domingo, 26 de febrero de 2017

Gudetama: el huevo vago que causa sensación en Taiwán

Gudetama, el joven personaje animado de Sanrio, es el  último grito en Taiwán. Surgió en 2013 y se dio a conocer a través de capítulos de dibujos animados que apenas duran un minuto cada uno. Como su nombre original indica, Gudetama (gude hace referencia a la vagancia, mientras que tama se refiere a tamago, la palabra japonesa para "huevo") es un huevo vago que se presenta en diferentes formas en cada episodio: se le puede ver como huevo frito, cocido, transformado en flan, pastel, sushi, y hasta huevas de pescado.


 



Personalmente, la obsesión Gudetama me desconcertó durante meses. Me parecía un personajillo feo e inexpresivo, y de hecho su omnipresencia se me hacía muy irritante por momentos. Hasta que un día decidí abrir Youtube y descubrir a qué venía tanto alboroto, y me llevé una grata sorpresa. Gudetama no es un macaco más: tiene un carácter único en que predominan la abulia, el pesimismo y la holgazanería ya que sabe que tarde o temprano será comido por alguien. Al contrario que otros dibujos kawaii, Gudetama es indiferente a los sentimientos de los demás y tiene frases célebres como "no me mires tanto" o "me siento vago". A pesar de ser, por lo general, bastante inocente y comportarse como un niño, a veces le gusta perturbar a los demás con preguntas indiscretas. En Taiwan su popularidad es tan exacerbada que incluso hubo una exhibición de Gudetama en Taipei y Taichung, Taipei ya cuenta con un restaurante dedicado a él, e Eva Air, la prestigiosa aerolínea taiwanesa, tiene un avión de Gudetama para los viajes a Tokio. 

 



Yo lo admito, me he unido al fenómeno fan. De hecho, ya he empezado una pequeña colección de artículos de Gudetama, entre los que se encuentran un plato, imanes de la nevera, bolígrafos, vasos, muñequitos, llaveros, postales y hasta galletas, chocolates y caramelos. 








Siete de agosto de 2016: Buscando a Japón en Tamsui

La bulliciosa calle antigua de Tamsui es un destino turístico imprescindible en la agenda de cada turista que se aventura a viajar en Taipei. Sin embargo, Tamsui esconde muchos rincones con historia dignos de visitar más allá de la calle principal donde pululan los turistas, ya que fue un asentamiento español, holandés y chino. Prueba de ello son los monumentos como el Castillo Rojo o el Edificio Rojo. 

Otro de esos monumentos de Tamsui, aunque mucho menos conocido, es la Residencia de Tada Eikishi. Descubrí la existencia de esta modesta construcción japonesa de pura casualidad, ojeando un blog, y la visité en cuanto tuve oportunidad. Su dueño fue Tada Eikishi, un gobernador japonés del que no hay demasiada información online. Obviamente, fue construida por los japoneses durante la época de Ocupación Japonesa de Taiwán (concretamente en 1937), y es célebre por ser la primera casa con agua corriente de Taiwán. De hecho, está considerada parte del patrimonio histórico de la isla. Su ubicación, cerca de la calle antigua de Tamsui y a unos 15 minutos andando desde la estación de metro, hacen de ella una atracción muy accesible y la recomendaría a alguien que nunca haya estado en Japón, ya que se trata de una casa auténtica japonesa, hecha de madera y con tatami. De hecho, es obligatorio quitarse los zapatos para entrar. La entrada es gratuíta pero recomendaría tener un plan B para ese día, ya que la casita es humilde y se puede terminar de ver en cinco minutillos. Más fotos aquí






La crueldad y la hipocresía

Últimamente no dispongo del tiempo que me gustaría para actualizar el blog, pero me ha dado por anécdotas de las cosas que observo en el día a día en Taiwán. 

Precisamente, da la casualidad de que ayer fui testigo de un espectáculo universal: un niño pequeño llorando y chillando como un cerdo en el matadero porque no quería ir a la academia. Para que os hagáis una idea sobre qué estoy hablando, resumiré diciendo que estas "academias" son los sitios de pesadilla donde los niños van al salir de la escuela primaria a hacer los deberes. Allí sufren maltrato sistemático aceptado socialmente: gritos, amenazas, y en algunas ocasiones alguna bofetada. Ayer, todos los profesores se turnaron para consolar al crío hasta que con mucho esfuerzo consiguieron que entrase en el edificio a regañadientes. Mientras su abuelo estuvo delante, todo fueron sonrisas y amabilidad. Después, la dueña de la academia se lo llevó aparte para hablar con él, en un aula. Una vez solos, la señora soltó culebras y sapos por la boca en una actitud intimidadora y amenazante. Cosas como "¿Quién te crees que eres? ¿Acaso no ves que todos los niños hacen los deberes todos los días y que ese es tu deber?" "¿Por qué lloras? Eres una vergüenza." etc. formaron parte de su repertorio. Y esta escena me recordó a algo que viví hace ya un par de años, pero aquella vez la protagonista fue una niña. 

Estábamos en febrero y las vacaciones de Año Nuevo habían terminado hace poco. Al parecer, a esta niña la vuelta al cole no le había sentado nada bien: extrañaba a su mamá. Tanto, que del disgusto que tenía encima vomitó en el fregadero de la academia y no podía dejar de llorar desconsoladamente. La profesora novata que estaba allí no sabía qué hacer, así que llamó a la jefa de la academia para que ella se encargase de la situación y llamase a los padres de la peque. La jefa se negó a ayudar y se limitó a mandar un mensaje: "mándale a la niña que limpie el vómito y que se termine su comida". Incrédula ante tanta falta de escrúpulos, la profesora volvió a llamar a su jefa varias veces, hasta que ella se dignó a aparecer. Su reacción fue brutal: lejos de consolar a la pobre niña, le gritó: "¿Qué te crees que estás haciendo? A mí no me vas a tomar el pelo. ¿En serio crees que voy a caer en esta trampa y llamar a tu madre para que te venga a buscar? Limpia inmediatamente el vómito del fregadero y ponte a hacer los deberes antes de que te castigue". 

Yo, de casualidad, también estaba allí y tengo la escena grabada a fuego. Y no, esto no es un caso aislado. Es la pura realidad. 

viernes, 24 de febrero de 2017

¡Cuidado con los nombres!

Ayer me pasó algo curioso. De casualidad, escuché una conversación de dos niñas de preescolar en la calle. La más pequeña, que aparentaba tres añitos y todavía parecía un bebé, se dirigió a la niña que tenía al lado (un par de años su senior) como "hermana mayor" (姊姊 jie4jie en chino, un término de respeto que usan personas de edad más corta a los mayores) y la otra le contestó: "Yo no me llamo jiejie, me llamo Melody y además no soy tu hermana". La respuesta de la pequeñaja me dejó atónita: "Lo sé, pero debo llamarte hermana mayor, de lo contrario mi tíita me reñirá". Imaginaos la cara de tonta que se me quedó al escuchar este diálogo tan peculiar. No tardé en preguntar a mi compañero de qué iba todo aquello, y él me aclaró que en Taiwan, entre hermanos e incluso primos todavía es un tabú utilizar nombres de pila. De hecho, en el caso de los hermanos es imprescindible dirigirse a ellos como hermanos mayores o menores, pues de otro modo sería una falta de respeto. Lo mismo ocurre en la universidad: si te diriges a un estudiante más adelantado que tú y con el que apenas tienes relación, debes llamarlo xuezhang 學長 (la palabra xue puede hacer referencia a la universidad o al aprendizaje, mientras que zhang significa "largo"). 

sábado, 11 de febrero de 2017

Cinco anécdotas de mi viaje en Busan

Para bien o para mal todo viaje, por breve que sea, deja anécdotas para el recuerdo. Estas cinco son las más memorables de mi corta estancia en Busan. 


La señora que me quería atar los zapatos

Estábamos un poco desorientados y deshidratados en la artística Gamcheon Village, así que paramos en una tiendecilla para comprar unas bebidas y de paso preguntar el camino. Cuando la dueña de la tienda me vio, señaló con urgencia mis cordones desatados y sin más miramientos se agachó para atarlos ella misma. Un servicio cinco estrellas. 





Abuelos contentillos 

En tan solo tres días dimos con una cantidad importante de señores borrachos en pleno día por la calle, a veces en grupos pequeños y otras solos. No eran los típicos borrachuzos desgarbados y gritones, sino unos abuelos decentes y callados cuyas mejillas rojas y miradas perdidas los delataban. Una vez, cuando salíamos del metro, había un grupillo de ellos detrás nuestra y uno sacó un abanico y empezó a abanicarme mientras sus comapañeros se partían de risa. Fue curioso que mis dos acompañantes, ambos hombres jóvenes, no les intimidasen lo más mínimo. 


Souvenirs gratuítos  

La barbacoa coreana es famosa en Taiwán y sabíamos que no nos podíamos ir de Busan sin probarla. Normalmente se toma acompañada de soju, una alcohol típico coreano de unos 20 grados. Como no estoy acostumbrada a beber, un par de chupitos hicieron maravillas y al terminar la comida no se me ocurrió nada mejor que decir, en chino, que los vasos de los chupitos eran nuestros regalos y los señalé riéndome. Cual fue mi sorpresa al darme cuenta de que un camarero, que estaba detrás nuestra, había entendido lo que había dicho y contestó con un "ok, ok". Yo, muerta de vergüenza, salí del restaurante como si la cosa no fuera conmigo, pero el camarero cogió dos vasitos limpios y se los dio a mi novio para que me los diera. Todo un detalle. 



Fotos en Haeundae 

La playa Haeundae es la Benidorm de Corea y a pesar de lo cerrados que son los coreanos en lo que al destape se refiere, abundaban los bollitos en bañador. Como turistas que éramos hicimos alguna que otra foto discretamente, hasta que vimos un cartel donde ponía que fotografiar sin consentimiento los "cuerpos de las personas que están en la playa" está prohibido con multa.  




Dando el cante en el metro 

Una vez que nos sentíamos cansados y despistadillos, quisimos descansar un ratito en el metro y nos sentamos en los primeros asientos que pillamos hasta que una señora nos pidió con una sonrisa que nos levantáramos porque estábamos ocupando "priority seats", es decir, asientos para personas mayores o con discapacidad. Pasamos vergüenza una vez más, ya que en Corea, al igual que en Taiwan, esta norma se respeta como si fuera la Biblia. La señora intentó decirnos como buenamente pudo que esa era "la ley" en Corea.