Aunque yo siempre haya tenido una
relación de amor-odio con Galicia, es inevitable echar de menos al país en el
que naciste y pasaste toda tu vida. Estas son las pequeñas y no tan pequeñas cosas que echo de menos de
Galicia en Taiwán:
1. El
mar y el contacto con la naturaleza
Aunque Taipei tenga mucha más vidilla que mi
pueblo natal, es una ciudad de cemento y eso resulta agobiante. Creo que la
mayoría de las personas que crecimos en un pueblo costero tenemos la necesidad común
de estar cerca del mar, sin embargo, no fue hasta que pasé varios meses en
Taipei que me di cuenta de que no hay costa que se pueda comparar con la
gallega. He ido a varios sitios con costa en los alrededores de Taipei, como
Keelung o Yehliu, y ninguno ha despertado ninguna emoción especial en mí. Mientras
que en las Rías Baixas es fácil encontrar playas limpias y vacías en las que
puedes disfrutar de una belleza y una tranquilidad únicas, en las playas
cercanas a Taipei eso es mucho más difícil (por no decir imposible). Aun por
encima, están lejos. Ya no me puedo aislar del mundo en cinco minutos.
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Playa cercana a mi casa gallega |
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Puerto de Keelung |
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Yehliu es un parque nacional muy bonito, pero demasiado turístico |
2. Los
embutidos
La comida taiwanesa me encanta, pero cuando necesito matar el
gusanillo echo de menos poder hacerme un bocadillo de chorizo o jamón serrano, ya
que en Taiwán no puedo encontrar ningún equivalente. Por otro lado, el marisco
taiwanés no es malo, pero lo sirven frito.
3. Mi familia y amigos
Nada puede sustituir a la familia, y eso es algo que
aprendí en Taiwán. En el pasado me comportaba como una adolescente: siempre
daba prioridad a mis amigos por encima de mi familia. El motivo tal vez fuera que
sabía que mi familia siempre estaría disponible cuando la necesitase o que simplemente
era demasiado inmadura.
En el grupo de familia incluyo a mi perro (aunque él siempre ha sido mi mimado), al que también llevo meses sin ver. Me pregunto constantemente cuál será su reacción al volver a verme después de tanto tiempo.
En cuanto a mis amigos, pues pasa
lo mismo. Por mucha gente nueva que pueda conocer en Taiwán, nadie puede
sustituir a los que tengo desde hace años. Es frustrante que te pasen cosas
interesantes y no poder compartirlas con ellos al 100%. Además, es inevitable
perder el contacto: pasan cosas y no te las cuentan, vas cayendo en el olvido, y
a veces tienes la sensación de que están tan lejos que ya no los conoces.
4. Tener una casa espaciosa y con cocina
Siempre he
sido una persona sensible a los espacios cerrados. Aunque al principio tener mi
propia habitación en un piso de Taipei me pareciera maravilloso, con el paso de
los meses me empecé a sentir muy agobiada. Si me quedo en casa, tengo que estar
todo el día dentro de mi habitación, ya que mi piso no tiene salón. A veces me
siento como si estuviera en una cárcel, sobre todo porque mi habitación solo tiene
una ventana pequeña que no permite que entre mucha luz (a veces desearía poder
abrirla y que entrase aire fresco, pero eso es imposible). Echo de menos
revolotear por el salón o la cocina de mi casa y sentirme libre en un sitio que
es mío, ya que aquí en cuanto pongo un pie fuera de mi habitación entro en el
territorio compartido, que no siento como mío y en el que siempre me siento
incómoda al pensar que podría coincidir con mis soberbias compañeras de piso.
Por otro lado, otra cosa que echo de menos en una casa es que esté libre de cucarachas y demás bichos y que tenga una ducha de verdad en vez de una manguera.
5. Hacer botellón
Esto puede sonar muy infantil, pero es así. Muchos alaban la vida
nocturna de Taipei, pero yo nunca sentí demasiado interés por ella porque ir a
pubs y discotecas parece ser la única opción. En Galicia, en cambio, hay variedad,
y puedo beber en la calle, que es mucho más divertido.
6. Soltar
tacos en gallego
Creo que solo los gallegos podemos entender lo especiales que
son nuestros insultos. A veces me siento frustrada cuando me apetece decir "Ai
que carallo" pero todo lo que puedo decir es "That's fucked up".
7. La
vida sana y la comida casera
Como mi casa no tiene cocina, no me queda otro
remedio que buscar comida en restaurantes todos los días. El problema es que mi
calle no tiene mucho que ofrecer, y además siempre tengo que caminar y perder
tiempo y paciencia para encontrar algo que me apetezca comer y sea sano.
8. Los
días largos
En Galicia, durante la mayor parte del año hay muchas horas de
sol, y en verano empieza a oscurecer a eso de las 21:30. Sin embargo, en
Taiwán, sea la estación que sea, a las 18:00 o como muy tarde a las 18:30 ya es
de noche. Eso impide que disfrute de los días de una manera completa. Aunque
hay muchas cosas que hacer en Taipei por la noche, hacer turismo en espacios naturales
a partir de las seis es imposible.
9. Alguien
que me entienda
Aunque los gallegos tengamos fama de estar en todas partes, somos escasos en Taiwán. Por eso, a veces es frustrante ver cosas que solo nosotros podemos entender y no tener con quién compartirlas, o no tener a una persona que te defienda y comprenda cuando los taiwaneses no aprueben algunos comportamientos que consideran irrespetuosos o extraños.
Aunque los gallegos tengamos fama de estar en todas partes, somos escasos en Taiwán. Por eso, a veces es frustrante ver cosas que solo nosotros podemos entender y no tener con quién compartirlas, o no tener a una persona que te defienda y comprenda cuando los taiwaneses no aprueben algunos comportamientos que consideran irrespetuosos o extraños.
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