lunes, 21 de marzo de 2016

28 de febrero de 2016: Jiufen, un pueblo de película

Probablemente la excursión de un día más popular desde Taipei, Jiufen (九份) es un pueblecito perdido en las montañas. Al igual que otras localidades vecinas, fue muy próspera a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX debido a la explotación de sus minas de oro, hasta que cayó en el olvido cuando éstas cerraron en los setenta. Volvió a cobrar vida hace un par de décadas gracias al rodaje de la famosa película Una Ciudad de Tristeza y, más tarde, gracias al director de cine japonés Miyazaki, que se inspiró en Jiufen para crear algunas escenas de la archiconocida El Viaje de Chihiro. Dejando el cine a un lado, Jiufen también es conocida por sus casas de té, sus puestos de comida callejera, y sus vistas al mar. 



Su nombre, que literalmente significa "nueve porciones", tiene un origen curioso: según dicen, durante el período de la dinastía Qing el pueblo estaba habitado por tan sólo nueve familias, y cada vez que se pedían provisiones era necesario encargar una para cada una, lo que dio lugar al nombre. 

                               




Aunque se trate de un pueblo minúsculo, Jiufen es tan popular que ir en fin de semana se puede convertir en una pesadilla. Al llegar a la calle antigua, donde se concentran las tiendecitas de recuerdos y la comida, lo más probable es que sólo veas cabezas y que sufras mucho entre las masas de gente. Yo me sentía como un zombie siguiendo a los demás a paso de tortuga entre una muchedumbre que no avanzaba.






Algunos de los snacks que se pueden encontrar en Jiufen son caracoles de mar, sopa de bolas de taro, dorayakis rellenos de helado, tofu apestoso, y sus famosas rouyuan, una especie de albóndigas gelatinosas. Los caracoles de mar son mis favoritos.








Las tiendas también son interesantes, y en ellas se pueden encontrar todo tipo de objetos tradicionales: cestos de madera, marionetas, caretas, palillos, golosinas, juguetes antiguos, monederos y bolsos de estilo chino, etc.






Pero para mí lo más atrayente tal vez sean sus casas de té, a las que no me atreví a entrar por ser escandalosamente caras. La más famosa es la Jiufen Tea House (九份茶坊 - Jiufen Chafang), fundada en 1991. Imita una casa de madera tradicional en la que los clientes pueden preparar su propio té usando un fogón y carbón de leña con la ayuda de un dependiente (también es una tienda de té y cerámica). Se permite que los clientes lleven su propio té, pero para ello es necesario pagar 100 NTD (entre 2.75 y tres euros) por el agua para prepararlo. La consumición más barata de su menú es de 800 NTD (unos 20 euros), así que no nos quedó más remedio que pasar de largo. Es famoso por su té oolong, procedente de Taiwán, y por sus vistas. 





Otra casa de té pintoresca es la Amei Tea House (阿妹茶樓 - Amei Chalou), cuyo diseño de estilo japonés es difícil de pasar por desapercibido. Para mí es el edificio más bonito e interesante de Jiufen, y además se rumorea que es el punto exacto que inspiró algunas escenas de El Viaje de Chihiro.  En sus orígenes era una herrería que producía herramientas para los mineros, hasta que el cambio de aires que convirtió a Jiufen en un pueblo turístico hizo que se transformase en una sofisticada casa de té. Dado el clima extremadamente húmedo de Taiwán, los dueños se ven obligados a renovarla cada tres años para que la madera no pudra. 


 

Como podéis ver, Jiufen es modesto pero tiene mucho que ofrecer. Cada vez que lo visito me voy abrumada por la muchedumbre y con la sensación de haber tenido una visita incompleta, pero al mismo tiempo siento que me ha cautivado más todavía. 

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