domingo, 11 de junio de 2017

Las auténticas memorias de una geisha

Muchos mitos rodean al misterioso mundo de las geishas japonesas, tanto en Japón como en el extranjero. Existe demasiada confusión sobre sus verdaderas funciones y a menudo son confundidas con oiran (prostitutas de lujo populares en el período Edo) o con prostitutas que se disfrazaban de ellas. Por si esta confusión no fuera suficiente, un día a un señor americano llamado Arthur Golden se le ocurrió la genial idea de escribir una bazofia titulada Memorias de una Geisha. A pesar de haberse documentado a conciencia para tal responsabilidad, se tomó la libertad de manipular por completo la verdad, favoreciendo todavía más los prejuicios contra las geishas en el extranjero, sexualizando por completo su mundo. Entre otras cosas, el escritor tuvo el gran atrevimiento de narrar cómo las geishas venden su virginidad al mejor postor en su mizuage (esto es falso, solo las oiran llevaban a cabo esta práctica) una ceremonia que celebra el paso de la maiko o aprendiz de geisha a la edad adulta. El libro se convirtió en best seller y, por si esto no fuera suficiente, al cabo de unos años se rodó una película con el mismo nombre, todavía más insultante, vulgar; con fallos vergonzosos en maquillaje y vestuario, bailes inventados que nada tienen que ver con las delicadas danzas japonesas de las geishas verdaderas, con actrices chinas en los roles de protagonistas y un director americano que obviamente no tenían conocimientos sobre geishas. 

Aunque en esta entrada me proponía centrarme exclusivamente en los libros de Arthur Golden y Mineko Iwasaki, no pude evitar tomarme la molestia de explicar, en un breve resumen, las deficiencias de maquillaje y vestuario en la película. En el primer vídeo que he puesto debajo de este párrafo podéis ver una​ danza de geishas de la película y compararla con las verdaderas danzas de geishas del segundo vídeo. Huelga decir que el baile de "nieve" es un invento moderno que  no guarda relación alguna con la realidad. Pero personalmente para mí lo más horrible es que la actriz lleva geta (los zapatos de madera) de plataforma alta, como  los de  las prostitutas que mencioné en el primer párrafo y que las geishas no  pueden calzar bajo ningún concepto. Fijaos también en el kimono y, sobre todo, el maquillaje.








En efecto, los fallos de la película Memorias de una Geisha son demasiados para dar cuenta de todos ellos en esta entrada. No soy una experta en geishas, pero tengo ciertas nociones básicas sobre ellas y aun sin tenerlas creo que las diferencias en el vestuario y el maquillaje son obvias en tan solo una foto. La primera foto, que he cogido prestada de esta pagina web, muestra a la actriz china Zhang Ziyi vestida como maiko o aprendiz de geisha en una escena de Memorias de una Geisha. Aunque no me he molestado en volver a ver la película, deduzco que su debut como geisha es reciente y que debería lucir un wareshinobu, el peinado tradicional que llevan todas las maiko cuando todavía son junior, o alguno de los otros peinados que lucen las maiko a lo largo de su carrera. Sin embargo, la actriz lleva un moño corriente que no se corresponde en absoluto con ninguno de los elaborados estilos de las maiko, que podéis consultar en esta página. Pasemos al maquillaje. Las maiko junior, es decir, las que todavía no han cumplido un año como maiko, solo se pintan de rojo la parte inferior del labio y, cuando transcurre el año, se pintan la parte inferior y superior, pero no lo hacen por completo, es decir, dejan parte de los labios sin pintar para crear la ilusión de una boca pequeña, que es parte de la estética de las geishas y maiko. Zhang Ziyi se pinta los labios enteros y tampoco lleva el característico maquillaje rojo en los ojos y cejas; además su cara no está pintada de blanco por completo como una verdadera maiko. Por otro lado, su kimono es, simplemente, de risa. Para las geishas, los kimonos son sagrados, cada uno está hecho a mano y se consideran auténticas obras de arte. Se hacen de seda y a veces incluso son diseñados por las propias geishas. El kimono de Zhang Ziyi es, simplemente, vulgar. Parece un trapo que se ha comprado en una feria. Salta a la vista que NO es de seda (y si lo es, desde luego, se trata de seda de la peor calidad) las mangas son demasiado cortas (deberían llegarle casi hasta los pies) y aun por encima su obi no tiene obijime (una especie de cordón que se utiliza para que el nudo del obi de la maiko no se deshaga) ni pocchiri (una joya que se coloca en el obijime, el objeto más caro del ostentoso vestuario de las maiko), dos piezas imprescindibles en el vestuario de una maiko. La segunda foto muestra a la encantadora maiko Ichiharu, una auténtica maiko de Gion Kobu, el distrito de geishas más prestigioso de Japón. En la foto de Ichiharu se aprecia claramente el pocchiri, que está más o menos a la altura de su ombligo.





Desde un punto de vista occidental estos detalles podrían​ parecer insignificantes pero el vestuario de una geisha está​ muy estudiado, se prepara minuciosamente, cuesta grandes sumas de dinero e incluso se ajusta a cada estación del año.

Ahora que he terminado de desahogarme contra el desastre de la película, pasemos al libro, del que por suerte tengo recuerdos muy vagos. En esta entrada me propongo dar a conocer la verdadera historia detrás de Memorias de una Geisha, que debería considerarse una novela de ficción. Para escribir Memorias de una Geisha, Arthur Golden entrevistó a Mineko Iwasaki, una geisha retirada que fue la más famosa de Japón. Aparte de manipular totalmente la información proporcionada por ella, el escritor incluyó su nombre en los agradecimientos del libro, violando la intimidad de Mineko Iwasaki, que más tarde lo denunció, pues él había prometido no desvelar su nombre, ya que el mundo de las geishas es muy hermético  y aunque no exista ninguna norma escrita, en teoría ella no debería conceder ese tipo de entrevistas. Por si esto fuera poco, el libro propaga tantas mentiras injustas sobre las geishas que prácticamente se podría considerar una campaña de desprestigio contra ellas, cuya reputación es muy importante. Por lo tanto, la publicación de esta novela y la colaboración de Mineko Iwasaki fue tomada como una gran ofensa en el karyukai (que grosso modo se podría definir como "comunidad de maikos y geishas" aunque su traducción literal es diferente) y Mineko Iwasaki no solo perdió amistades, sino que hasta recibió amenazas de muerte. Por eso, decidió tomar la revancha y contar su verdadera historia en un libro titulado Vida de una geisha, que salió a la luz en el 2003.


En general, Vida de una Geisha ha recibido buenas críticas. Personalmente, a mí me decepcionó bastante. Carece en absoluto de calidad literaria, los primeros capítulos sobre la infancia son pesados y no guardan demasiada relación con la vida de geisha, y por momentos incluso me pareció que faltaba cierta coherencia (tal vez se deba a que la versión online que encontré, traducida al español, no era demasiado buena). Por otro lado, no me agradó especialmente enterarme de que la geisha más famosa y admirada de Japón no se esforzó para llegar a ser la número uno por vocación, sino más bien por orgullo; y que de hecho ella al comienzo de su carrera ni siquiera sentía gran interés por ser geisha y solo le interesaba el baile. Aunque detesto las novelas que pretenden conmover al lector, la lectura del libro de Iwasaki se me hizo muy fría y falta de sentimiento. Tampoco me resultó especialmente informativa y no leí nada que ya no supiese sobre geishas. Esperaba más detalles, vaya. Pero a fin de cuentas se trata, tan solo, de una autobiografía y a pesar de mi decepción recomendaría leerla a quienes quieran saber la verdad sobre las geishas, sus carreras, y sus ajetreados estilos de vida. Si habéis leído Memorias de una Geisha os sorprenderá lo diferentes que son ambas historias. Podéis descargar Vida de una geisha gratis en este link.

No me voy a molestar en comentar nada sobre la versión del sinvergüenza de Arthur Golden. Por desgracia, años atrás, yo también fui víctima de su novelita mediocre, y de hecho fue gracias a ella y a un pésimo documental que empecé a interesarme y a admirar a las geishas, que hoy en día siguen siendo mi inspiración y ejemplo a seguir. Mi consejo: por favor, tirad Memorias de una Geisha a la basura y no veáis su horrible película. Es un insulto a las geishas y maiko y a todo lo que representan. Arthur Golden no es más que un charlatán que solo buscaba dinero y fama y no dudó en distorsionar la realidad a su antojo para escribir una historia morbosa que intrigase a los lectores para vender. Tanto el libro como la película son apropiación cultural en su más puro estilo y han sido creados desde un punto de vista occidental para satisfacer gustos y fantasías occidentales. Leed a Mineko Iwasaki o, si os apetece ir más allá, el libro Geisha de la antropóloga Liza Dalby, que yo aún no he leído pero que está considerado la gran "enciclopedia" sobre geishas.



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