domingo, 29 de noviembre de 2015

Taiwán: Comidas bizarras (II)

Taiwán es un país cuya oferta culinaria parece infinita. Independientemente del tiempo que pase, nunca dejo de descubrir comidas deliciosas y/o extrañas, ya sea por mí misma o a través de mi familia taiwanesa. Estas son algunas de las más chocantes con que me he topado hasta la fecha. 

1. Pollo negro: Su color no lo hace demasiado apetecible, pero en realidad su sabor no es demasiado diferente del pollo de toda la vida. Sin embargo, en Taiwán es muy apreciado por su carne tierna, y vale el doble de lo que cuesta un pollo blanco. Mientras vive tiene una apariencia adorable, pero una vez en el plato, con su carne negra al descubierto, resulta un poco aterrador. 


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2. Sopa de flores: Las flores, un tipo de lirio procedente de Asia, se secan al sol y se venden para hacer sopa. Según dicen, son buenas para la memoria y se venden caras. Obviamente, no se ingieren directamente, solo se utilizan para dar sabor. 


  

3. Sésamo: Al igual que las judías rojas en Japón, en Taiwán el sésamo es un ingrediente muy común en repostería: se puede encontrar como relleno de mochi, en galletas, tartas y hasta helados. 

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4. Bocadillos de arroz: En chino se llaman fanduan (飯糰) y se toman de desayuno o merienda. Están rellenos de verduras, huevo y carne de cerdo. 






5. Queso vegano: El queso vegano no es una especialidad propia de Taiwán, de hecho no es realmente fácil de encontrar en la isla y tampoco es barato. Yo tuve oportunidad de probarlo gracias a la madre de mi novio, que es vegetariana y tiene acceso a todo tipo de comidas extrañas y caras. Su sabor es muy especial, intenso y salado. No es un queso que pueda gustar a cualquiera, y además es muy seco. Sin embargo, a mí me gustó. 






6. Fideos fríos japonesesSe parecen a la gelatina y se toman en verano. Son muy fáciles de preparar, y normalmente se toman con salsa de soja haciendo de sopa para darles sabor. No deben confundirse con los fideos Udon, que también se sirven fríos. 






7. Pizzas de marisco: Tal vez una pizza de marisco no suene tan rara, pero en Taiwán se utilizan ingredientes extraños como pulpo, algas, pescado, langostinos, gambas, cangrejos, calamares, etc. Al parecer, en Japón existen recetas parecidas.  


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8. Pan de molde de judías rojas: Cuando creía que ya había visto judías rojas por todas partes y ya nada me podía sorprender, me enteré de la existencia del pan con judías rojas. 



9. Cabezas de pato: Se pueden encontrar fácilmente en los night markets y por lo que he observado se toman fritas. Tal vez sean un snack tradicional, pero nunca he visto a nadie comerlas. 


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10. Patas de gallina: Al igual que las cabezas de pato, son un snack tradicional, tanto en Taiwán como en otros países asiáticos. A mi modo de ver, son más populares entre las generaciones de taiwaneses más viejas. 


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11. Wangguo (碗粿): El wanguo recuerda, en cierto modo, a las tortitas. Está hecho de arroz glutinoso y es común en los mercados. Su sabor dulce y textura chiclosa hacen de él una experiencia deliciosa. 





12. Caramelos de té: Son incluso más raros de lo que suenan. Hechos con té auténtico, se deshacen en la boca al comerlos y recuerdan a los polvorones. 






13. Rouyuan (肉圓): El rouyuan es otro snack tradicional taiwanés fácil de encontrar en los mercados. Se trata de una especie de dumpling gelatinoso relleno de carne. No sabe realmente mal, pero su textura es demasiado gelatinosa para mi gusto.  






14. Pig Blood Cake: Su nombre lo dice todo. Es uno de los snacks taiwaneses más populares, y se vende en puestos callejeros servido en un palo. Se hace con sangre de cerdo, arroz glutinoso, salsa de soja, y se barniza de cacahuetes rallados.


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Canis y chonis taiwaneses: cómo reconocerlos

Los taike (台客) y las taimei (台妹) son uno de los fenómenos culturales taiwaneses más fascinantes para mí, tal vez porque rompen completamente con el resto de la sociedad. Su equivalente español bien podrían ser los conocidos como canis y chonis, pero existen pequeñas diferencias.  

En Taiwán son más numerosos los hombres que las mujeres. Mientras que no tengo muy claro qué las define a ellas como taimei, ellos son más fáciles de reconocer. Les gusta llevar chancletas (preferiblemente blancas y azules) y pantalones cortos hawaianos, camisetas de tirantes blancas, camisas pasadas de moda, teñirse el pelo de tonos rojizos o rubio pollo, decorar sus motos de maneras extravagantes y femeninas, mascar betel nut, y hacerse tatuajes religiosos. Además, su piel es morena, y al parecer no les preocupa la palidez. De todas maneras no tienen un estilo demasiado definido, y por lo que he observado ser taike es, más que nada, una actitud. 

 


Los taiwaneses en general son gente discreta, educada y respetuosa con las normas, pero los taike y taimei van por la vida buscando líos e intentando llamar la atención. Rebeldes sin causa y con poca vergüenza, muchos de ellos pertenecen a la mafia taiwanesa, de hecho, la gente a menudo se refieren a ellos como "gansters". Cuando se reúnen les gusta hacer carreras en sus motos, que decoran con luces, pegatinas, e incluso bocinas para que todo el mundo se entere de su presencia. Su actitud vulgar y arrogante choca mucho con los valores y la educación de Taiwán. En otras palabras: son barriobajeros y están orgullosos de ello. 


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Pero no todo es malo. Los taike y las taimei se involucran activamente en preservar la cultura de Taiwán, especialmente la parte religiosa. Además hablan en taiwanés, el idioma mayoritario en Taiwán antes de la llegada del KMT, y que hoy en día es despreciado como una lengua de "paletos". Tal vez sea por estos motivos que algunos describen a los taike como taiwaneses "auténticos". 

Si os apetece meteros un poco en el mundo de los taike de la old school, os recomiendo la película taiwanesa Monga. 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Una costumbre poco saludable: el betel nut

El betel nut, nuez de areca o pinlang (檳榔) es un fruto seco (o una fruta, dependiendo de la fuente de Internet que se consulte) originario del sudeste asiático y común en gran parte de Asia. Popular por sus efectos estimulantes similares a los de la cafeína, se consume como si fuera un chicle: primero se masca, y finalmente se escupe. Normalmente se toma con hojas de betel, y también se le pueden añadir algunas especias. 

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En Taiwán este producto se puede encontrar literalmente en todas partes, y normalmente es vendido en minúsculas cabinas de cristal por las conocidas como betel nut beauties, es decir, chicas jóvenes y ligeritas de ropa contratadas para atraer a la clientela masculina. La impresión que dan es muy mala, especialmente a los ojos de un turista: recuerdan a los famosos escaparates del barrio rojo de Amsterdam. De todas maneras, el betel nut también puede ser un negocio familiar.  

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Consumido casi en su totalidad por hombres con trabajos no cualificados (especialmente obreros, taxistas y camioneros), su popularidad se debe, en gran parte, a sus bajos precios (una bolsa pequeña no llega a un euro) y al hecho de que ayuda a soportar jornadas de trabajo largas y a mantenerse caliente en invierno. 

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A pesar de que sus riesgos para la salud hayan sido probados, en Taiwán no existe ningún tipo de límite para adquirirlo, ni siquiera de edad. Sin embargo, es bien sabido que aumenta la probabilidad de contraer cáncer bucal y, además, su consumo prologado provoca que los dientes adquieran un color rojo inquietante, similar al de la sangre seca. Muchos taiwaneses tienen la mala costumbre de escupirlo en las aceras, dejando estampas como esta: 



Yo nunca lo he probado, pero según me han contado tomarlo recuerda a masticar hierba. Es indudable que el betel nut forma parte de la cultura de Taiwán, pero tengo claro que es algo con lo que no me apetece experimentar. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

Noviembre de 2015: un finde exótico en Kuala Lumpur

Kuala Lumpur o KL, la capital de Malasia, es un destino turístico relativamente eclipsado por ciudades vecinas más exóticas y conocidas como Bali y Singapur. Sus orígenes se remontan al año 1857, cuando olas de inmigrantes chinos empezaron a emigrar a la zona para explotar sus minas. 

Entre otras cosas, KL ofrece un clima tropical todo el año, comida ridículamente barata, y una fusión de culturas impresionante, ya que en Malasia conviven personas de origen indio, chino, y los malasios. Antes del viaje tenía pocas expectativas, ya que en Internet mucha gente asegura que KL es aburrida y no tiene nada que ofrecer. Curiosamente, es la ciudad asiática que más me ha gustado hasta el momento, y me dio buenas vibraciones desde el primer segundo que puse un pie allí. Es un sitio que no me dejó indiferente y me hizo pensar y apreciar más que nunca la diversidad cultural del mundo.Me fui de allí satisfecha por hacer podido cumplir mi itinerario a rajatabla, sin imprevistos ni sorpresas desagradables. 

Puesto que es una ciudad nueva y pequeña, KL se puede terminar de ver en tres o incluso dos días, y además es posible caminar para visitar muchos de sus puntos turísticos más interesantes. Estos son los que yo visité en mis tres días en Malasia: 


Día 1 

1. Las Torres Petronas 

Como no podía ser de otra manera, nuestra primera parada fue en las famosas Torres Petronas, símbolos no sólo de KL sino de toda Malasia. Si de día son bonitas, de noche son simplemente impresionantes. El sueño de todo fotógrafo. Fueron los edificios más altos del mundo desde el año de su inauguración (1998) hasta el 2003, cuando fueron superadas por el Taipei 101, y siguen siendo las torres gemelas más altas del mundo gracias a sus 452 metros. 

Las torres cuentan con un centro comercial, el Suria KLCC, donde se puede encontrar comida de diferentes países a precios muy asequibles, marcas de ropa caras como Chanel o Massimo Dutti, y tiendas interesantes como Candilicious (su nombre lo dice todo). Además, según mis fuentes de Internet, también acoge el Aquaria KLCC y la Malaysian Philharmonic Orchestra. 











2. Merdeka Square 

La Merdeka Square, cuyo nombre se podría traducir al español como Plaza de la Independencia, reúne tres edificios coloniales de estilos parecidos construidos por los colonos británicos de Malasia a finales del siglo XIX o principios del XX. El más grande y famoso es el Sultán Abdul Samad. Alguna gente compara su clock tower de 42 metros con el Big Ben, y su estilo arquitectónico está inspirado en el de las mezquitas indias. 






Otros dos edificios importantes de Merdeka son el Textile Museum y el City Theatre. El Textile Museum servía como sede central de la Federated Malay States Railway en sus orígenes, mientras que el City Theatre es un teatro que aún se sigue utilizando desde su fundación en 1904. 







Esta plaza es un sitio clave en la historia de Malasia, ya que fue allí donde se proclamó la independencia de Inglaterra en el año 1957. 

Desde esta plaza, cerca del Textile Museum, también se puede apreciar el precioso Dayabumi Complex, uno de los primeros rascacielos de KL. Su diseño es realmente especial, ya que fue el primer edificio moderno de la ciudad inspirado en la arquitectura tradicional islámica, como demuestra su cubierta en forma de octograma. 






3. Mezquita de Jamek  

La mezquita de Jamek, construida en 1907, es la más antigua de KL y está de camino a Merdeka Square. Su estilo arquitectónico es muy similar al de los edificios vecinos. Cuando llegamos nos prohibieron el paso, ya que estaba cerrada por las horas de oración. En realidad no me dio lástima porque ya había planeado otra excursión a una mezquita más interesante. Me hizo gracia el cartel en su puerta, que muestra lo estricto que es el dress code de este tipo de templos. 







4. Petaling street (barrio chino) 

El barrio chino fue el sitio que menos me gustó. Alabado en Internet por su buena comida, lo único que encontré allí fueron baratijas sin interés (relojes de plástico, camisetas hortera para turistas, bolsos de marcas falsas, etc.). Además, no vi a un sólo chino en la zona, que estaba dominada por vendedores de origen indio. Sin embargo, me gustaron las casitas de colorines de las calles cercanas, en cuyos alrededores encontramos una tienda de medicina tradicional china que fue lo único que nos pareció chino del lugar aparte de los farolillos de la calle. 









5. El templo de Sri Mahamariamman

Dentro del barrio chino se encuentra el templo hindú más antiguo de KL, fundado en 1873 por una familia de inmigrantes indios. En un principio, el edificio fue para uso privado hasta que abrió sus puertas al público en los años veinte. La estructura original fue demolida, de modo que lo que se puede ver hoy en día pertenece al año 1968. Para entrar es obligatorio quitarse los zapatos, y si eres mujer debes ponerte una especie de sari para cubrir las piernas. Me gustó más por fuera que por dentro, ya que su torre o gopuram de 22.9 metros esculpida por artesanos del sur de la India es espectacular. 






Mahamariamman es una diosa popular entre los inmigrantes indios, ya que ellos creen que los protege si deciden mudarse al extranjero. De hecho, los templos dedicados a ella también se pueden encontrar en otras ciudades asiáticas como Singapur, Ho Chi Minh o Bangkok. 


6. Katsuri Walk y Central Market

Como su nombre indica, Katsuri Walk es un pequeño paseo en el que se puede encontrar comida callejera y ropa barata. Tiene cierto parecido con el barrio chino, pero es más relajante y sus edificios de colores le aportan un aire pintoresco. Fundada en el 2011, el arco de su entrada representa una cometa tradicional de Malasia, conocida como pewter wau bulan. 





Por otro lado, adyacente a esta calle se puede encontrar el Central Market, un mercado de dos pisos fundado en 1888 y en el que se puede encontrar artesanía tradicional de las tres culturas que conviven en Malasia. También hay ropa de todos los estilos (es decir, indio, chino y malasio), souvenirs, hijabs, tatuajes de henna, etc. Fue uno de los sitios que más me han gustado en KL y fue un desafío contenerme para no comprar cada cosa que veía. Tal vez su fachada no le haga mucha justicia, pero por dentro es un edificio interesantísimo. 






7. KLCC Lake Symphony Fountain Show

A eso de las diez, volvimos a las preciosas Torres Petronas para admirarlas de noche y ver el show de la fuente del Suria KLCC. Estaba rebosante de gente, y pronto entendí por qué: las luces de la fuente fueron espectaculares. El agua se movía al son de la música con tanta coordinación que parecía tener vida propia.





Día 2


8. Las cuevas de Batu 

Las cuevas de Batu están en las afueras de la ciudad, y para llegar allí la manera más cómoda es coger el monoraíl. Descubiertas en el siglo a XIX, son una serie de cuevas y pequeños templos hindúes dedicados al dios hindú de la guerra, Murugan, cuya imponente estatua de 42 metros se puede ver en la entrada. Tuvimos mala suerte: en cuanto pusimos un pie allí empezó a hacer tormenta, pero sin lluvia. Esto fue desconcertante y perdimos mucho tiempo pensando si deberíamos aventurarnos a subir las 272 escaleras que conducen a las cuevas o contentarnos con tan sólo ver la impresionante estatua de Murugan y volver a la ciudad. 






Finalmente decidimos arriesgarnos a que lloviera o nos cayera un rayo encima, y no nos arrepentimos. Las cuevas son realmente impresionantes, y además tuvimos la oportunidad de ver monos salvajes, que eran inofensivos a menos que olieran comida. Fue una experiencia muy exótica. 










9. Berjaya Times Square

Agotados de nuestra excursión en las cuevas, cogimos el monoraíl de vuelta al centro de la ciudad y nos dirigimos a uno de sus centros comerciales más grandes y famosos, el Berjaya Times Square. Este edificio de 48 plantas se compone de dos torres gemelas de 203 metros cada una, en las que se puede encontrar un hotel de cinco estrellas, oficinas, y el ya mencionado centro comercial.  Sin embargo, no es tan impresionante como suena. El centro comercial no pasa de las seis plantas (teóricamente deberían ser trece, pero a partir del sexto piso casi todas las tiendas estaban cerradas), y me sentí como si estuviera en un mercado en vez de un centro comercial, aunque de todas maneras pude encontrar algunas cosas de interés, como una bolera, cines, la heladería Baskin Robbins, y un pequeño parque de atracciones  con su propia montaña rusa. 






10. Bukit Bintang 

No nos podíamos ir de Malasia sin tomar algo en su famoso distrito de copas, Bukit Bintang. Esta es la zona más chic de la ciudad, que pertenece a lo que se conoce como el Golden Triangle, donde se pueden encontrar los mejores centros comerciales y bares para gente joven. Algunos lo apodan el Nueva York de KL, pero yo no le encontré ningún parecido, tal vez porque cuando fui estaban arreglando la carretera y eso lo afeaba bastante. Sea como sea, me gustó la calle de los bares. Sus diseños originales y coloridos eran muy atrayentes, el ambiente era agradable y me encantó la enorme cantidad de bebidas que ofrecían en el bar que escogimos, donde pude tomar una copa de auténtica sangría.





Día 3

11. Putrajaya y la mezquita de Putra 

Perdida en las afueras de KL, Putrajaya parece pertenecer a otro mundo. Considerada una ciudad aparte, fue planeada y construida en la década de los noventa para desempeñar el papel de centro administrativo de Malasia debido a la congestión que sufría KL. El acceso no es fácil: solo se puede llegar a través del Rapid KL (autobús), o el Express Rail Link que conduce al aeropuerto. Su población, de tan solo 30.000 personas, se compone en su mayoría de funcionarios. Aunque me resultó agradable y muy interesante, me pareció una ciudad fantasma. Irónicamente, el 38% del espacio de la ciudad está reservado a espacios verdes, para enfatizar la importancia de la naturaleza. Sin embargo, me parece un contraste enorme con las casas planeadas de Putrajaya. 






Su nombre fue escogido en honor al primer presidente de Malasia tras la independencia de Inglaterra, Tunku Abdul Rahman Putra, considerado como el padre fundador del país y el principal propulsor de la independencia. 

La mayor atracción turística de Putrajaya es la mezquita de Putra, también conocida como la Mezquita Rosa. Yo estaba muy entusiasmada por visitarla, ya que iba a ser la primera. Antes de meterme en el Express Rail fui al H&M más próximo para hacerme con la ropa adecuada, ya que las reglas para entrar en estos templos son muy estrictas: no se pueden llevar al descubierto brazos ni piernas, no se permiten las camisetas con símbolos o mensajes, la ropa apretada está rotundamente prohibida, y las mujeres deben llevar un velo o hijab. El disfraz me quedó convincente, tanto, que pasé por musulmana. De todas maneras, no había de qué preocuparse: en la entrada ofrecen una especie de túnicas color salmón con capuchas pensadas para los "mal vestidos". Tal vez os preguntéis si no me sentí extraña acatando estas normas y cubriéndome con un velo. No soy una persona pudorosa, pero el hijab y la ropa ancha me parecieron cómodos. En ningún momento me vi "oprimida" o mal y, de alguna manera, me sentí en paz y sabía que había hecho lo correcto al hacerme con el que he apodado como mi "kit" de mezquita (pantalones extra anchos, camiseta XL con mangas largas y hijab). 



La mezquita de Putra fue inaugurada en 1999, y es tan nueva que en las fotos parece de juguete. Sin embargo, en directo es un edificio imponente, y resultó ser mucho más grande de lo que me esperaba. De hecho, su minarete es uno de los más altos de Asia, y mide 166 metros. Aparte de su color rosado, otra característica que hace especial a este edificio es su mezcla de estilo malasio, persa y árabe. Me sorprendió su simplicidad por dentro, ya que se componía de una sola sala, pero su diseño y sus colores rosados me parecieron preciosos. Poco después de haber salido de allí, escuchamos cómo llamaban a los fieles para entrar a rezar. Fue un canto hermoso. 









Al lado de la mezquita se puede ver el Perdana Putra, otro edificio imponente donde están los despachos del Primer Ministro y del Secretario del Gobierno. 




Y así terminamos nuestras andanzas en Malasia. Hubo un par de sitios que no visitamos, como la calle Jalan Alor o la Torre Menara, pero el cansancio nos limitó un poco. De todas maneras, fue un viaje completo y feliz. KL es una ciudad que ha dejado una gran marca en mí; creo que su tolerancia religiosa e impresionante mezcla cultural no podrían dejar indiferente a ningún viajero. Olvidaos de las grandes ciudades como Bangkok o Hong Kong. Si queréis vivir lo mejor que Asia tiene que ofrecer de una sola vez, id a KL.