jueves, 24 de marzo de 2016

Campañas electorales en Taiwán: cuando los políticos no tienen sentido del ridículo

En mis dos cortos años viviendo en Taiwán he tenido la oportunidad de ser testigo de dos campañas electorales. Esto me ha permitido observar las diferencias entre las campañas en España y en Taiwán y escribir esta humilde compilación de cosas chocantes que he visto. 

Mi principal conclusión es que mientras que para los políticos españoles es importante parecer serios y transmitir confianza, el mayor objetivo de los taiwaneses es ser cercanos al pueblo y dar una imagen de personas sencillas y campechanas. Eso suena lógico e inteligente, pero a veces se les va un poco de las manos. 

Como en cada país, todos quieren ganar las elecciones a toda costa, y no se cortan un pelo para conseguirlo. Entre otras cosas, a los políticos taiwaneses les gusta... 


 ...hacerse oír 


Además de juntarse para ir por la carretera en todoterrenos, camiones y motos, los políticos y sus seguidores hacen todo el follón que pueden tocando los instrumentos tradicionales usados en las ensordecedoras danzas de leones (platillos y tambores), acompañados de un "baituo baituo, xie xie, xie xie!" (拜托拜托,謝謝,謝謝) que se puede oír a través de unos altavoces y se traduce como "por favor, por favor (votad por nuestro partido) ¡gracias, gracias!" En el vídeo no se aprecia el caos que montan en realidad.

 



También es común que simpatizantes se paseen por los barrios y entren en todos los negocios para repartir propaganda electoral. El ruido que hacen es increíble.

 


...transformarse en personajillos de cómic 




...currarse slogans convincentes 

Encontré esta especie de slogan en una caja de pañuelos en la que ponía: "Votar por mí sólo te llevará un minuto y me permitirá trabajar durante cuatro años". 



Desde luego, a mí me ha convencido. Taiwaneses: ¡ÚNANSE PARA DAR TRABAJO A ESTA POBRE SEÑORA! 


...regalar juguetes, pañuelos, y hasta linternas 





...incluir a sus mamás en la propaganda electoral  




...intentar parecer modernos posando con los pulgares hacia arriba 

 



...atacar a sus rivales con elegancia y sutileza 


En la propaganda electoral que podéis ver en la foto pone "Votar a Chen Yi-chen significa apoyar a Ma Yingjiu". Es un cartel propagado por el partido que hasta hace poco era el gobierno de la oposición, llamado DPP, que quiso aprovecharse de la mala fama del presidente Ma Yingjiu para conseguir votantes. Es decir, el cartel fue creado por el rival de Chen Yi-chen, política perteneciente al mismo partido que el odiado Ma Yingjiu, el KMT. Sería como si los miembros de Podemos crearan un cartel en el que pusiera "Votar a Pedro Sánchez significa apoyar a Zapatero". ¿Os lo imagináis? Incluso los políticos españoles son menos rastreros y oportunistas.


Foto encontrada aquí


En otro cartel del DPP igual de escandaloso ponía "No queramos más Ma Yingjiu!" (不要再馬英九了!- Bu yao zai Ma Ying Jiu le!). Sin embargo, en el año de su divulgación, el 2015, Ma Yingjiu ya no se presentaba a las elecciones, de modo que se podría interpretar como un ataque a su partido en general y un intento de meterlos a todos en el mismo saco. 



...la música 




Esta propaganda no tiene desperdicio. Además de un Spiderman bailando el Opa Gangnam Style, en el slogan pone: "Hagamos de nuestra ciudad un lugar feliz. ¡Baila con nosotros!" 



Y sobre todo... ¡¡¡BAILAR!!!


El hombre que podéis ver en el vídeo es el alcalde de New Taipei City, Eric Chu, que se presentó a las elecciones generales de 2016. Al parecer su partido, el KMT, estaba tan desesperado por aumentar sus votantes que se les agotaron las ideas hasta llegar a ESTO. El lema del vídeo es "ejercicio es poder". 







Para mí, las campañas electorales taiwanesas son como un circo donde cada político compite para llamar la atención de los votantes. Se parecen más a un programa del corazón que a unas elecciones, pero al menos eso mantiene la emoción. 


lunes, 21 de marzo de 2016

28 de febrero de 2016: Jiufen, un pueblo de película

Probablemente la excursión de un día más popular desde Taipei, Jiufen (九份) es un pueblecito perdido en las montañas. Al igual que otras localidades vecinas, fue muy próspera a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX debido a la explotación de sus minas de oro, hasta que cayó en el olvido cuando éstas cerraron en los setenta. Volvió a cobrar vida hace un par de décadas gracias al rodaje de la famosa película Una Ciudad de Tristeza y, más tarde, gracias al director de cine japonés Miyazaki, que se inspiró en Jiufen para crear algunas escenas de la archiconocida El Viaje de Chihiro. Dejando el cine a un lado, Jiufen también es conocida por sus casas de té, sus puestos de comida callejera, y sus vistas al mar. 



Su nombre, que literalmente significa "nueve porciones", tiene un origen curioso: según dicen, durante el período de la dinastía Qing el pueblo estaba habitado por tan sólo nueve familias, y cada vez que se pedían provisiones era necesario encargar una para cada una, lo que dio lugar al nombre. 

                               




Aunque se trate de un pueblo minúsculo, Jiufen es tan popular que ir en fin de semana se puede convertir en una pesadilla. Al llegar a la calle antigua, donde se concentran las tiendecitas de recuerdos y la comida, lo más probable es que sólo veas cabezas y que sufras mucho entre las masas de gente. Yo me sentía como un zombie siguiendo a los demás a paso de tortuga entre una muchedumbre que no avanzaba.






Algunos de los snacks que se pueden encontrar en Jiufen son caracoles de mar, sopa de bolas de taro, dorayakis rellenos de helado, tofu apestoso, y sus famosas rouyuan, una especie de albóndigas gelatinosas. Los caracoles de mar son mis favoritos.








Las tiendas también son interesantes, y en ellas se pueden encontrar todo tipo de objetos tradicionales: cestos de madera, marionetas, caretas, palillos, golosinas, juguetes antiguos, monederos y bolsos de estilo chino, etc.






Pero para mí lo más atrayente tal vez sean sus casas de té, a las que no me atreví a entrar por ser escandalosamente caras. La más famosa es la Jiufen Tea House (九份茶坊 - Jiufen Chafang), fundada en 1991. Imita una casa de madera tradicional en la que los clientes pueden preparar su propio té usando un fogón y carbón de leña con la ayuda de un dependiente (también es una tienda de té y cerámica). Se permite que los clientes lleven su propio té, pero para ello es necesario pagar 100 NTD (entre 2.75 y tres euros) por el agua para prepararlo. La consumición más barata de su menú es de 800 NTD (unos 20 euros), así que no nos quedó más remedio que pasar de largo. Es famoso por su té oolong, procedente de Taiwán, y por sus vistas. 





Otra casa de té pintoresca es la Amei Tea House (阿妹茶樓 - Amei Chalou), cuyo diseño de estilo japonés es difícil de pasar por desapercibido. Para mí es el edificio más bonito e interesante de Jiufen, y además se rumorea que es el punto exacto que inspiró algunas escenas de El Viaje de Chihiro.  En sus orígenes era una herrería que producía herramientas para los mineros, hasta que el cambio de aires que convirtió a Jiufen en un pueblo turístico hizo que se transformase en una sofisticada casa de té. Dado el clima extremadamente húmedo de Taiwán, los dueños se ven obligados a renovarla cada tres años para que la madera no pudra. 


 

Como podéis ver, Jiufen es modesto pero tiene mucho que ofrecer. Cada vez que lo visito me voy abrumada por la muchedumbre y con la sensación de haber tenido una visita incompleta, pero al mismo tiempo siento que me ha cautivado más todavía. 

domingo, 20 de marzo de 2016

28 de febrero de 2016: Las vistas más hermosas en Buyanding y la montaña de Keelung

A veces las casualidades hacen que conozcamos gente interesante y descubramos sitios maravillosos. Eso precisamente nos pasó a mí y a mi novio una tarde de invierno cuando estábamos de camino al pequeño pueblo de Jiufen. 

Nuestra primera parada accidental fue el mirador de Buyanting (不厭亭). Llegamos allí por capricho de Google Maps, que nos llevó por el camino equivocado e hizo que diéramos vueltas sin sentido en caminos de montaña desiertos pero con unas vistas impresionantes. A pesar de ser el paisaje más bonito que jamás he visto en Taiwán, Buyanding no aparece en ninguna guía turística e, incluso en chino, la información sobre este sitio es escasa en Internet. Podría considerarse una pequeña joya escondida, aunque debe ser bien conocida por los locales, ya que había muchos allí. Las vistas al atardecer me dejaron boquiabierta. 








Ya estábamos cerca de Jiufen cuando dimos con otro mirador maravilloso: el de la montaña de Keelung y la llamada Teapot Mountain en inglés. Aunque el tiempo se nos estaba echando encima, no podíamos pasar por alto las espectaculares vistas. Para disfrutar de distintas perspectivas de estas montañas se puede caminar un sendero, que según he leído en otros blogs se puede completar en unas tres horas dependiendo de la condición física de cada uno. 







En los dos años que he vivido en Taiwán, nunca había encontrado unas vistas que me impresionasen tanto. 

sábado, 19 de marzo de 2016

21 de febrero de 2016: caminando por la calle histórica Bopiliao en Taipei

Bopiliao es una pequeña joya en medio de la caótica jungla de asfalto de Taipei. Está considerada el núcleo de la ciudad, es decir, fue una de las primeras calles en el distrito de Wanghua (también conocido como Monga o Bangka), el más antiguo. Aunque haya ido a menos, en su día constituyó un gran centro económico. Se encuentra cerca del templo de Longshan, otro pequeño tesoro arquitectónico. 

Dada su antigüedad, fue renovada y reabierta al público en 2009, y ha pasado por varias fases desde su fundación en 1644, de modo que se puede ver un poco de todo: edificios de la época de la dinastía Qing, de estilo colonial japonés, y algunos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. A pesar de su esplendor pasado, hoy en día muchos la consideran una zona decadente, y su población está muy envejecida. Sin embargo, yo no noté nada de eso durante mi visita. 







Aparte de la calle en sí misma, es recomendabilísimo visitar el Education Center of Taipei City, un museo gratuito que trata tres temas: la historia de Bopiliao, el desarrollo de la medicina occidental en Taiwán, y el sistema educativo antiguo, que incluso detalla los exámenes imperiales. Para mí fue muy enriquecedor, y me encantó pasar la tarde allí. Solo me dio rabia que algunas partes estuvieran explicadas exclusivamente en chino, pero por lo demás resultó una experiencia completa e interactiva. 






Bopiliao está impregnada de nostalgia, y paseando por ella uno puede imaginarse cómo lució Taipei en otros tiempos. Al contrario que la mayoría de calles de su estilo, no está abarrotada de tiendas y tenderetes, así que siempre es un lugar tranquilo que se puede terminar de ver en cinco minutos. Sería recomendable planear una visita conjunta con el templo de Longshan y Ximending. 


martes, 15 de marzo de 2016

Una nueva moda asiática: flores en la cabeza

Una nueva moda simpática y original ha captado mi atención estos últimos meses. Consiste en llevar unas pinzas negras con plantitas de juguete que parecen estar creciendo en el pelo de las personas que las llevan. 





Las pinzas parecen ser más populares entre los jóvenes, sobre todo niños y adolescentes. Se venden en los night markets y en tiendas baratas por unos diez NTD (esto es, unos 30 céntimos de euro) y se pueden encontrar muchos modelos diferentes, aunque al parecer el original era de brotes de soja. Supuestamente, se empezaron a llevar en el sur de China y ahora son el último grito. 



En Taiwán no están causando el furor que parecen estar causando en el gigante asiático, pero pueden verse por la calle. Al principio me sorprendió que pudieran venderse dado el carácter tímido y reservado de los taiwaneses, aun sabiendo que ellos no se pueden resistir a algo que les parezca "mono". A muchos les parecen una tontería, pero a mí no me disgustan: aportan cierto toque de color a la falta de originalidad diaria de Taiwán. 

Tokyo Kawaii Monster Cafe: Sugar and Spice and Everything nice!

Si planeas un viaje a Tokio y buscas una experiencia diferente, algo extravagantemente japonés, una sobredosis de locura y color, la cafetería Kawaii Monster Cafe es el sitio ideal para ti. No es para todos los gustos, pero si te consideras un ferviente admirador de las tendencias de Harajuku y de lo kawaii en general, la visita es obligatoria. Abierta desde el uno de agosto de 2015, es la nueva niña bonita de Harajuku y fue diseñada por el famoso diseñador japonés Sebastian Masuda. 

Ubicada en Omotesando, justo en frente de la meca de la moda Laforet, su aspecto exterior no tiene nada de especial: se encuentra en el cuarto piso de un centro comercial corriente. Sin embargo, en cuanto se cruza su puerta, uno se siente como si se estuviera adentrando en el mundo de Alicia en el País de las Maravillas. Se divide en cuatro salas, cada una decorada de una manera diferente.  




Nosotros llegamos a eso de las seis de la tarde y tuvimos que ponernos a la cola para entrar, aunque en realidad las salas no estaban llenas. Desde la entrada, espectacular por sí misma, se puede ver un dibujo de la mascota de la cafetería, un monstruo llamado Choppy que anticipa la decoración del interior. Una vez dentro, fuimos recibidos por un precioso tiovivo decorado como una tarta, llamado "Sweets go Round". Además de hacer un pequeño tour por cada sala, es imprescindible usar su precioso baño, que tampoco se queda atrás en colorido. 





Pero eso no es todo. Dejando a su mascota aparte, Kawaii Monster cuenta con cinco Monster Girls, cada una con una personalidad diferente que revela un aspecto del espíritu de la cafetería. Sus nombres hablan por sí solos: Nasty, Candy, Baby, Crazy, y Dolly.

 


No soy fácil de impresionar, pero os aseguro que este sitio es tan increíble como parece. Leí muchos comentarios negativos en Trip Advisor antes de mi visita: que si el servicio es pésimo, que si la comida es asquerosa, etc. En mi opinión estas quejas no se ajustan demasiado a la realidad, excepto por esas que hacen referencia a los precios inflados de la comida y la bebida, pero ya se sabe que la mediocridad y el precio escandaloso de los productos de los restaurantes temáticos es casi una ley universal. De hecho, puesto que iba preparada para lo peor, Kawaii Monster solo me decepcionó en dos cosas: el día que visitamos, de las cinco Monster Girls originales solo quedaba una, y además cuando llegamos no nos preguntaron en qué sala nos queríamos sentar. 






Personalmente, a mí la comida no me disgustó tanto, de hecho, me pareció muy interesante. Para cenar, pedí el postre Colorful Poison Parfairt Extreme, y mi novio un plato de pasta llamado Colorful Rainbow Pasta, que imita la paleta de un pintor. No es muy recomendable para la gente a la que le gusta la comida saludable, así que tal vez las bebidas sean una mejor opción para muchos (obviamente, una cafetería como Kawaii Monster exige consumición mínima).  


Mi postre consistía en un parfait con tantos ingredientes que sería imposible recordarlos. La parte que más me gustó fue su nata de colorines, ya que cada color tenía un sabor diferente. Fue divertido probar cada uno e intentar adivinar qué era. 



Por otro lado, la pasta parecía de plástico y estaba fría. Pero al igual que mi parfait, se sirve con un total de siete salsas, cada una de un color y sabor diferente, por lo que mi novio y yo estuvimos de acuerdo en que es un plato interesante. 




Para que los clientes se lleven un bonito recuerdo, las camareras entregan a cada uno una postal después de pagar. Probablemente, a algunos Kawaii Monster les resulte más siniestra que kawaii, pero nadie puede negar que es una auténtica obra de arte. 

lunes, 14 de marzo de 2016

Dos edificios religiosos peculiares en Tokio: la mezquita Camii y el Templo Tsukiji

Tokio posee muchos edificios interesantes por su arquitectura, pero para mí ninguno de ellos es tan especial como la mezquita Camii y el templo Tsukiji.  

Aunque se trate de la mezquita más grande de Japón, Camii es un pequeño secreto en la ciudad. Se encuentra relativamente cerca de Shinjuku, en el barrio Yoyogi Uehara, poco frecuentado por turistas. Es una estructura que rompe con todos los esquemas y supone un gran contraste con todas las demás edificaciones de estilo japonés que la rodean.



Su primer piso alberga un centro cultural turco y una tiendecita de recuerdos centrada en Turquía. Las restricciones para entrar en la mezquita son muy relajadas: sólo es necesario cubrirse la cabeza con unos pañuelos prestados en la entrada, y no hay ningún tipo de vigilancia. 




Aunque se fundó en 1938, la mezquita actual data del año 2000 y fue construida por artesanos turcos. Es especial porque constituye un auténtico ejemplo de arquitectura otomana en pleno de corazón de Tokio, como si hubieran arrancado un pedacito de Turquía y decidieran trasladarlo a Japón. De hecho, fue construida con materiales importados desde Turquía. Por fuera es bonita, pero su interior es espectacular. 




Por otro lado, el templo Tsukiji Hongan-ji es un poco más turístico por culpa de su cercanía con el famoso mercado Tsukiji, que no falta en toda guía de Tokio que se precie. Aunque no es demasiado famoso, su curioso diseño es difícil de pasar por alto. Ubicado originalmente en Asakusa, lleva consigo siglos de historia y fue reconstruido varias veces hasta llegar a su ubicación y apariencia actuales. Así pues, el edificio que se puede ver hoy en día data de 1934 y fue diseñado por el arquitecto japonés Ito Chuta, que había viajado a muchos países del sur de Asia y se inspiró en los templos indios. 





Como curiosidad, este templo cuenta con uno de los típicos órganos de iglesia occidental, que además se usa con regularidad. Fue donado en un intento de popularizar la música budista y procede de Alemania.