martes, 12 de abril de 2016

El monasterio budista más grande de Taiwán: un día en Fo Guang Shan

En nuestro reciente viaje a la ciudad de Kaohsiung mi novio y yo dedicamos un día a visitar el monasterio budista más grande de Taiwán, Fo Guang Shan (佛光山). Fundado en el año 1967, cubre un total de 30 hectáreas entre las que se reparten una universidad budista, algunos santuarios e incluso un cementerio. Al tratarse de un monasterio se encuentra un poco alejado de la ciudad, pero es fácil acceder a él haciendo media hora de autobús. Se encuentra a unos pocos metros del Buddha Memorial Center, muy popular entre los turistas. 

Nuestra primera parada fue en el Buddha Memorial Center, que como su nombre indica está dedicado a difundir el budismo. Llevó nueve años construirlo y fue fundado en 2011. El edificio principal está rodeado de pequeñas pagodas a cada lado y tiene un enorme Buda en el techo. Es un espacio tranquilo y amplio, y por suerte el día que fuimos no estaba demasiado lleno de gente.  







Para llegar a él es necesario atravesar una especie de centro comercial budista en el que se venden fozhu de jade, figuras de Buda y se pueden encontrar numerosos restaurantes vegetarianos. Al entrar nos encontramos con un par de amables voluntarios vestidos de punta en blanco que nos dieron la bienvenida y nos persiguieron discretamente por si se nos ocurría ser malos malosos y romper alguna norma para corromper su lujoso e impecable edificio. Aunque la entrada es gratuita, hay huchas exigiendo donativos hasta en la sopa, y me sentí como si de alguna manera todo el complejo fuera una trampa continua para meter la mano en el bolsillo de los visitantes. La religión está en un segundo plano, y todo me pareció opulencia y capitalismo. 






Dentro del edificio se pueden visitar algunas exposiciones, un templo (de pago) y un museo. Nos dirigimos al museo primero, ya que su tema me interesaba mucho: las festividades budistas. Me pareció ideal para niños: muy interactivo y con muchas estatuas, como una Guanying que desprendía bendiciones de agua de una de sus manos o un Buda que se movía y hablaba en chino e inglés. Sin embargo, no resultó demasiado didáctico.

 




 


También visitamos la interesante exposición del pintor chino He Datian, que reunía una serie de cuadros centrados en las casas tradicionales chinas. 




Después de hacer un poco de caligrafía en una sala dedicada exclusivamente a ella, decidimos darle una oportunidad a uno de los restaurantes vegetarianos. Yo entré con desconfianza: en Taipei normalmente los restaurantes vegetarianos son caros y te dejan con hambre. Pero nos llevamos una grata sorpresa: el menú de Fo Guang Shan es variado y con precios muy bajos. Nos encantó todo lo que pedimos: un perrito caliente de tofu, un enorme bol de fideos, el mejor tofu apestoso de mi vida, una pizza de queso y maíz, y una hamburguesa. Salimos de allí igual que si hubiéramos visitado a nuestras abuelas. Jamás se me había pasado por la cabeza que la comida vegetariana pudiera alcanzar semejante nivel de deliciosidad. 






Al terminar el Memorial Center cogimos un autobús para llegar al monasterio, pero pronto descubrimos que no era necesario: están separados por unos metros. Una vez allí, una monja muy amable y con un buen nivel de inglés nos hizo un pequeño tour y nos enseñó la habitación en la que todos los inquilinos del monasterio se reúnen para comer, con capacidad para 3000 personas. Nos dijo que normalmente se juntan un total de 1000. 

El tiempo se nos estaba empezando a echar encima, así que nos limitamos a entrar en el edificio principal, donde vimos tres impresionantes budas y admiramos las paredes cubiertas de pequeñas figuritas de budas que brillaban. Las fotos están prohibidas, pero tuve la suerte de pasar desapercibida y de poder hacerme el avión por ser extranjera.





Para terminar la tarde, nos hartamos de hacer fotos a los 1000 budas dorados del monasterio, un precioso conjunto de figuritas idénticas que rodean la entrada a un extraño edificio cuyas paredes están pintadas con figuras de Budas y Tara, entre otros.





Salimos de Fo Guang Shan agotados, y puesto que se trataba del sitio que más me apetecía visitar en el sur de Taiwán me fui de allí con una sensación agridulce. La imagen que tenía de Taiwán como un país místico donde se valora y respeta la religión tradicional se desvaneció definitivamente en el Buddha Memorial Center, que me recordó a un parque de atracciones. En conclusión, el complejo de Fo Guang Shan es excesivamente ostentoso para una religión que supuestamente rechaza estrictamente el materialismo. Eso no quiere decir que la visita no valga la pena: de hecho, para mí visitar Kaohsiung sin pasar por Fo Guang Shan es casi equivalente a no haber salido del hotel. 



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