domingo, 17 de julio de 2016

Nueve de junio de 2016: Montaña y mar en Jinguashi y Bitou

Una pequeña excursión al pintoresco pueblo Jiufen nos llevó a descubrir nuevos paisajes una vez más. Se trataba de la cascada de Jinguashi, un pueblo minero cercano, y Bitou, un pueblo pesquero con unas vistas impresionantes. 

Nuestra primera parada fue en Buyenting, un mirador cercano a Jiufen sobre el que escribí hace unos meses. El paisaje había cambiado un poco: la hierba seca y amarillenta había desaparecido y el verde era protagonista. No nos pudimos resistir a hacer otra parada en Teapot Mountain, otro viewpoint precioso a tan sólo diez minutos en moto. 










Cuando por fin llegamos a Jiufen vimos un armonioso y cuidado cementerio en las montañas, muy diferente de los que había visto con anterioridad en Taiwán, que parecen abandonados y con el espacio mal repartido, como si hubieran sido construidos en un monte cualquiera de manera arbitraria. 





Tras dar una vuelta por las estrechas e interesantes calles de Jiufen y haber probado los famosos helados de bolas de taro en un restaurante (Agan Yi yuyuan, 阿柑姨芋圓) lleno de gente y mal olor pero con unas vistas envidiables, continuamos hacia la fundición de Shuinandong, una fábrica de fundir metales abandonada muy fotografiada en Jinguashi. También conocida como Thirteen Levels porque según algunas fuentes de Internet tenía trece plantas, fue construida durante la Ocupación Japonesa de Taiwán y parte de su historia es un tanto oscura: allí hacían trabajos forzados los prisioneros de guerra del gobierno japonés. Antes de llegar paramos en la catarata de Jinguashi, llamada Jinguashi Gold Waterfall en inglés y famosa por sus colores anaranjados causados por el agua tóxica de las antiguas minas de hierro y cobre. 









Nuestra última parada fue Bitou, un pueblo que había visitado hace más de dos años y que me había parecido el más bonito de todo Taiwán. Está a tan sólo quince minutos de Shuinandong y no me pude resistir a volver. Por el camino disfrutamos de las bonitas vistas de la costa de Nanya, cuyas formaciones rocosas guardan cierto parecido con las de Yehliu. Al llegar nos encontramos una estampa inesperada: la tranquilidad habitual del pueblo había desaparecido y en su lugar había un nutrido grupo de extranjeros haciendo una fiesta con música, un camping improvisado y barbacoa. Bitou es conocido por el Bitou Cape Park, pero apenas nos quedaba tiempo para admirar las vistas y volver a Taipei. Había alguna gente buceando e incluso nos encontramos a una pareja que se dedicaba a recoger erizos de mar para comerlos crudos. Nos enseñaron cómo les quitaban las espinas con una especie de rastrillo e incluso nos invitaron a probarlos y a cogerlos en las manos. Toda una experiencia. 








Para terminar una excursión larga e intensa, paramos a cenar en un rechao (熱炒) cercano a Keelung, donde entre otras cosas probé bebida de aloe vera, pescado crudo y camarones fritos. En los rechaos cada comensal tiene su propio bol, sin embargo no se sirven platos individuales: toda la comida es compartida. 



Aquí terminaron nuestras andanzas por Jinguashi y Bitou, dos sitios con encanto imprescindibles en cualquier viaje a Jiufen. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario