple bodega hasta que los Lin se mudaron allí cuatro años más tarde.  






En una época de tensiones entre distintos bandos de inmigrantes chinos, los Lin se establecieron como los líderes del bando procedente de la ciudad Zhangzhou, de modo que en sus primeros años la mansión estaba protegida por guardianes. Más tarde, en 1949, la casa sirvió de escondite para soldados chinos, y finalmente fue donada al gobierno en 1977. Después de ser restaurada, se abrió al público a finales de los ochenta.  






Aunque me refiera a ella como a una casa, en realidad el recinto se compone de varios edificios con funciones diferentes, tales como un estudio reservado a los hombres de la casa, o el precioso xie (榭), que en chino se refiere a un edificio que está rodeado de agua. Su forma hace de él una estructura muy peculiar y se usaba para ver el reflejo de la luna en el agua. En el pasado se podía subir a su tejado. 








Pero el edificio más famoso tal vez sea la casa de invitados, hecha completamente de madera y llamada Qinglaige (來青閣). Su nombre hace referencia a las vistas que según dicen se pueden disfrutar en lo alto del edificio, que en el pasado estaba rodeado de monte. Delante de su entrada hay un diminuto escenario que se usaba para entretener a los invitados de la familia con pequeñas funciones. 








Por desgracia el que parecía el edificio central de la mansión estaba cerrado por obras. Sin embargo, lo que más llamó mi atención de todos los rincones del complejo fue la habitación pensada para contemplar la naturaleza llamada Xiangyuyi (香玉簃). Aunque pueda parecer extraño, era habitual que cuando las plantas empezaban a florecer el dueño de la casa invitase a sus amigos a admirarlas desde aquí.





Dejando su elegancia, belleza e importancia histórica aparte, la mansión de los Lin es especial porque es una de las pocas casas antiguas con jardines chinos que se conservan cerca de Taipei, ya que por desgracia las que existían en el pasado fueron destruidas en el afán de "deshacerse de lo viejo" y acercarse al progreso construyendo edificios modernos, que se llevó por delante muchas construcciones interesantes, especialmente en las grandes ciudades como Taipei, cuyo crecimiento fue demasiado rápido. Además, se agradece contar con un pequeño pulmón cerca de las ruidosas ciudades de Banqiao y Taipei. Su abundancia de plantas y estanques te transportan a otro mundo de paz y armonía, y visitarla es como hacer un viaje a la antigua China.