miércoles, 22 de abril de 2015

27 de septiembre de 2014: Wulai, un pueblo en las montañas

Wulai (烏來)  es un pequeño pueblo de montaña cercano a Taipei. Conocido por su cultura aborigen, sus aguas termales y su paisaje, es un destino popular los fines de semana tanto para extranjeros como para locales. 

Su atracción turística más importante tal vez sea la catarata de Wulai, que se puede apreciar desde al menos dos miradores. Parecía atraer a mucha gente pero tanto a mí como a mi novio nos pareció demasiado corriente.






La cultura aborigen por la que es famoso se debe. en parte. a su museo dedicado a los Atayal, una tribu que se reparte entre el norte y centro de Taiwán. y cuyos miembros habitaron (y al parecer lo siguen haciendo) sus montañas. Taiwán cuenta con varias minorías étnicas pero la mayoría ya no viven como lo hacían en el pasado. y aunque parece que hay intentos por proteger su cultura creo que los aborígenes solo se utilizan como reclamo turístico. Además del museo también se pueden visitar algunas tiendas frívolas para turistas en las que no hay nada realmente especial.



Después de ver la catarata encontramos un pequeño tren conocido como el Wulai Log Cart. que llevaba a sus pasajeros desde la catarata hasta la calle antigua de Wulai. Sin saber a donde nos podría llevar pagamos un viaje para cada uno y recorrimos 1.5 kilómetros que se nos hicieron largos porque el tren era lento y hacía unos ruidos que no eran normales. A nosotros el viaje no nos pareció que valiese la pena. ya que se podía ir andando fácilmente. Sin embargo. había cola para subir en el tren.







No fue sino en la calle antigua de Wulai donde descubrí lo que más me gustó de este pueblo: su comida. Después de más de un año en Taiwán fue agradable comer algo diferente. Pedimos carne de cerdo, arroz cocinado en cañas de bambú y langostinos fritos, todo preparado al estilo Atayal. Para poner la guinda en el pastel, pagamos un poco más y nos sirvieron un vaso con un alcohol de sabor dulce hecho por ellos. El arroz era pegajoso y chicloso, y los langostinos tan pequeños que debían ser comidos con cáscara, aunque yo no fui capaz de hacerlo y pasé el trabajo de quitarles la cáscara.






Además de restaurantes, en la calle antigua se pueden encontrar los típicos snacks callejeros taiwaneses, como las salchichas taiwanesas o el nien gao, mi favorito.





Por otro lado, en Wulai abundan hoteles y spas con aguas termales, pero tal vez la manera más interesante y económica de disfrutar de los beneficios de este agua sea metiéndose en el río que atraviesa el pueblo, en el que vimos gente sentada en las rocas con ropa o en bañador. Me arrepiento de no haber probado yo misma, pero cuando visité Wulai no sabía que el agua de su río era especial.





Además de todo esto Wulai también cuenta con un teleférico desde el que se puede acceder a un parque que parece estar bastante bien equipado (carrera de obstáculos incluida) pero no nos aventuramos a subir en él porque parecía muy poco seguro.

En realidad, a excepción de la comida, Wulai me pareció un sitio un pelín soso y la fama de su paisaje está injustificada. Tal vez sea interesante, pero no bonito. A propósito de cosas interesantes, encontramos esta especie de iglesia católica dedicada a la Virgen de Fátima dentro del pueblo.






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