lunes, 23 de junio de 2014

Nueve cosas de Galicia que echo de menos en Taiwán

Aunque yo siempre haya tenido una relación de amor-odio con Galicia, es inevitable echar de menos al país en el que naciste y pasaste toda tu vida. Estas son las pequeñas y no tan pequeñas cosas que echo de menos de Galicia en Taiwán:

1. El mar y el contacto con la naturaleza

Aunque Taipei tenga mucha más vidilla que mi pueblo natal, es una ciudad de cemento y eso resulta agobiante. Creo que la mayoría de las personas que crecimos en un pueblo costero tenemos la necesidad común de estar cerca del mar, sin embargo, no fue hasta que pasé varios meses en Taipei que me di cuenta de que no hay costa que se pueda comparar con la gallega. He ido a varios sitios con costa en los alrededores de Taipei, como Keelung o Yehliu, y ninguno ha despertado ninguna emoción especial en mí. Mientras que en las Rías Baixas es fácil encontrar playas limpias y vacías en las que puedes disfrutar de una belleza y una tranquilidad únicas, en las playas cercanas a Taipei eso es mucho más difícil (por no decir imposible). Aun por encima, están lejos. Ya no me puedo aislar del mundo en cinco minutos.

Playa cercana a mi casa gallega
Puerto de Keelung
Yehliu es un parque nacional muy bonito, pero demasiado turístico

2. Los embutidos

La comida taiwanesa me encanta, pero cuando necesito matar el gusanillo echo de menos poder hacerme un bocadillo de chorizo o jamón serrano, ya que en Taiwán no puedo encontrar ningún equivalente. Por otro lado, el marisco taiwanés no es malo, pero lo sirven frito.


3. Mi familia y amigos

Nada puede sustituir a la familia, y eso es algo que aprendí en Taiwán. En el pasado me comportaba como una adolescente: siempre daba prioridad a mis amigos por encima de mi familia. El motivo tal vez fuera que sabía que mi familia siempre estaría disponible cuando la necesitase o que simplemente era demasiado inmadura.

En el grupo de familia incluyo a mi perro (aunque él siempre ha sido mi mimado), al que también llevo meses sin ver. Me pregunto constantemente cuál será su reacción al volver a verme después de tanto tiempo.



En cuanto a mis amigos, pues pasa lo mismo. Por mucha gente nueva que pueda conocer en Taiwán, nadie puede sustituir a los que tengo desde hace años. Es frustrante que te pasen cosas interesantes y no poder compartirlas con ellos al 100%. Además, es inevitable perder el contacto: pasan cosas y no te las cuentan, vas cayendo en el olvido, y a veces tienes la sensación de que están tan lejos que ya no los conoces.


4. Tener una casa espaciosa y con cocina

Siempre he sido una persona sensible a los espacios cerrados. Aunque al principio tener mi propia habitación en un piso de Taipei me pareciera maravilloso, con el paso de los meses me empecé a sentir muy agobiada. Si me quedo en casa, tengo que estar todo el día dentro de mi habitación, ya que mi piso no tiene salón. A veces me siento como si estuviera en una cárcel, sobre todo porque mi habitación solo tiene una ventana pequeña que no permite que entre mucha luz (a veces desearía poder abrirla y que entrase aire fresco, pero eso es imposible). Echo de menos revolotear por el salón o la cocina de mi casa y sentirme libre en un sitio que es mío, ya que aquí en cuanto pongo un pie fuera de mi habitación entro en el territorio compartido, que no siento como mío y en el que siempre me siento incómoda al pensar que podría coincidir con mis soberbias compañeras de piso. 



Por otro lado, otra cosa que echo de menos en una casa es que esté libre de cucarachas y demás bichos y que tenga una ducha de verdad en vez de una manguera.


5. Hacer botellón

Esto puede sonar muy infantil, pero es así. Muchos alaban la vida nocturna de Taipei, pero yo nunca sentí demasiado interés por ella porque ir a pubs y discotecas parece ser la única opción. En Galicia, en cambio, hay variedad, y puedo beber en la calle, que es mucho más divertido.

6. Soltar tacos en gallego

Creo que solo los gallegos podemos entender lo especiales que son nuestros insultos. A veces me siento frustrada cuando me apetece decir "Ai que carallo" pero todo lo que puedo decir es "That's fucked up".


7. La vida sana y la comida casera

Como mi casa no tiene cocina, no me queda otro remedio que buscar comida en restaurantes todos los días. El problema es que mi calle no tiene mucho que ofrecer, y además siempre tengo que caminar y perder tiempo y paciencia para encontrar algo que me apetezca comer y sea sano. 

8. Los días largos

En Galicia, durante la mayor parte del año hay muchas horas de sol, y en verano empieza a oscurecer a eso de las 21:30. Sin embargo, en Taiwán, sea la estación que sea, a las 18:00 o como muy tarde a las 18:30 ya es de noche. Eso impide que disfrute de los días de una manera completa. Aunque hay muchas cosas que hacer en Taipei por la noche, hacer turismo en espacios naturales a partir de las seis es imposible.

9. Alguien que me entienda

Aunque los gallegos tengamos fama de estar en todas partes, somos escasos en Taiwán. Por eso, a veces es frustrante ver cosas que solo nosotros podemos entender y no tener con quién compartirlas, o no tener a una persona que te defienda y comprenda cuando los taiwaneses no aprueben algunos comportamientos que consideran irrespetuosos o extraños. 

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