viernes, 2 de agosto de 2013

Primeras impresiones de los taiwaneses desde Galicia

Hace un par de semanas, una amiga de Coruxo (Vigo) me invitó a un festival de folk en el que participaba un grupo de danza taiwanés que se llama Chinese Arts Dance Ensemble. Como me voy a ir a estudiar a Taipei dentro de muy poco, no me lo pensé dos veces y fui a ver a este grupo para acercarme más a la cultura taiwanesa y con la esperanza de poder hablar con algún taiwanés para asegurarme de que las cuatro cosas que sé decir en chino son inteligibles. 

Los taiwaneses tienen fama de ser amabilísimos y encantadores, sin embargo a mí me dio la sensación de que son algo sosillos, especialmente los chicos. Parecen bastante tímidos y además tienen una expresión de eterna serenidad un tanto irritante, y, de hecho, yo todavía no tengo muy claro si me sonreían de verdad o si esa es la cara que tienen siempre. Sospecho que tal vez sean las dos cosas, pero aunque sus sonrisas no sean falsas, los hacen inexpresivos de una manera extraña y eso resulta un poco enervante. Esto no significa que me hayan causado mala impresión ni mucho menos, y sé que no me puedo basar en un contacto mínimo con un grupo reducido para juzgarlos a todos, pero debo admitir que esperaba que fueran un poco más vivaces y que pensé que mostrarían más interés por hablarme, ya que dicen que a los taiwaneses los occidentales les parecemos muy exóticos (y yo, con mi pelo teñido de siete colores puedo decir que las tengo todas para parecer exótica) y les encanta relacionarse con extranjeros. 

Lo que sí me sorprendió, por cruel que sea decirlo, es lo guapos que son. Esperaba encontrarme con una especie de esperpentos, pero esperaba mal. No podía quitarles los ojos de encima. Tienen una delicadeza en la mirada y en los gestos que no es fácil de expresar, y creo que no exagero en absoluto si digo que es difícil  determinar si las chicas son adultas o apenas tienen diez años. Uno de los chicos tenía unos ojos negros y alargados muy profundos, y supongo que debe proceder de alguna tribu de aborígenes taiwaneses porque su pinta era bastante diferente de la de los demás. Y como no se me ocurre mucho más que escribir porque las dos palabras que intercambié con ellos no dieron para mucho, compartiré la única foto que tengo de esa noche, porque una imagen vale más que mil palabras. 



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