sábado, 25 de abril de 2015

28 de septiembre de 2014: explorando las calles de Sanxia e Yingge

Las calles antiguas no son realmente abundantes en Taiwán, por lo que la gran mayoría se han convertido en populares y animadas atracciones turísticas. Ese es el caso de Sanxia (三峽), una de las calles más famosas de la isla, y tal vez mi calle antigua favorita. Se encuentra en las afueras de Taipei. 

En cuanto llegamos nos recibió un olor dulce que nos llevó a descubrir un snack popular en Sanxia: helado de croissant. Era muy barato y una cadena de pastelerías lo vendía por todas partes. Los croissants se utilizan como cucuruchos así que son más duros de lo normal para aguantar el peso del helado. 








Mi novio me contó que en el pasado las casas de Sanxia se quisieron derribar, pero demasiadas personas protestaron para evitarlo. Los edificios están muy bien conservados y casi todos tienen alguna tienda en la primera planta. 




Al igual que la mayoría de calles de este estilo en Taiwán, la calle de Sanxia tuvo su etapa de esplendor en la época de Ocupación Japonesa de la isla, y sus fachadas barrocas reflejan la riqueza económica del pueblo en aquellos tiempos. Tras la industrialización, dejó de ser importarte en el plano económico, pero siguió conservando su importancia cultural y hoy en día atrae a montañas de personas cada fin de semana.  




Y no es para menos. El ambiente animado y las tiendecitas antiguas que venden cosas como té, figuritas de animales del zodiaco, caligrafía, etc. es realmente encantador. 




Además del encanto de su calle, Sanxia también puede presumir de tener el templo de Zushi (祖師廟 - Zhushi miao) que algunos consideran el más bonito del país y que es famoso porque todas sus paredes y columnas fueron esculpidas en piedra. Construido en el año 1767 por inmigrantes chinos, fue reformado tres veces.  






Para celebrar el cumpleaños del dios patrón de Zushi cada año se celebra el polémico festival de los Pigs of God (神豬 - Sheng zhu), en el que granjeros compiten por tener el cerdo más pesado de todos tras haberlos cebado sin control durante más de un año. Todos los animales se decoran para la ocasión, y el más gordo es ofrecido como sacrificio al dios del templo. Los cerdos pueden llegar a engordar de una manera tan espectacular que es difícil reconocerlos como lo que son. Parecen enormes bolas de plástico. 

Durante nuestra visita tuvimos la suerte de ver a los santaizi, los dioses taiwaneses más simpáticos, acompañados de petardos y otros dioses.



Hilera de petardos 

Después de perdernos por las calles de Sanxia nos dirigimos al pueblo vecino, conocido como Yingge (鶯歌) y famoso por sus hermosas piezas de cerámica. Aunque ya lo había visitado una vez en una excursión con mi escuela, tuve ganas de volver porque no había tenido tiempo de apreciarlo con detalle. Su calle más importante no es nada especial arquitectónicamente pero su encanto está en las tiendas llenas de artículos de cerámica que dan ganas de comprar de manera compulsiva. Muchos de estos negocios también son talleres en los que puedes pagar para hacer tu propia pieza, pero los precios no son demasiado atrayentes. Por suerte yo ya había probado esta experiencia con mi escuela. Fue divertido hacer algo con mis propias manos, pero me resultó extremadamente difícil darle forma al barro.





Además de todas las tiendas Yingge cuenta con un museo y un centro comercial dedicados exclusivamente a la cerámica. Cuenta la leyenda que la tradición de la cerámica se remonta 200 años atrás cuando el primer alfarero chino llegó al pueblo, que antes se centraba en la producción de té.







Terminamos nuestra visita en Yingge con prisa, ya que estaba anocheciendo y las calles se estaban vaciando. Volvimos a casa cansados pero contentos.

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