domingo, 21 de junio de 2015

3, 4 y 5 de abril: vacaciones en el este de Taiwán (Hualien)

Una vez más, unas pequeñas vacaciones se avecinaban y mi novio y yo teníamos la oportunidad de viajar fuera de Taipei. Hualien (花蓮), que es la provincia taiwanesa más grande y se sitúa en el este de la isla, es un es el destino más popular para unas vacaciones largas desde la capital taiwanesa,  tanto así que es casi imposible conseguir un tique de tren durante los días festivos (se agotan en cuestión de minutos). Sin embargo, de casualidad descubrimos que la madre de mi novio tenía una amiga que trabaja en la estación de tren de Hualien y que podría reservarnos los asientos con dos semanas de antelación. Hualien era un destino que me apetecía visitar desde hacía mucho tiempo y del que había oído hablar a mucha gente, así que decidimos pasar nuestras vacaciones allí. 

El viaje lleva unas tres horas y es más llevadero de lo que esperaba. Algunas personas que habían comprado sus billetes tarde iban en el tren de pie. 

Finalmente llegamos a nuestro destino, y en la estación de tren nos ofrecieron alquiler de motos. Alquilemos una y buscamos nuestro hotel, que estaba en el centro de Hualien City pero que resultó ser el edificio más ruinoso y viejo que habíamos visto en nuestras vidas. Por suerte, pudimos pagar un poco más y conseguir una habitación decente. 

Después de instalarnos, nos dirigimos a la playa más famosa de Hualien, conocida como Qixingtan (七星潭). Tenía un hermoso mar azul con olas enormes y había guardias de seguridad que impedían a la gente jugar con ellas. Me gustó pero en parte tuvimos mala suerte, ya que el día estaba oscuro y las vistas no se apreciaban del todo bien. Impecablemente limpia, tal vez sea una de las playas más bonitas de Taiwán. 




El segundo sitio que visitamos fue el Visitor Center de Hualien, que está en una colina y que supuestamente cuenta con un mirador con vistas espectaculares al mar. Sin embargo, las vistas eran más bien pobres y llegar a este sitio nos robó bastante tiempo. Fue realmente decepcionante: ¡no se parecía en nada a las fotos de Internet! 



Por desgracia, nuestra siguiente parada también nos dejó bastante indiferentes: se trataba de un lago alabadísimo en Internet y del que tal vez tenía unas expectativas  demasiado altas. Su nombre es lago de Liyu (鯉魚潭 - Liyutan) o Lago de las Carpas y, en realidad, era idéntico al lago de Bitan, que no es precisamente uno de mis sitios favoritos. Es difícil explicar por qué este sitio, que atrae a muchos taiwaneses, no despierta ninguna emoción en mí. Simplemente me parece feo. Para apreciar mejor las vistas te puedes subir a un mirador o alquilar un bote a pedales. 





Para terminar el día, quisimos cenar en el pequeño night market de Hualien City, pero fracasamos estrepitosamente. Había colas ridículamente largas para comprar cosas tan simples como bebidas y era casi imposible encontrar un puesto de comida con algo apetecible y sin cola. Después de probar un par de cosas, nos rendimos y cenamos en el Subway, sintiéndonos un poco patéticos. 


Día 2


Al día siguiente madrugamos para visitar el punto turístico más conocido de Hualien y una de las maravillas naturales más famosas de Taiwán: el parque nacional Taroko (太魯閣 - Tailuge), que ocupa un espacio tan grande que se divide entre tres condados: Hualien, Nantou y Taichung. La entrada es gratuita y se puede recorrer en moto o coche. 

En cuanto llegamos, nos metimos en un sendero que ni siquiera pertenecía al parque y que conducía a un pueblo. Me pareció interesante, pero si estábamos allí era para ver Taroko.




Finalmente nos adentramos en el parque, y nos metimos por el sendero de Shakadang (砂卡噹步道 - Shakadang budao), en el que vimos muchos extranjeros. En un principio estábamos decididos a hacerlo entero, pero era misión imposible: ¡no se terminaba nunca! Tras caminar tres kilómetros decidimos dar vuelta y explorar otras partes del parque. Las vistas del río son bonitas en algunos tramos, pero está prohibido acercarse a él. 









Así pues, pasamos horas en Taroko y paramos en todos los puntos más famosos y bonitos, como el Eternal Spring Shrine (長春祠 - Changchun ci), un monumento erigido para recordar a las personas que perdieron su vida trabajando en una autopista, y que no se debe confundir con un templo. 




Otra parte interesante y popular es Swallow Grotto, que es un túnel con unas hermosas vistas de la montaña y el río. El color azul de su agua le otorga a todo el parque un aspecto muy especial. 






Cuando nos pareció que habíamos visto suficiente, dimos nuestra visita de más de cuatro horas por  terminada y nos fuimos satisfechos con lo que habíamos visto en tan poco tiempo. Había muchísimos turistas, pero el espacio es demasiado grande para sentirse agobiado.







Tras un descanso en el hotel, volvimos a salir para cenar en otro night market de Hualien conocido como el Rainbow night market, en el que no nos quedamos más de diez minutos. Era radicalmente diferente de todos los mercados nocturnos que habíamos visto antes: se trataba de un sitio limpio y organizado en el que cada puesto tenía el mismo toldo y estructura, y cada uno de ellos estaba perfectamente aliñado al lado del otro. Sin embargo, no era un buen sitio para comer, ya que la comida brillaba por su ausencia. En su lugar, había muchos juegos diferentes con aros, pistolas de plástico, etc. 




Después de encontrar una alternativa para nuestra cena, paseamos por las calles del centro de Hualien City, que a pesar de tener mucha gente por estar abarrotada de turistas resultaron bastante relajantes para caminar sin rumbo. 


Día 3


En nuestro último día de viaje no teníamos muy claro qué hacer ni a dónde ir, ya que al ser Hualien una provincia muy grande todos los sitios interesantes están demasiado apartados los unos de los otros. 

El primer sitio que visitamos fue el precioso acantilado de Qingshui (清水斷崖 - Qingshui duanya), cuyas vistas del Océano Pacífico son realmente hermosas. Oficialmente, este acantilado también pertenece al parque de Taroko, y en el año 1953 fue escogido como una de las ocho maravillas de Taiwán por el gobierno taiwanés. Sus tonos azul turquesa me cautivaron. 





Después de visitar Qingshui, mi novio me convenció para visitar la Tzu Chi Foundation (慈濟 - Ciji), que no despertaba demasiado interés en mí pero que él insistió en que debía conocer. Y pronto entendí por qué. 

Tzu Chi es un grupo budista de caridad nacido en Taiwán en los años cincuenta y con sede en Hualien. En cuanto puse un pie allí me sentí como si me hubiera adentrado en otro mundo. Todos los integrantes del grupo iban vestidos de punta en blanco con ropa oficial y eran súper educados. Saludaban a cada uno de sus visitantes con mucha clase y los guiaban por el recinto, y entre ellos se saludaban con bendiciones religiosas. Lo sabían todo sobre el lugar, hasta los nombres de los árboles de su jardín y su procedencia. Me pareció un remanso de paz y tranquilidad.






Nos hicieron una detalladísima visita guiada en la que nos explicaron que intentaban ser lo más verdes posible y no utilizaban aire acondicionado. En su lugar, tenían su propio sistema para conseguir aire fresco a través de unas rendijas en el suelo del interior de su edificio principal (no entendí muy bien cómo funcionaba porque sólo hablaban en chino). Este edificio parecía muy nuevo, pero fue construido por algunos de los miembros del grupo más de cincuenta años atrás. Aunque es un sitio con una vida muy corta, cada rincón parecía tener una historia. Por ejemplo, en el jardín había un pequeño estanque con la forma de Taiwán cuyas aguas representan la esperanza de que los taiwaneses sean cristalinos como el agua. 





Aunque no es demasiado grande, la sede de Tzu Chi también tiene su propia pequeña granja, en la que sólo se cultivan verduras ya que todos sus miembros son vegetarianos. Las monjas, que al parecer son los únicos habitantes permanentes de la sede, se levantan cada día a las cinco de la mañana. 




El tour terminó, ¡cómo no! en la tienda oficial de Tzu Chi, en la que nos enseñaron casi todos sus productos, entre ellos unos patucos hechos con botellas recicladas. Nos contaron que en el pasado el interior de su edificio principal estaba abierto al público, pero que decidieron cerrarlo a las visitas por miedo a que gamberros hicieran estragos. El ambiente rural del sitio, apartado de la ciudad, se hizo más todavía evidente cuando salimos de allí llenos de enormes picaduras de mosquitos. 




Sin embargo, pudimos acceder al interior del edificio principal cuando uno de los miembros nos invitó a entrar para ver cómo rezaban. En realidad, nos estaban invitando a rezar con ellos, y para mí la experiencia fue muy especial. Nos tuvimos que quitar los zapatos para entrar y nos dividieron por sexos para sentarnos: las mujeres se sentaban en la parte izquierda y los hombres en la derecha. Una señora me contó que se congregan allí para rezar juntos dos veces al día. Los asientos delanteros están reservados para las monjas, y el resto de la gente se sienta atrás del todo. Los rezos apenas duran diez minutos y se hacen en conjunto. Yo no sabía cómo hacerlo, así que me limité a copiar lo que veía con la máxima rapidez posible. Había que arrodillarse mucho, y según mi novio me contó más tarde, los rezos eran por la paz en el mundo. En el salón (que aunque se utilizara para rezar no era un templo), también había una pantalla en la que se podían leer las letras de la canción que estaba sonando, que era esta:





Una vez terminada nuestra visita en la sede de Tzu Chi, nos dejamos  perder por una carretera desde la que pudimos volver a ver el mar. 




Terminamos nuestro último día en Hualien en el centro de la ciudad, donde tomamos algo de comer y visitamos una de sus abundantes tiendas de mochi, que supuestamente está hecho a mano por los aborígenes de Taiwán. 






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