Taichung (台中 Taizhong) es una ciudad situada en el centro de Taiwán que visité por primera vez en octubre del 2013. Pocos meses después, de repente, me vi organizando un fin de semana allí otra vez. La idea fue de mi novio, cuyo mejor amigo vive allí y al que le apetecía visitar. Quería que fuéramos juntos y, ¿por qué iba a decir que no?
Taiwán es una isla pequeña, y viajar es muy barato y sencillo. Para ir a Taichung, hay buses cada hora todos los días desde la Main Station de Taipei. Lo único que tuve que preparar fue una mochila con ropa y, como no, mi cámara de fotos.
Después de algunas horas de aburrimiento en el autobús, llegamos a Taichung y lo primero que hicimos fue alquilar una moto. Como ya había visitado la ciudad antes, no me quedaba mucho por ver allí, pero tenía claro cuál sería el primer sitio que visitaría, ya que me había quedado con las ganas de hacerlo en mi visita anterior. Se trataba de la Rainbow Village (彩虹眷村 Caihong Juancun), cuyas fotos de colorines me atraían mucho en Internet. Después de comer en uno de los pocos restaurantes que quedaban abiertos cuando llegamos, fuimos allí guiados por el amigo de mi novio.
La Rainbow Village está un poco alejada del centro de la ciudad y se compone de algunas casas pequeñas pintadas de varios colores muy llamativos. Al contrario de lo que esperaba, había muchas personas haciéndose fotos allí. Me decepcionó un poco porque era más pequeño de lo que esperaba, y no matamos demasiado tiempo allí. Delante de una de las casas estaba el autor de las pintadas charlando con alguna gente y hasta dejando que se hicieran fotos con él. Según cuentan en Internet, este señor decidió pintar las casas para darles cierto valor artístico y evitar que el gobierno las demoliese. Su idea funcionó, ¡vaya si funcionó!
Después de algunas horas de aburrimiento en el autobús, llegamos a Taichung y lo primero que hicimos fue alquilar una moto. Como ya había visitado la ciudad antes, no me quedaba mucho por ver allí, pero tenía claro cuál sería el primer sitio que visitaría, ya que me había quedado con las ganas de hacerlo en mi visita anterior. Se trataba de la Rainbow Village (彩虹眷村 Caihong Juancun), cuyas fotos de colorines me atraían mucho en Internet. Después de comer en uno de los pocos restaurantes que quedaban abiertos cuando llegamos, fuimos allí guiados por el amigo de mi novio.
La Rainbow Village está un poco alejada del centro de la ciudad y se compone de algunas casas pequeñas pintadas de varios colores muy llamativos. Al contrario de lo que esperaba, había muchas personas haciéndose fotos allí. Me decepcionó un poco porque era más pequeño de lo que esperaba, y no matamos demasiado tiempo allí. Delante de una de las casas estaba el autor de las pintadas charlando con alguna gente y hasta dejando que se hicieran fotos con él. Según cuentan en Internet, este señor decidió pintar las casas para darles cierto valor artístico y evitar que el gobierno las demoliese. Su idea funcionó, ¡vaya si funcionó!
Nuestra siguiente parada fue para dar un paseo en un parque muy céntrico llamado Qiuhonggu (秋紅谷). Allí pudimos ver los restos de una exposición de esculturas de osos de colores que representaban diferentes países o cosas. El parque es muy feo y poco natural, pero es totalmente diferente a todos los que había visto antes. La diferencia entre las fotos que hay en Internet y la realidad es curiosa.
Después de
hacer tiempo en el parque nos dirigimos a uno de los night markets más famosos y grandes de Taiwán, el Fengjia night market (逢甲夜市 Fengjia yeshi). Como casi todos los puestos tenían colas no pudimos probar
demasiadas cosas nuevas, pero estas fueron algunas de ellas:
1. Fideos instantáneos rellenos de queso y patata (uno de los snacks taiwaneses más deliciosos que jamás he probado).
"Si no has probado este snack no puedes decir que has pasado por el night market de Fengjia" |
2. Calamar
relleno
3. Pastel
de carne australiano
El paseo
por el night market se nos hizo
corto, y antes de ir a nuestro hotel buscamos un sitio para tomar un postre. El
restaurante que encontramos fue el más cutre que jamás había visto en Taiwán:
no tenía paredes.
De camino
al hotel, que estaba muy cerca del night market, vi este restaurante de comida
tibetana, y me arrepentí de haber cenado.
Día 2
Al día
siguiente me alegré de recibir la noticia de que el amigo de mi novio no
podía comer con nosotros, porque eso significaba que podíamos elegir dónde
comer, y yo tenía muy claro donde sería. Este fue el primer restaurante tibetano que vi en Taiwán, y como el Tíbet es uno de mis países favoritos, estaba muy contenta.
Los dueños del restaurante eran tibetanos y hablaban mejor en inglés que en chino. Aunque no me parecieron maleducados, sí me parecieron muy secos, excepto por una dependienta muy amable y habladora que nos contó que una de sus hermanas vive en España.
Tras hojear un menú muy interesante, pedí ternera con queso tibetano, que por cierto se sirve acompañado con pan tibetano, que se parece mucho al hindú. Fue un poco caro pero estaba delicioso.
Al acabar de comer nos reunimos con el amigo de mi novio, que nos guió al templo de Confucio de Taichung (台中市孔子廟 Taizhongshi Kongzimiao). Aunque no esperaba mucho de él, fue un sitio que me encantó, sobre todo por fuera. Es uno de los templos más grandes que he visto en Taiwán. Tenía muchas ganas de verlo por dentro, pero cuando apenas llevábamos unos cinco minutos allí, un hombre nos empezó a gritar para que nos fuéramos porque lo iban a cerrar. ¡Y solo eran las cinco de la tarde!
Los estudiantes de Taichung piden a Confucio suerte para sus exámenes utilizando estos papelitos |
Pronto empezó a anochecer y llegó el momento de tomar nuestra última cena en Taichung. Paseando cerca del night market de Fengjia, encontramos, de casualidad, un restaurante conocido en el que me apetecía mucho comer: el Modern Toilet, que por cierto es un restaurante originario de Taiwán y no de Japón como mucha gente piensa. Su comida no tiene nada de especial, pero su decoración y mobiliario lo hacen único: los asientos son retretes y la comida se sirve en retretes en miniatura. Los helados tienen forma de caquitas y las lámparas también. Está decorado de una manera muy escatológica, pero sin caer en el mal gusto.
Al acabar de cenar devolvimos la moto que habíamos alquilado y fuimos a esperar al autobús en una de las estaciones de autobuses de Taichung.
Conclusión: ir al night market de Fengjia y visitar el templo de Confucio de Taichung son dos experiencias altamente recomendables. Aunque Taichung no sea una gran ciudad como Taipei, merece la pena salir de "casa" y descubrir cosas nuevas.
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