sábado, 11 de febrero de 2017

Cinco anécdotas de mi viaje en Busan

Para bien o para mal todo viaje, por breve que sea, deja anécdotas para el recuerdo. Estas cinco son las más memorables de mi corta estancia en Busan. 


La señora que me quería atar los zapatos

Estábamos un poco desorientados y deshidratados en la artística Gamcheon Village, así que paramos en una tiendecilla para comprar unas bebidas y de paso preguntar el camino. Cuando la dueña de la tienda me vio, señaló con urgencia mis cordones desatados y sin más miramientos se agachó para atarlos ella misma. Un servicio cinco estrellas. 





Abuelos contentillos 

En tan solo tres días dimos con una cantidad importante de señores borrachos en pleno día por la calle, a veces en grupos pequeños y otras solos. No eran los típicos borrachuzos desgarbados y gritones, sino unos abuelos decentes y callados cuyas mejillas rojas y miradas perdidas los delataban. Una vez, cuando salíamos del metro, había un grupillo de ellos detrás nuestra y uno sacó un abanico y empezó a abanicarme mientras sus comapañeros se partían de risa. Fue curioso que mis dos acompañantes, ambos hombres jóvenes, no les intimidasen lo más mínimo. 


Souvenirs gratuítos  

La barbacoa coreana es famosa en Taiwán y sabíamos que no nos podíamos ir de Busan sin probarla. Normalmente se toma acompañada de soju, una alcohol típico coreano de unos 20 grados. Como no estoy acostumbrada a beber, un par de chupitos hicieron maravillas y al terminar la comida no se me ocurrió nada mejor que decir, en chino, que los vasos de los chupitos eran nuestros regalos y los señalé riéndome. Cual fue mi sorpresa al darme cuenta de que un camarero, que estaba detrás nuestra, había entendido lo que había dicho y contestó con un "ok, ok". Yo, muerta de vergüenza, salí del restaurante como si la cosa no fuera conmigo, pero el camarero cogió dos vasitos limpios y se los dio a mi novio para que me los diera. Todo un detalle. 



Fotos en Haeundae 

La playa Haeundae es la Benidorm de Corea y a pesar de lo cerrados que son los coreanos en lo que al destape se refiere, abundaban los bollitos en bañador. Como turistas que éramos hicimos alguna que otra foto discretamente, hasta que vimos un cartel donde ponía que fotografiar sin consentimiento los "cuerpos de las personas que están en la playa" está prohibido con multa.  




Dando el cante en el metro 

Una vez que nos sentíamos cansados y despistadillos, quisimos descansar un ratito en el metro y nos sentamos en los primeros asientos que pillamos hasta que una señora nos pidió con una sonrisa que nos levantáramos porque estábamos ocupando "priority seats", es decir, asientos para personas mayores o con discapacidad. Pasamos vergüenza una vez más, ya que en Corea, al igual que en Taiwan, esta norma se respeta como si fuera la Biblia. La señora intentó decirnos como buenamente pudo que esa era "la ley" en Corea. 



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