Las casualidades de la vida te pueden llevar a descubrir cosas maravillosas. Y precisamente fue de casualidad que descubrí una feria temporal de productos japoneses en los conocidos grandes almacenes de Sogo. Una compañera de clase, que era japonesa, me dijo que allí podría encontrar una tienda que vende libros y revistas de su país en versión original. En realidad no tenía muy claro lo que me había dicho, así que me esperaba mucho de aquel sitio. Y efectivamente encontré mucho más de lo que jamás podría haber soñado en aquel centro comercial.
Antes de buscar un sitio para cenar, subimos en busca de mis codiciadas "cosas" japonesas, para asegurarnos de que estábamos en el sitio correcto. Subimos varios pisos en las escaleras mecánicas y pasamos por la tienda que me habían recomendado. Sin embargo, no me molesté en entrar y quise ir al último piso, donde encontré esta pequeña joya:
Fue difícil convencerme para dejar aquel paraíso, pero no me quedó más remedio que bajar a cenar y volver más tarde. Los vendedores eran japoneses y algunos anunciaban sus productos en japonés. Estaba tan lleno que era difícil caminar, pero así a todo conseguí ver e incluso comprar algunas cosas. Como amante de todo lo relacionado con la Tierra del Sol Naciente, estaba encantada. ¡Me sentía como una niña en una tienda de caramelos! Estos son algunos de los productos que vi:
Miso, la sopa japonesa más conocida |
Las algas estaban por todas partes |
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Dango hecho de pasta de arroz. Es muy parecido al mochi |
Parece que contienen una bebida alcohólica, pero dentro de estas botellas no hay más que zumo de naranja |
Además de la comida, también se vendían algunos complementos de estilo japonés, souvenirs, e incluso ropa. Yo no me pude resistir y me compré un daruma, que me valió poco más de cinco euros (200 NTD) y estaba pintado a mano (aunque estaba hecho de plástico). Cuenta la leyenda que los daruma representan a un monje que meditó durante nueve años seguidos, y que como consecuencia perdió sus extremidades (por eso el muñeco es redondo sin brazos ni piernas). Sus ojos están en blanco, ya que una vez que son comprados se debe dibujar uno de los ojos y pedir un deseo (o más bien ponerse una meta, ya que representan la perseverancia). Si el deseo se cumple, se debe dibujar el otro ojo y llevar el daruma a que sea quemado en un templo budista.
Una de las cosas que se anunciaban en el centro comercial eran los productos hechos con leche de la isla japonesa Hokkaido, que es famosa por su buena calidad.
Antes de irnos quisimos probar una cosa más, y nos dejamos caer por un puesto que vendía sake, ya que casi todos ofrecían muestras gratis. Nos gustó por su sabor dulce, pero era demasiado caro.
Antes de irnos quisimos probar una cosa más, y nos dejamos caer por un puesto que vendía sake, ya que casi todos ofrecían muestras gratis. Nos gustó por su sabor dulce, pero era demasiado caro.
Entre otras cosas, me llevé a casa un par de dangos y unas bolitas de pulpo rellenas de queso. Me gustó todo lo que probé, pero prefiero el mochi al dango, ya que el dango es demasiado viscoso para mi gusto y no tiene demasiado sabor.
Y esto fue todo. Hubo una segunda vez en una feria parecida, pero no fue lo mismo. A veces las primeras veces son las mejores.
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