miércoles, 14 de enero de 2015

27 de enero de 2014: subida al Taipei 101

En Taiwán descubrí que un viaje no se trata exclusivamente de ver monumentos y edificios bonitos, sino de vivir experiencias nuevas. Una de las más esperadas e inolvidables para mí fue la de subir hasta lo más alto del Taipei 101 en el ascensor más rápido del mundo con la mejor compañía posible: mi familia. 

Antes de que mis padres y mi hermana llegaran a Taiwán consideramos la posibilidad de comer en los pisos 85 u 86 del Taipei 101, en los que hay tres restaurantes de lujo. Si comes o cenas allí, la subida al observatorio del Taipei 101 es gratis, pero su comida es demasiado cara y no compensa. 



Aunque fuimos durante la semana, me sorprendí al llegar y ver que había una pequeña cola para entrar. Decidí que nos acercaríamos a eso de las 16: 00 - 17: 00, para poder apreciar las vistas tanto de día como de noche (en Taipei se hace de noche a las seis). Como el Taipei 101 es enorme, tuvimos que dar algunas vueltas antes de llegar al quinto piso, que es donde se venden las entradas. Cada una vale 500 NTD, que equivalen a unos doce euros. La cola se movió más rápido de lo que esperaba y pronto pudimos entrar en el ascensor,  que nos dejó en el piso 89 en menos de 50 segundos. Cuando entras, sus luces se apagan y ponen una música que hizo que me emocionase de repente. Hay un cronómetro que muestra en qué piso estás y por cuanto tiempo, y en el techo se pueden ver varias lucecitas que representan constelaciones.





En el piso 89 disfrutamos de vistas simplemente ESPECTACULARES. También se puede acceder al piso 91, que no está cubierto y que tiene unos barrotes como protección.



Otra "vista" interesante del Taipei 101 es su famoso amortiguador de masa, que está colgado como un péndulo y cuya forma redonda y color dorado recuerdan al sol. Gracias a él, el edificio se puede considerar el más seguro de Taipei cuando hay terremotos o tifones




Después de pasar más de una hora admirando las vistas más maravillosas que jamás había visto, mi familia y yo nos fuimos a hacer cola (sí, ¡otra vez!) para salir del observatorio. Había azafatos controlándola, y se movía muy despacio. Antes de salir del piso 89, vimos esta pequeña exposición de pequeñas (y no tan pequeñas) obras de arte, que si no recuerdo mal están hechas de coral. Todo estaba a la venta, pero dudo que con sus precios desorbitados tuvieran muchos compradores. 



Conclusión: subir al Taipei 101 es una experiencia única y sus vistas de la ciudad son realmente impresionantes; tanto, que no soy capaz de describirlas con palabras. Hay cosas que necesitan ser vistas en directo para poder entenderlas y disfrutarlas. 

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