domingo, 8 de marzo de 2015

19 de abril de 2014: Caminado por las vías del tren en Jingtong

No fue sino de casualidad que mi novio y yo fuimos a dar en Jingtong (菁桐), un pueblecito sobre el que jamás habíamos oído hablar, rodeado de montañas y cercano a PingxiNuestro plan inicial era llegar a Nanya, pero cogimos el tren porque parecía la manera más rápida de llegar nos salió todo mal. Después de que yo discutiera con una taiwanesa que se metía en conversaciones ajenas en el tren, y que acabó sembrando discordia entre mi  novio y yo, llegamos a  nuestro destino y  en el centro de información turística nos aseguraron que si queríamos llegar a nuestro destino de día era imposible, y como no sabíamos a dónde ir nos recomendaron ir a Jingtong en tren, que estaba cerca. Tambiénos dijeron que allí había algún tipo de actividad relacionada con las linternas, aunque al llegar vimos que no era verdad. 

Jintong, al igual que Pingxi y tantos otros pueblos de la zona, tiene un próspero pasado minero a sus espaldas, que se vio truncado cuando el carbón se empezó a importar de otros países. 

Una de las atracciones más concurridas de Jingtong son las vías del tren, por las que está permitido caminar. Su estación, de estilo japonés y hecha de madera, sigue activa, así que cuando algún tren se aproxima un guardia se asegura de que las vías quedan vacías. Los árboles cercanos estaban llenos de tubitos de madera en los que visitantes anteriores habían escrito sus deseos. 




Había algunas tiendas que vendían linternas como las de Pingxi, y la gente las lanzaba aunque fuera de día. 






Después de cruzar las vías del tren, encontramos un caminito que parecía conducir al monte. Estaba desierto, pero el resto de Jingtong no parecía muy prometedor y pensamos que tal vez podría haber algúviewpoint interesante en las montañas. Nnos equivocamos. 





Por el camino encontramos un edificio abandonado que me pareció pintoresco, aunque no quise entrar en él. Me daba malas vibraciones. 




El camino no es muy largo, y termina en mirador que tuvimos todo para nosotros. Sus vistas no son impresionantes pero sí se pueden considerar bonitas, y se agradece algo de aire fresco. 








Al salir de la montaña, llegamos a un sitio con algunas casas. Un par de hombres mayores nativos de Jingtong nos indicaron cómo volver a la estación de tren y nos hicieron dos recomendaciones. La primera fue que visitáramos la comisaría, porque es la más bonita de Taiwán; la segunda, que no "pensáramos demasiado" (不要想太多, bu yao xiang tai duo) y camináramos por las vías del tren. Eran habladores y parecían orgullosos de que su pueblo tuviera visitantes. 

Llegamos a la estación en seguida, y dimos una vuelta por la calle antigua, cuyas tiendas ya estaban empezando a cerrar porque estaba anocheciendo. Poco después dimos con la comisaría de la que nos habían hablado, que tenía forma de linterna.




Después de ver todas estas cosas, dimos por acabado nuestro pequeño viaje y volvimos a Taipei. Tiene gracia que en el momento de mi visita este sitio me pareciera un pueblucho corriente y ahora me parezca un pueblo con encanto


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